1 de enero de 2010.
Tras las uvas, los besos, los abrazos y las felicitaciones a quien tienes más cerca, llegó el brindis.
Deseé al brindar que la puerta del infierno no volviera a abrirse y puse un candado en ella. Deseé que las cosas se arreglaran, que todo volviera a ser como al principio... o que todo terminara, pero estaba cansada de la monotonía y quería un cambio.
Los seis primeros meses trascurrieron sin novedad alguna, con dias grises y no tan grises, pero siempre con los mismos tonos.
Cuando quise darme cuenta, el cambio se presentó.
Con la llegada del verano, el año comenzó a ser año. Pensé por un momento que el candado que coloqué iba a romperse, que volvería a sufrir como el año anterior... pense tantas cosas, que cuando decidí dar el salto deseé volver al brindis y pedir un deseo diferente...
Esta noche, con cada campanada que suene, desaparecerá un recuerdo y pondré un candado en cada puerta, para que no vuelvan a abrirse nunca.
Esta noche, diré por fin adiós a tantas cosas que ni yo me lo creo.
Esta noche, comenzará un año marcado por los cambios del 2010.
Comenzará un año que espero que sea el primero de muchos, porque veranos como este son inolvidables, porque no hay nadie como tú, y porque este año tendrá sentido si formas parte de él.
Feliz año nuevo a todos.
viernes, 31 de diciembre de 2010
jueves, 30 de diciembre de 2010
Bloqueo mental
Un grito de la vecina me sacó esta mañana de los brazos de morfeo.
Hora de levantarse...
Me senté en la cama después de hacer acopio de todas las fuerzas que tengo y aún así parecía no ser suficiente.
Hoy es uno de esos dias en los que si el mundo se acabara me daría igual. De casa al trabajo y del trabajo a casa, a estudiar temario insulso y sin sentido para mi futuro profesional.
Estoy más que harta de todo esto. Quiero tranquilidad, quiero encontrar un sentido para algo que ha dejado de tenerlo como de la noche a la mañana.
Desearía poder, por un día al menos, quedarme en la cama y que nadie, absolutamente nadie, pasara lo que pasara, me sacara de ella.
Porque a veces soy mas feliz en sueños.
Hora de levantarse...
Me senté en la cama después de hacer acopio de todas las fuerzas que tengo y aún así parecía no ser suficiente.
Hoy es uno de esos dias en los que si el mundo se acabara me daría igual. De casa al trabajo y del trabajo a casa, a estudiar temario insulso y sin sentido para mi futuro profesional.
Estoy más que harta de todo esto. Quiero tranquilidad, quiero encontrar un sentido para algo que ha dejado de tenerlo como de la noche a la mañana.
Desearía poder, por un día al menos, quedarme en la cama y que nadie, absolutamente nadie, pasara lo que pasara, me sacara de ella.
Porque a veces soy mas feliz en sueños.
lunes, 27 de diciembre de 2010
A ti.
Hoy es otro año más 27 de diciembre.
Hoy, ella se levantó temprano para ir a la iglesia.
Hoy limpia la casa para no pensar.
Hoy yo recuerdo cómo me hacías pan con chocolate para merendar.
Recuerdo cómo me mirabas pintar durante horas, admirabas mis obras de niña y me regañabas cuando no quería comer verduras.
Recuerdo cómo me escondía debajo de la mesa cuando me ibas a bañar, y siempre me sacabas de allí haciéndome cosquillas.
Recuerdo cómo me despertabas pasara lo que pasara para asomarnos a la ventana a ver pasar el camión de la basura, porque sabías que me hacía ilusión ver cómo limpiaban las calles.
Recuerdo también cada noche que dormíamos juntas y me leías cuentos protagonizados por ardillas tacañas.
El último recuerdo que tengo de tí es volando hacia el mar aquella mañana después de un largo viaje.
Ni siquiera sabía en aquel momento que eras tú.
Nunca olvidaré las cosas buenas que me enseñaste. Fuiste una luchadora aunque al final te ganaron la batalla.
Espero haber heredado de tí esa fuerza sobrehumana.
