Abro el sobre.
Meto los tallarines en el agua. 3 minutos.
Condimento.
Remuevo con la cuchara de madera y el suave humo producto del calor que desprende la cena me golpea del mismo modo que lo hace un bate.
Por un momento le recuerdo esperando tranquilamente sentado, hablando de algo insustancial y siento su mirada clavada en la espalda.
Abro los ojos.
Tomo el bol y vierto el ramen de pato en él. Se llena hasta el borde, porque es la primera vez que lo tomo sola y no he calculado bien.
Me giro.
Una mesa, un mantel individual y unos palillos chinos me esperan.
Y un portátil.
Sonrío, me siento y veo el suave parpadear naranja en la pantalla.
Tú me esperas también para cenar.
Entonces soy consciente de todo.
De ti. De cómo haces que una cena solitaria de viernes noche se convierta en un agradable momento. De cómo me iluminas incluso a través de una pantalla de ordenador.
Soy entonces consciente de cómo ha cambiado todo, y del rumbo que hemos tomado.
Y me encanta.
No puedo quitarme esa estúpida sonrisa de la cara.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
jueves, 18 de noviembre de 2010
Isabelle.
Depresión.
Paranoia
Drogadicción.
Trastornos alimentarios.
Intentos de suicidio. Automutilación.
Insonmio, pesadillas, fobia al contacto.
Muerte en vida.
Obligación de permanecer callado, por miles de razones.
No comprensión de qué ocurre pero consciencia de que éso no está bien. De que hay algo que no debería estar ahí.
Y cuando por fin hablan, se permiten el lujo de llorar, de expresarse, de contar toda la putrefacción que llevan dentro, se les ignora, no se dá crédito, se llega a decir que "no hagan montañas de arena" o ni siquiera contestan.
Eso la familia, amigos y personas cercanas.
La justicia, por su parte, pone en duda todo lo que se dice, hace repetir hasta la saciedad cada minucia como si fuera morboso. Cada vomitiva caricia, cada golpe, cada muerte, relatada por la víctima que logró salir del infierno.
La obligan a revivirlo una y otra vez, a saber con qué extraña razón.
Pero no acaba ahí la cosa, porque el que sobrevive al delito tiene un tiempo para denunciarlo, y si no lo hace prescribe. Es decir, se pierde en el olvido, como si nunca hubiera ocurrido. Y si tiene la osadía de denunciar, de hacer frente a todo el proceso reviviendo cada día el horror, si aún sobrevive a las crisis de ansiedad... tendrá suerte si la condena es lo suficientemente larga como para no a ver al cerdo que la hizo un muerto viviente.
Hablo, por supuesto, del incesto y la pederastia. No, no es lo mismo.
Las consecuencias son similares, pero no es el mismo sentimiento ni reacción si ocurre bajo el mismo techo, porque cuesta creer que un familiar nuestro monte a nuestra hija, ¿verdad? Mucho más fácil ignorar que ese tío que viene a jugar al ajedrez alegremente es quien aniquila la infancia de su sobrino cada noche. Es más fácil guardar silencio y que el escándalo se borre por sí solo.
La pederastia, cuando viene de fuera, se "acepta" mejor. O eso dicen.
Ayer, terminé un libro: La primera vez tenía seis años, de Isabelle Aubry.
Simplemente desgarrador, es el relato de una vida marcada por más de una década de incesto por parte de su padre. Es la lucha que ha llevado para evitar, como tantos otros niños, lanzarse por la ventana, el puente o meterse con un secador en la bañera. Ella, como tantos, aprendió a vivir con el recuerdo del abuso sexual y consagró su vida a evitar que más niños tengan que pasar por la vida que a ella le tocó.
Aprender a vivir después de la muerte es la más dificil de las tareas.
Paranoia
Drogadicción.
Trastornos alimentarios.
Intentos de suicidio. Automutilación.
Insonmio, pesadillas, fobia al contacto.
Muerte en vida.
Obligación de permanecer callado, por miles de razones.
No comprensión de qué ocurre pero consciencia de que éso no está bien. De que hay algo que no debería estar ahí.
