Hoy, mientras revolvía unos papeles, encontré ese cuaderno amarillo.
Cuando quise darme cuenta, me había enfrascado tanto en su lectura que comencé a sentir la agonía que sentí en aquellos momentos.
Aquellos primeros besos, primeras caricias, aquel primer te quiero que salió de nuestros labios, aquel ocho de agosto, las discusiones, las mentiras, y el final.
Y la hoguera en la aquellos dos años quedaron destruidos como si nunca hubieran existido.
Pienso en cómo hemos cambiado, tanto tiempo después.
Pienso en todas las cosas que aprendí contigo.
Pienso en lo malo... y entonces vuelvo al presente.
Y la puerta entreabierta se cierra de golpe y es cubierta suavemente por las rosas del hermoso rosal en que vivo ahora.
A veces pienso que debería quemarlo.
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