Otro año más, aunque no lo oigas... te quiero, yaya. Gracias.
Hoy, ella se levantó temprano para ir a la iglesia.
Hoy limpia la casa para no pensar.
Hoy yo recuerdo cómo me hacías pan con chocolate para merendar.
Recuerdo cómo me mirabas pintar durante horas, admirabas mis obras de niña y me regañabas cuando no quería comer verduras.
Recuerdo cómo me escondía debajo de la mesa cuando me ibas a bañar, y siempre me sacabas de allí haciéndome cosquillas.
Recuerdo cómo me despertabas pasara lo que pasara para asomarnos a la ventana a ver pasar el camión de la basura, porque sabías que me hacía ilusión ver cómo limpiaban las calles.
Recuerdo también cada noche que dormíamos juntas y me leías cuentos protagonizados por ardillas tacañas.
El último recuerdo que tengo de tí es volando hacia el mar aquella mañana después de un largo viaje.
Ni siquiera sabía en aquel momento que eras tú.
Nunca olvidaré las cosas buenas que me enseñaste. Fuiste una luchadora aunque al final te ganaron la batalla.
Espero haber heredado de tí esa fuerza sobrehumana.
Otro año más, aunque no lo oigas... te quiero, yaya. Gracias.
domingo, 26 de diciembre de 2010
Nochebuena.
Nochebuena.
Otro año más la casa se llena con el olor a cordero asado tan típico y que comienzo a aborrecer de la misma manera que aborrezco el circo en que se convierte por una noche cada comensal.
La tranquilidad relativa que reina constantemente en la casa se ve de repente rota por el riudo del timbre que indica la llegada de algunos invitados.
Los primeros en llegar, como siempre, los tios.
El tio, cada año más gordo y cada año más ruidoso, acompañado de su fiel instrumento musical que consiste en una botella vacía de anís La Castellana y una cuchara, y cantando villancicos desafinados.
Dolor de cabeza asegurado para cualquiera que se encuentre alrededor.
La tía, como siempre riéndole las gracias pero sin ocurrírsele jamás la idea de quitarle la botella a pesar de que sus timpanos peligran de igual modo. Así que callada a su lado aguanta como cada día el chaparrón constante.
Durante la cena, el tío saca su vino, que siempre es mejor que el que hay en la casa, porque segun su criterio, es un gran catador, y el vino lo pone él de su casa,olvidándose por supuesto de cualquier educación al respecto cuando vas a una casa ajena.
Comienza a beber.
El cordero asado y otros manjares típicos que se encuentran todo el año mucho más baratos llenan la mesa.
Todos comemos mucho y conversaciones de temas vanales llenan el ambiente, procurando evitar algunos como política, fútbol o inmigración. Sin embargo, evitar temas controvertidos no evita que el tio, de nuevo como cada año, crea que sabe todo de todo y haya que darle la razón con el fin de hacerlo callar.
Por supuesto se critica la comida que tanto trabajo ha llevado a la anfitriona. Que, dicho sea de paso, siempre hace lo mismo porque si varía el menú lo más mínimo, las críticas son aún peores.
Y sigue bebiendo.
Para cuando llega el postre, el vino ya ha hecho suficiente efecto y hay que reirle las gracias sin gracia que haga si no quieres problemas.
Pero nunca termina la cena de nochebuena sin un buen café decorado...de un gran corrito de coñac.
Entonces todos siguen las gracias, porque a todos se les empieza a subir la tontería y el circo llega a su clímax en estos momentos que cada año se repiten.
Las risas hirientes, los comentarios absurdos y el burlarse de los fallos ajenos pasan entonces a ser tema de conversación.
Cuando por fin se van todos, entonces, sólo entonces, te das cuenta de que la nochebuena apesta, que todo se hace por cumplir y la hipocresía es reina por unas horas de todo lo que te rodea.
Feliz Navidad.
Otro año más la casa se llena con el olor a cordero asado tan típico y que comienzo a aborrecer de la misma manera que aborrezco el circo en que se convierte por una noche cada comensal.