Y cuando por fin hablan, se permiten el lujo de llorar, de expresarse, de contar toda la putrefacción que llevan dentro, se les ignora, no se dá crédito, se llega a decir que "no hagan montañas de arena" o ni siquiera contestan.
Eso la familia, amigos y personas cercanas.
La justicia, por su parte, pone en duda todo lo que se dice, hace repetir hasta la saciedad cada minucia como si fuera morboso. Cada vomitiva caricia, cada golpe, cada muerte, relatada por la víctima que logró salir del infierno.
La obligan a revivirlo una y otra vez, a saber con qué extraña razón.
Pero no acaba ahí la cosa, porque el que sobrevive al delito tiene un tiempo para denunciarlo, y si no lo hace prescribe. Es decir, se pierde en el olvido, como si nunca hubiera ocurrido. Y si tiene la osadía de denunciar, de hacer frente a todo el proceso reviviendo cada día el horror, si aún sobrevive a las crisis de ansiedad... tendrá suerte si la condena es lo suficientemente larga como para no a ver al cerdo que la hizo un muerto viviente.
Hablo, por supuesto, del incesto y la pederastia. No, no es lo mismo.
Las consecuencias son similares, pero no es el mismo sentimiento ni reacción si ocurre bajo el mismo techo, porque cuesta creer que un familiar nuestro monte a nuestra hija, ¿verdad? Mucho más fácil ignorar que ese tío que viene a jugar al ajedrez alegremente es quien aniquila la infancia de su sobrino cada noche. Es más fácil guardar silencio y que el escándalo se borre por sí solo.
La pederastia, cuando viene de fuera, se "acepta" mejor. O eso dicen.
Ayer, terminé un libro: La primera vez tenía seis años, de Isabelle Aubry.
Simplemente desgarrador, es el relato de una vida marcada por más de una década de incesto por parte de su padre. Es la lucha que ha llevado para evitar, como tantos otros niños, lanzarse por la ventana, el puente o meterse con un secador en la bañera. Ella, como tantos, aprendió a vivir con el recuerdo del abuso sexual y consagró su vida a evitar que más niños tengan que pasar por la vida que a ella le tocó.
Aprender a vivir después de la muerte es la más dificil de las tareas.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Tristeza
Tristeza.
Estrés. Nerviosismo. Insomnio.
Lágrimas.
Esa presencia inexplicable que amenaza con destruirlo todo.
Dolor, falta de aire y miedo.
Miedos que se van y otros que aparecen de la nada.
Ayer, me libré de tener que volver a sacar la espada y poner contra ella y la pared a alguien a quien quiero.
Ayer, ví fantasmas donde dices que no los hay.
Quizá por todo o quizá por nada necesito que me digas lo que sientes, que me apoyes, que me busques, me tomes de la mano y vuelvas a amarme.
Hace tiempo que no te siento a mi lado de la misma manera, y sé que ésto va a temporadas, es así como debe ir.
Celos, paranoia.
Quizá sea eso. ¿Inflexión? ¿Tan pronto se va a instaurar el fantasma de la rutina?
Claro que quiero seguir poniendo empeño en ésto, y quiero que tú también lo sigas poniendo, porque aún nos quedan muchas cosas por vivir juntos.
Pero necesito sinceridad, necesito amor, tardes de conversación, chocolate y mimos.
No se porqué tu mirada cambió hace poco. Ahora tiene más luz y no comprendo porqué precisamente ahora, despues de casi cinco meses...
Sí, llevamos un mes de locos.
Estrés. Nerviosismo. Insomnio.
Lágrimas.
Esa presencia inexplicable que amenaza con destruirlo todo.
Dolor, falta de aire y miedo.
Miedos que se van y otros que aparecen de la nada.
Ayer, me libré de tener que volver a sacar la espada y poner contra ella y la pared a alguien a quien quiero.
Ayer, ví fantasmas donde dices que no los hay.
Quizá por todo o quizá por nada necesito que me digas lo que sientes, que me apoyes, que me busques, me tomes de la mano y vuelvas a amarme.
Hace tiempo que no te siento a mi lado de la misma manera, y sé que ésto va a temporadas, es así como debe ir.