La tranquilidad relativa que reina constantemente en la casa se ve de repente rota por el riudo del timbre que indica la llegada de algunos invitados.
Los primeros en llegar, como siempre, los tios.
El tio, cada año más gordo y cada año más ruidoso, acompañado de su fiel instrumento musical que consiste en una botella vacía de anís La Castellana y una cuchara, y cantando villancicos desafinados.
Dolor de cabeza asegurado para cualquiera que se encuentre alrededor.
La tía, como siempre riéndole las gracias pero sin ocurrírsele jamás la idea de quitarle la botella a pesar de que sus timpanos peligran de igual modo. Así que callada a su lado aguanta como cada día el chaparrón constante.
Durante la cena, el tío saca su vino, que siempre es mejor que el que hay en la casa, porque segun su criterio, es un gran catador, y el vino lo pone él de su casa,olvidándose por supuesto de cualquier educación al respecto cuando vas a una casa ajena.
Comienza a beber.
El cordero asado y otros manjares típicos que se encuentran todo el año mucho más baratos llenan la mesa.
Todos comemos mucho y conversaciones de temas vanales llenan el ambiente, procurando evitar algunos como política, fútbol o inmigración. Sin embargo, evitar temas controvertidos no evita que el tio, de nuevo como cada año, crea que sabe todo de todo y haya que darle la razón con el fin de hacerlo callar.
Por supuesto se critica la comida que tanto trabajo ha llevado a la anfitriona. Que, dicho sea de paso, siempre hace lo mismo porque si varía el menú lo más mínimo, las críticas son aún peores.
Y sigue bebiendo.
Para cuando llega el postre, el vino ya ha hecho suficiente efecto y hay que reirle las gracias sin gracia que haga si no quieres problemas.
Pero nunca termina la cena de nochebuena sin un buen café decorado...de un gran corrito de coñac.
Entonces todos siguen las gracias, porque a todos se les empieza a subir la tontería y el circo llega a su clímax en estos momentos que cada año se repiten.
Las risas hirientes, los comentarios absurdos y el burlarse de los fallos ajenos pasan entonces a ser tema de conversación.
Cuando por fin se van todos, entonces, sólo entonces, te das cuenta de que la nochebuena apesta, que todo se hace por cumplir y la hipocresía es reina por unas horas de todo lo que te rodea.
Feliz Navidad.
domingo, 19 de diciembre de 2010
Noche.
En la soledad de la parte alta del castillo comienza de pronto a brotar un rio que será bautizado con el nombre de Lujuria.
Subí para contemplar semejante acontecimiento y la visión me dejó anonadada.
El líquido manaba pesadamente de la unión de dos entes de terciopelo y al deslizarse los dotaba de movimientos imposibles.
No pude retirar la vista de aquella sensual imagen y mi mente comenzó entonces a volar.
Me encontré suspendida en el aire a varios metros de altura en un cielo nocturno y tenebroso que cegaba a la vez con la luz más blanca que pudieras imaginar.
El aire no se filtraba en mi interior y la sensación de asfixia sin embargo no me pareció horrible. El calor de tacto indescriptible sobrepasaba los límites de lo real y mientras duró el éxtasis me desprendí momentaneamente de toda cárcel llamada cuerpo.
Entonces descendí de nuevo a la consciencia entre jadeos disfrutando de aquella gloriosa sensación.
Levanté la vista cuando pude por fin enfocar y al clavarse nuestros ojos necesité con urgencia sentirme atrapada entre tus brazos y llenar mis pulmones con tu fragancia especiada.
Desperté con el paso de las horas entre el suave calor de tu cuerpo y la nube de plumas en la que mi cama se transforma cada vez que te adentras en ella.
Estudié cada uno de los movimientos que realizas cuando duermes, observé cada curva, cada pestaña, cada suave aliento que salía de tu interior, cada centímetro de tu perfección matutina mientras me debatí conmigo misma entre la necesidad de arrebatarte de los brazos de Morfeo o dejarte en ellos con la paz que reflejaba tu rostro.
Finalmente fuiste tú quien abandonó a Morfeo para venir a la consciencia conmigo en una jornada paradisíaca, y juntos pusimos la guinda a una noche espléndida.
Fue un fin de semana mágico. Como cada momento que paso contigo.
Subí para contemplar semejante acontecimiento y la visión me dejó anonadada.
El líquido manaba pesadamente de la unión de dos entes de terciopelo y al deslizarse los dotaba de movimientos imposibles.
No pude retirar la vista de aquella sensual imagen y mi mente comenzó entonces a volar.
Me encontré suspendida en el aire a varios metros de altura en un cielo nocturno y tenebroso que cegaba a la vez con la luz más blanca que pudieras imaginar.
El aire no se filtraba en mi interior y la sensación de asfixia sin embargo no me pareció horrible. El calor de tacto indescriptible sobrepasaba los límites de lo real y mientras duró el éxtasis me desprendí momentaneamente de toda cárcel llamada cuerpo.
Entonces descendí de nuevo a la consciencia entre jadeos disfrutando de aquella gloriosa sensación.
Levanté la vista cuando pude por fin enfocar y al clavarse nuestros ojos necesité con urgencia sentirme atrapada entre tus brazos y llenar mis pulmones con tu fragancia especiada.
Desperté con el paso de las horas entre el suave calor de tu cuerpo y la nube de plumas en la que mi cama se transforma cada vez que te adentras en ella.
Estudié cada uno de los movimientos que realizas cuando duermes, observé cada curva, cada pestaña, cada suave aliento que salía de tu interior, cada centímetro de tu perfección matutina mientras me debatí conmigo misma entre la necesidad de arrebatarte de los brazos de Morfeo o dejarte en ellos con la paz que reflejaba tu rostro.
Finalmente fuiste tú quien abandonó a Morfeo para venir a la consciencia conmigo en una jornada paradisíaca, y juntos pusimos la guinda a una noche espléndida.
Fue un fin de semana mágico. Como cada momento que paso contigo.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Lunes
Otra mañana que tengo más sueño que frio a la que camino hacia la parada del autobús pienso en lo bien que estaba hace apenas un rato dentro de mi cama.
Sin embargo esta mañana encuentro la cama vacía de nuevo al despertar.
El asiento del bus está tan condenadamente frío que doy un salto al sentarme por el sobresalto que me causa.
Tengo que correr para coger el primer tren.
Un señor desvergonzado se me adelanta y roba el sitio habitual en que viajo, así que tengo que sentarme al otro lado de la puerta que separa dos de los vagones del tren.
Consecuencia directa de lo anterior es que cada vez que alguien abre esa puerta, el sonido que arma se me clavaba en los oidos por encima de la música tenue que pongo en mis cascos. Y además, una oleada de aire frío matinal me golpea, impidiéndome a toda costa el sueño.
Llego a la estación donde trasbordo.
El tren me deja demasiado alante así que me confundo de dirección y tengo que desandar lo andado cuando me doy cuenta.
Subo las escaleras donde nos encontramos cada mañana... y recuerdo entonces que hoy no vendrás.
Me monto cabizbaja en el tren que me lleva a mi destino por fin y mientras leo el periódico siento cómo mis párpados van pesando cual persianas del hierro más pesado que puedas imaginar. A duras penas consigo aguantar el viaje, pero finalmente no puedo soportar el peso y caen durante la primera clase de la mañana.
Horas más tarde hasta la música se pone en mi contra, haciéndome sentir cada vez peor según avanzaban los minutos.
Me dedico a pensar en uno de los fines de semana más cortos mientras deseo que este lunes acabe lo antes posible...
Asco de lunes....
Sin embargo esta mañana encuentro la cama vacía de nuevo al despertar.
El asiento del bus está tan condenadamente frío que doy un salto al sentarme por el sobresalto que me causa.
Tengo que correr para coger el primer tren.
Un señor desvergonzado se me adelanta y roba el sitio habitual en que viajo, así que tengo que sentarme al otro lado de la puerta que separa dos de los vagones del tren.
Consecuencia directa de lo anterior es que cada vez que alguien abre esa puerta, el sonido que arma se me clavaba en los oidos por encima de la música tenue que pongo en mis cascos. Y además, una oleada de aire frío matinal me golpea, impidiéndome a toda costa el sueño.