Celos, paranoia.
Quizá sea eso. ¿Inflexión? ¿Tan pronto se va a instaurar el fantasma de la rutina?
Claro que quiero seguir poniendo empeño en ésto, y quiero que tú también lo sigas poniendo, porque aún nos quedan muchas cosas por vivir juntos.
Pero necesito sinceridad, necesito amor, tardes de conversación, chocolate y mimos.
No se porqué tu mirada cambió hace poco. Ahora tiene más luz y no comprendo porqué precisamente ahora, despues de casi cinco meses...
Sí, llevamos un mes de locos.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Esta vez por tí. ^^
Aún recuerdo la impotencia que se siente cuando ves apagarse la llama que ha sido lo más importante para tí durante los últimos años. Esa impotencia que te va comiendo poco a poco, que te hace pensar que el amor no existe, que sólo es una mera ilusión y que has estado ciega todo ese tiempo.
Es como despertar de un sueño del que hace relativamente poco no querías despertar. Como escuchar el despertador y agarrarte con todas tus fuerzas al subconsciente hasta que inevitablemente abres los ojos.
No puedes hacerte una idea de lo que me duele verte así.
Perdida, sin saber qué camino coger, si vale más lo malo conocido o lo bueno por conocer.
Sin comprender del todo cómo has llegado a esa maldita bifurcación que te quita el sueño por las noches, pensando en dar media vuelta y retroceder pero sin poder hacerlo.
Enamorándote de quien no debes pero sin fuerzas para frenar un corazón cansado de estar atado. Un corazón que se asfixia cuantos más minutos pasa encerrado.
Haz caso a ese corazoncito, aunque corras el riesgo de perder. Sabes de sobra lo que quieres pero el miedo te está frenando.
El miedo a quedarte sola y encima haber perdido dos personas maravillosas que encontrarán consuelo en otros brazos.
Desata tu interior y vuela tan alto como puedas, sé libre.
Porque llegará un día que no podrás permitirte serlo.
Arriesga, porque ha empezado a llover sobre esa llama.
Salta sin preocuparte, porque a las malas nosotras, al igual que mucha gente, estaremos ahí, contigo.
De Yamada para Misato.
Te quiero, nena. Ánimo.
Es como despertar de un sueño del que hace relativamente poco no querías despertar. Como escuchar el despertador y agarrarte con todas tus fuerzas al subconsciente hasta que inevitablemente abres los ojos.
No puedes hacerte una idea de lo que me duele verte así.
Perdida, sin saber qué camino coger, si vale más lo malo conocido o lo bueno por conocer.
Sin comprender del todo cómo has llegado a esa maldita bifurcación que te quita el sueño por las noches, pensando en dar media vuelta y retroceder pero sin poder hacerlo.
Enamorándote de quien no debes pero sin fuerzas para frenar un corazón cansado de estar atado. Un corazón que se asfixia cuantos más minutos pasa encerrado.
Haz caso a ese corazoncito, aunque corras el riesgo de perder. Sabes de sobra lo que quieres pero el miedo te está frenando.
El miedo a quedarte sola y encima haber perdido dos personas maravillosas que encontrarán consuelo en otros brazos.
Desata tu interior y vuela tan alto como puedas, sé libre.
Porque llegará un día que no podrás permitirte serlo.
Arriesga, porque ha empezado a llover sobre esa llama.
Salta sin preocuparte, porque a las malas nosotras, al igual que mucha gente, estaremos ahí, contigo.
De Yamada para Misato.
Te quiero, nena. Ánimo.
¡Felicidades!
Hoy es un dia especial. Rincón del delirio cumple seis meses.
Gracias a todos los que habitualmente visitais esta página, gracias a vosotros este espacio no se ha perdido en el olvido, porque, al fin y al cabo ¿Qué es un blog sin lectores? ^^
Espero que sigais participando y expresandoos.
Un saludo,
Rika-chan.
Gracias a todos los que habitualmente visitais esta página, gracias a vosotros este espacio no se ha perdido en el olvido, porque, al fin y al cabo ¿Qué es un blog sin lectores? ^^
Espero que sigais participando y expresandoos.