Llego a la estación donde trasbordo.
El tren me deja demasiado alante así que me confundo de dirección y tengo que desandar lo andado cuando me doy cuenta.
Subo las escaleras donde nos encontramos cada mañana... y recuerdo entonces que hoy no vendrás.
Me monto cabizbaja en el tren que me lleva a mi destino por fin y mientras leo el periódico siento cómo mis párpados van pesando cual persianas del hierro más pesado que puedas imaginar. A duras penas consigo aguantar el viaje, pero finalmente no puedo soportar el peso y caen durante la primera clase de la mañana.
Horas más tarde hasta la música se pone en mi contra, haciéndome sentir cada vez peor según avanzaban los minutos.
Me dedico a pensar en uno de los fines de semana más cortos mientras deseo que este lunes acabe lo antes posible...
Asco de lunes....
jueves, 9 de diciembre de 2010
9 de diciembre
Aquella tarde no pude quedarme a la clase de inglés.
Me había propuesto no ir yo a buscarte y esperar a que vinieras tú, ya que la decisión había sido tuya, pero cuando me senté en el pupitre...
No recuerdo cómo de repente estaba con el dedo pegado a tu timbre y haciéndolo sonar. Una sola vez, muy suave.
Quise dar media vuelta, e iba a hacerlo cuando la puerta se abrió y entré, por última vez, a aquella casa.
Los dieciseis escalones de bajada se me hicieron más largos que nunca y te mostraste sorprendido cuando abrí la puerta de tu habitación.
Salimos a dar un paseo con las cosas por arreglar pero sin atrevernos a empezar.
Era plenamente consciente de la enorme piedra que estaba por caer, tendida encima de mi cabeza con un frágil hilo de coser que se deshilachaba por momentos.
Cada paso que daba me acercaba más al final de nuestro camino. Sabía que ibas a dejar caer la losa sobre mí, e intentaba inútilmente esquivarla a pesar de que no tenía opción.
Escuché esas palabras, sentí cómo el huracán era desatado y el hilo se quebraba dejando caer todo el peso del mundo sobre mí.
Levanté la vista y la crucé con tus ojos azules con la esperanza vana de que aún quedara algo de luz en ellos que viniera a evitar mi rotura inminente.
No hubo esa suerte.
Te ví hablar pero no escuché qué decías. El sonido de derrumbe era tan fuerte que eclipsaba todo lo demás.
Entonces, todo fué gris...
Hoy es otra vez ese aniversario.
Hoy saco de mi pecho al corazón y observo con cautela los restos que quedan de esa cicatriz. Al rozarlos con los dedos, aún se estremece de miedo.
Pero sé que aquello pasó, que no volverá, que la cicatriz está curada y que la puerta está cerrada.
Y me alegro, porque ahora mi mundo es de miles de colores...
Me había propuesto no ir yo a buscarte y esperar a que vinieras tú, ya que la decisión había sido tuya, pero cuando me senté en el pupitre...
No recuerdo cómo de repente estaba con el dedo pegado a tu timbre y haciéndolo sonar. Una sola vez, muy suave.
Quise dar media vuelta, e iba a hacerlo cuando la puerta se abrió y entré, por última vez, a aquella casa.
Los dieciseis escalones de bajada se me hicieron más largos que nunca y te mostraste sorprendido cuando abrí la puerta de tu habitación.
Salimos a dar un paseo con las cosas por arreglar pero sin atrevernos a empezar.
Era plenamente consciente de la enorme piedra que estaba por caer, tendida encima de mi cabeza con un frágil hilo de coser que se deshilachaba por momentos.
Cada paso que daba me acercaba más al final de nuestro camino. Sabía que ibas a dejar caer la losa sobre mí, e intentaba inútilmente esquivarla a pesar de que no tenía opción.
Escuché esas palabras, sentí cómo el huracán era desatado y el hilo se quebraba dejando caer todo el peso del mundo sobre mí.
Levanté la vista y la crucé con tus ojos azules con la esperanza vana de que aún quedara algo de luz en ellos que viniera a evitar mi rotura inminente.
No hubo esa suerte.
Te ví hablar pero no escuché qué decías. El sonido de derrumbe era tan fuerte que eclipsaba todo lo demás.
Entonces, todo fué gris...
Hoy es otra vez ese aniversario.
Hoy saco de mi pecho al corazón y observo con cautela los restos que quedan de esa cicatriz. Al rozarlos con los dedos, aún se estremece de miedo.
Pero sé que aquello pasó, que no volverá, que la cicatriz está curada y que la puerta está cerrada.
Y me alegro, porque ahora mi mundo es de miles de colores...
miércoles, 8 de diciembre de 2010
E.
Sé que en algún momento leerás esto, porque sé que aunque no lo digas me visitas.
Sólo quiero hacerte saber que he decidido cortar todo contacto durante un tiempo indefinido, por varias razones.
La primera, porque no pienso permitir que seas causa de más noches como esta.
La segunda y no por ello menos importante, porque considero que la amistad que intento recuperar es imposible si sólo yo pongo de mi parte. La base es la confianza, y puesto que no la hay, mejor no malgastar fuerzas.
La tercera, está visto que no nos necesitamos. Estamos mejor haciendo cada uno nuestro camino. Tú tienes tu vida, y yo la mia. Y puesto que ésto es así, no pienso permitir que una palabra haga tambalearse el mundo entero.
Nada más que añadir.
Un cordial saludo. Rika-chan.
Sólo quiero hacerte saber que he decidido cortar todo contacto durante un tiempo indefinido, por varias razones.
La primera, porque no pienso permitir que seas causa de más noches como esta.
La segunda y no por ello menos importante, porque considero que la amistad que intento recuperar es imposible si sólo yo pongo de mi parte. La base es la confianza, y puesto que no la hay, mejor no malgastar fuerzas.
La tercera, está visto que no nos necesitamos. Estamos mejor haciendo cada uno nuestro camino. Tú tienes tu vida, y yo la mia. Y puesto que ésto es así, no pienso permitir que una palabra haga tambalearse el mundo entero.
Nada más que añadir.
Un cordial saludo. Rika-chan.
domingo, 5 de diciembre de 2010
¿Por qué te quiero?
Porque me das amor.
Porque me das besitos, me abrazas, me mimas...
Porque nada es complicado cuando te tengo cerca.
Porque contigo puedo superar cualquier cosa.
Porque desde que llegaste el gris no existe en la paleta de colores con que pinto mi mundo.
Porque me emociono cuando te veo llegar entre la multitud madrileña.
Porque a tu lado me siento invencible.
Porque haces que sólo sepa hablar con el corazón por delante.
Por tí movería el mundo, abriría los mares si me lo pidieras y te bajaría la Luna para perdernos eternamente en ella.
Me obsesiono con pintar sonrisas en tu cara y rescatarte de la espantosa nada cada vez que te encuentras triste.
Siento que sueño cuando me meces en tus brazos en esos momentos en los que sólo somos tú y yo...
¿Y aún pregúntas?...
Porque me das besitos, me abrazas, me mimas...
Porque nada es complicado cuando te tengo cerca.
Porque contigo puedo superar cualquier cosa.
Porque desde que llegaste el gris no existe en la paleta de colores con que pinto mi mundo.
Porque me emociono cuando te veo llegar entre la multitud madrileña.
Porque a tu lado me siento invencible.
Porque haces que sólo sepa hablar con el corazón por delante.
Por tí movería el mundo, abriría los mares si me lo pidieras y te bajaría la Luna para perdernos eternamente en ella.
Me obsesiono con pintar sonrisas en tu cara y rescatarte de la espantosa nada cada vez que te encuentras triste.
Siento que sueño cuando me meces en tus brazos en esos momentos en los que sólo somos tú y yo...
¿Y aún pregúntas?...
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Ramen
Abro el sobre.
Meto los tallarines en el agua. 3 minutos.
Condimento.
Remuevo con la cuchara de madera y el suave humo producto del calor que desprende la cena me golpea del mismo modo que lo hace un bate.