Un saludo,
Rika-chan.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Fragancia
Aquella tarde, después de vestirme, tomé ese bote de colonia frutal de la estanteria, llené de aire mis pulmones y sin cerrar los ojos me concentré en tu imagen y pulvericé la fragancia sobre mi ropa.
1, 2, 3 veces.
Solté el aire de mi interior y al volver a aspirar el suave olor se coló dentro de mí.
Noté la fuerza con que aquello intentó transportarme de nuevo a esos crueles brazos.
Esos brazos con los que me abrazaba. Con los que me rodeaba dandome un calor falso.
Esas manos... esas manos con las que me tallaba a su antojo como si fuera una estatua sin vida. Esas manos con las que sujetaba mi barbilla para darme besos vacíos.
Mientras pensaba en otra.
La fragancia no pudo transportarme allí, ni volverá a hacerlo.
Porque la herida ha sanado y la marca es inapreciable.
Me encanta la manera en que pintas de colores mis recuerdos grises.
Me encanta que te guste esa colonia...
1, 2, 3 veces.
Solté el aire de mi interior y al volver a aspirar el suave olor se coló dentro de mí.
Noté la fuerza con que aquello intentó transportarme de nuevo a esos crueles brazos.
Esos brazos con los que me abrazaba. Con los que me rodeaba dandome un calor falso.
Esas manos... esas manos con las que me tallaba a su antojo como si fuera una estatua sin vida. Esas manos con las que sujetaba mi barbilla para darme besos vacíos.
Mientras pensaba en otra.
La fragancia no pudo transportarme allí, ni volverá a hacerlo.
Porque la herida ha sanado y la marca es inapreciable.
Me encanta la manera en que pintas de colores mis recuerdos grises.
Me encanta que te guste esa colonia...
domingo, 7 de noviembre de 2010
Dos.
Simplemente quería saber porqué habíamos llegado a esto.
Porqué de repente se me venía el mundo encima.
Pero tenía miedo de esa respuesta, de la misma manera que al mediodía pensé que reaccionarías de manera diferente a como hiciste.
Me sorprendiste, eso fue todo.
Un cúmulo de sensaciones y pensamientos me abrumó y por eso el grifo empezó a chorrear, sin apenas darme tiempo para pararlo.
Era normal que te preocuparas por la razón de todo aquello, pero en el fondo todo resultó ser más simple de lo que pareció en un principio.
Al final volvimos a reirnos de todo eso, de nosotros mismos, de lo absurdo de la situación.
Quizá lo que nos pasa es que estamos tan acostumbrados a ser felpudos que el que alguien nos tenga en cuenta nos choca y buscamos sin cesar la trampa oculta entre tanta luz.
Claro que me haces feliz. Claro que te quiero. Claro que me importas.
Sólo espero ser capaz de corresponderte de la misma manera.
Porque esas lágrimas no eran de tristeza.
Porqué de repente se me venía el mundo encima.
Pero tenía miedo de esa respuesta, de la misma manera que al mediodía pensé que reaccionarías de manera diferente a como hiciste.
Me sorprendiste, eso fue todo.
Un cúmulo de sensaciones y pensamientos me abrumó y por eso el grifo empezó a chorrear, sin apenas darme tiempo para pararlo.
Era normal que te preocuparas por la razón de todo aquello, pero en el fondo todo resultó ser más simple de lo que pareció en un principio.
Al final volvimos a reirnos de todo eso, de nosotros mismos, de lo absurdo de la situación.
Quizá lo que nos pasa es que estamos tan acostumbrados a ser felpudos que el que alguien nos tenga en cuenta nos choca y buscamos sin cesar la trampa oculta entre tanta luz.
Claro que me haces feliz. Claro que te quiero. Claro que me importas.
Sólo espero ser capaz de corresponderte de la misma manera.
Porque esas lágrimas no eran de tristeza.
Uno.
Caminabas un metro por delante de mí, sin decir nada, sin mirarme siquiera.
Yo te seguía cual perrillo que ha sido castigado y no comprende porqué, sin atreverme a preguntar nada, intentando averiguar a dónde estabas llevándome.