Por un momento le recuerdo esperando tranquilamente sentado, hablando de algo insustancial y siento su mirada clavada en la espalda.
Abro los ojos.
Tomo el bol y vierto el ramen de pato en él. Se llena hasta el borde, porque es la primera vez que lo tomo sola y no he calculado bien.
Me giro.
Una mesa, un mantel individual y unos palillos chinos me esperan.
Y un portátil.
Sonrío, me siento y veo el suave parpadear naranja en la pantalla.
Tú me esperas también para cenar.
Entonces soy consciente de todo.
De ti. De cómo haces que una cena solitaria de viernes noche se convierta en un agradable momento. De cómo me iluminas incluso a través de una pantalla de ordenador.
Soy entonces consciente de cómo ha cambiado todo, y del rumbo que hemos tomado.
Y me encanta.
No puedo quitarme esa estúpida sonrisa de la cara.
Meto los tallarines en el agua. 3 minutos.
Condimento.
Remuevo con la cuchara de madera y el suave humo producto del calor que desprende la cena me golpea del mismo modo que lo hace un bate.
Por un momento le recuerdo esperando tranquilamente sentado, hablando de algo insustancial y siento su mirada clavada en la espalda.
Abro los ojos.
Tomo el bol y vierto el ramen de pato en él. Se llena hasta el borde, porque es la primera vez que lo tomo sola y no he calculado bien.
Me giro.
Una mesa, un mantel individual y unos palillos chinos me esperan.
Y un portátil.
Sonrío, me siento y veo el suave parpadear naranja en la pantalla.
Tú me esperas también para cenar.
Entonces soy consciente de todo.
De ti. De cómo haces que una cena solitaria de viernes noche se convierta en un agradable momento. De cómo me iluminas incluso a través de una pantalla de ordenador.
Soy entonces consciente de cómo ha cambiado todo, y del rumbo que hemos tomado.
Y me encanta.
No puedo quitarme esa estúpida sonrisa de la cara.
jueves, 18 de noviembre de 2010
Isabelle.
Depresión.
Paranoia
Drogadicción.
Trastornos alimentarios.
Intentos de suicidio. Automutilación.
Insonmio, pesadillas, fobia al contacto.
Muerte en vida.
Obligación de permanecer callado, por miles de razones.
No comprensión de qué ocurre pero consciencia de que éso no está bien. De que hay algo que no debería estar ahí.
Y cuando por fin hablan, se permiten el lujo de llorar, de expresarse, de contar toda la putrefacción que llevan dentro, se les ignora, no se dá crédito, se llega a decir que "no hagan montañas de arena" o ni siquiera contestan.
Eso la familia, amigos y personas cercanas.
La justicia, por su parte, pone en duda todo lo que se dice, hace repetir hasta la saciedad cada minucia como si fuera morboso. Cada vomitiva caricia, cada golpe, cada muerte, relatada por la víctima que logró salir del infierno.
La obligan a revivirlo una y otra vez, a saber con qué extraña razón.
Pero no acaba ahí la cosa, porque el que sobrevive al delito tiene un tiempo para denunciarlo, y si no lo hace prescribe. Es decir, se pierde en el olvido, como si nunca hubiera ocurrido. Y si tiene la osadía de denunciar, de hacer frente a todo el proceso reviviendo cada día el horror, si aún sobrevive a las crisis de ansiedad... tendrá suerte si la condena es lo suficientemente larga como para no a ver al cerdo que la hizo un muerto viviente.
Hablo, por supuesto, del incesto y la pederastia. No, no es lo mismo.
Las consecuencias son similares, pero no es el mismo sentimiento ni reacción si ocurre bajo el mismo techo, porque cuesta creer que un familiar nuestro monte a nuestra hija, ¿verdad? Mucho más fácil ignorar que ese tío que viene a jugar al ajedrez alegremente es quien aniquila la infancia de su sobrino cada noche. Es más fácil guardar silencio y que el escándalo se borre por sí solo.
La pederastia, cuando viene de fuera, se "acepta" mejor. O eso dicen.