Por un momento temí, viendo las señales que indican el camino, que me llevabas a mi bus.
Se me encogió el estómago.
Alcé la vista una vez más para clavarla en tu espalda. Sólo quería abrazarte y que sin ninguna razón me respondieras, me besaras y quitaras de mi cabeza el miedo irracional que poco a poco había empezado a brotar en mi interior.
Paso tras paso veía que eso no iba a pasar. Comencé a desesperarme e intenté buscar conversación aunque fuera absurda.
Tan sólo quería ver qué era lo que había hecho mal. Quería saber qué pensabas, porqué me sentía como si no fueras consciente de mi presencia y a dónde nos dirigíamos.
Tuve miedo, contigo delante. Mucho.
No me asustes así nunca más...
Yo te seguía cual perrillo que ha sido castigado y no comprende porqué, sin atreverme a preguntar nada, intentando averiguar a dónde estabas llevándome.
Por un momento temí, viendo las señales que indican el camino, que me llevabas a mi bus.
Se me encogió el estómago.
Alcé la vista una vez más para clavarla en tu espalda. Sólo quería abrazarte y que sin ninguna razón me respondieras, me besaras y quitaras de mi cabeza el miedo irracional que poco a poco había empezado a brotar en mi interior.
Paso tras paso veía que eso no iba a pasar. Comencé a desesperarme e intenté buscar conversación aunque fuera absurda.
Tan sólo quería ver qué era lo que había hecho mal. Quería saber qué pensabas, porqué me sentía como si no fueras consciente de mi presencia y a dónde nos dirigíamos.
Tuve miedo, contigo delante. Mucho.
No me asustes así nunca más...
jueves, 4 de noviembre de 2010
5 de noviembre
No hay palabras.
Las busco y rebusco, pero no las encuentro.
Y por mucho que intente escribir, se va a quedar corto, porque cada minuto que pasa tengo más claro que te has fundido en mi interior y que no voy a sacarte de ahí.
No comprendo lo que siento. Pensé que una vez que te rompen, no eres capaz de amar de la misma manera. Pensé que jamás me sentiría completamente segura al lado de alguien.
Pensé, simplemente, que jamás sería capaz de amarte con cada pedacito de mi ser.
Sin embargo, en este tiempo he descubierto que soy capaz de eso y de mucho más.
Quiero darte todo lo que tengo, quiero amarte como nunca te han amado y hacerte la persona más dichosa del planeta.
Quiero besarte tanto que no quieras dejarme nunca.
Quiero ser la luz que ilumina tu camino.
4 meses. 123 días. 2952 horas. 117120 minutos escribiendo contigo la más bonita de las historias. En nuestras manos está que no tenga final al igual que lo está el que no se nos acabe la tinta.
No hay palabras para expresarlo.
No las hay, porque ha latido tanto el corazón que para las manos es imposible escribir algo que describa cada sensación.
Te quiero. Mucho, mucho, mucho.
Las busco y rebusco, pero no las encuentro.
Y por mucho que intente escribir, se va a quedar corto, porque cada minuto que pasa tengo más claro que te has fundido en mi interior y que no voy a sacarte de ahí.
No comprendo lo que siento. Pensé que una vez que te rompen, no eres capaz de amar de la misma manera. Pensé que jamás me sentiría completamente segura al lado de alguien.
Pensé, simplemente, que jamás sería capaz de amarte con cada pedacito de mi ser.
Sin embargo, en este tiempo he descubierto que soy capaz de eso y de mucho más.
Quiero darte todo lo que tengo, quiero amarte como nunca te han amado y hacerte la persona más dichosa del planeta.
Quiero besarte tanto que no quieras dejarme nunca.
Quiero ser la luz que ilumina tu camino.
4 meses. 123 días. 2952 horas. 117120 minutos escribiendo contigo la más bonita de las historias. En nuestras manos está que no tenga final al igual que lo está el que no se nos acabe la tinta.
No hay palabras para expresarlo.
No las hay, porque ha latido tanto el corazón que para las manos es imposible escribir algo que describa cada sensación.
Te quiero. Mucho, mucho, mucho.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)