Ayer, terminé un libro: La primera vez tenía seis años, de Isabelle Aubry.
Simplemente desgarrador, es el relato de una vida marcada por más de una década de incesto por parte de su padre. Es la lucha que ha llevado para evitar, como tantos otros niños, lanzarse por la ventana, el puente o meterse con un secador en la bañera. Ella, como tantos, aprendió a vivir con el recuerdo del abuso sexual y consagró su vida a evitar que más niños tengan que pasar por la vida que a ella le tocó.
Aprender a vivir después de la muerte es la más dificil de las tareas.
Paranoia
Drogadicción.
Trastornos alimentarios.
Intentos de suicidio. Automutilación.
Insonmio, pesadillas, fobia al contacto.
Muerte en vida.
Obligación de permanecer callado, por miles de razones.
No comprensión de qué ocurre pero consciencia de que éso no está bien. De que hay algo que no debería estar ahí.
Y cuando por fin hablan, se permiten el lujo de llorar, de expresarse, de contar toda la putrefacción que llevan dentro, se les ignora, no se dá crédito, se llega a decir que "no hagan montañas de arena" o ni siquiera contestan.
Eso la familia, amigos y personas cercanas.
La justicia, por su parte, pone en duda todo lo que se dice, hace repetir hasta la saciedad cada minucia como si fuera morboso. Cada vomitiva caricia, cada golpe, cada muerte, relatada por la víctima que logró salir del infierno.
La obligan a revivirlo una y otra vez, a saber con qué extraña razón.
Pero no acaba ahí la cosa, porque el que sobrevive al delito tiene un tiempo para denunciarlo, y si no lo hace prescribe. Es decir, se pierde en el olvido, como si nunca hubiera ocurrido. Y si tiene la osadía de denunciar, de hacer frente a todo el proceso reviviendo cada día el horror, si aún sobrevive a las crisis de ansiedad... tendrá suerte si la condena es lo suficientemente larga como para no a ver al cerdo que la hizo un muerto viviente.
Hablo, por supuesto, del incesto y la pederastia. No, no es lo mismo.
Las consecuencias son similares, pero no es el mismo sentimiento ni reacción si ocurre bajo el mismo techo, porque cuesta creer que un familiar nuestro monte a nuestra hija, ¿verdad? Mucho más fácil ignorar que ese tío que viene a jugar al ajedrez alegremente es quien aniquila la infancia de su sobrino cada noche. Es más fácil guardar silencio y que el escándalo se borre por sí solo.
La pederastia, cuando viene de fuera, se "acepta" mejor. O eso dicen.
Ayer, terminé un libro: La primera vez tenía seis años, de Isabelle Aubry.
Simplemente desgarrador, es el relato de una vida marcada por más de una década de incesto por parte de su padre. Es la lucha que ha llevado para evitar, como tantos otros niños, lanzarse por la ventana, el puente o meterse con un secador en la bañera. Ella, como tantos, aprendió a vivir con el recuerdo del abuso sexual y consagró su vida a evitar que más niños tengan que pasar por la vida que a ella le tocó.
Aprender a vivir después de la muerte es la más dificil de las tareas.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Tristeza
Tristeza.
Estrés. Nerviosismo. Insomnio.
Lágrimas.
Esa presencia inexplicable que amenaza con destruirlo todo.
Dolor, falta de aire y miedo.
Miedos que se van y otros que aparecen de la nada.
Ayer, me libré de tener que volver a sacar la espada y poner contra ella y la pared a alguien a quien quiero.
Ayer, ví fantasmas donde dices que no los hay.
Quizá por todo o quizá por nada necesito que me digas lo que sientes, que me apoyes, que me busques, me tomes de la mano y vuelvas a amarme.
Hace tiempo que no te siento a mi lado de la misma manera, y sé que ésto va a temporadas, es así como debe ir.
Celos, paranoia.
Quizá sea eso. ¿Inflexión? ¿Tan pronto se va a instaurar el fantasma de la rutina?
Claro que quiero seguir poniendo empeño en ésto, y quiero que tú también lo sigas poniendo, porque aún nos quedan muchas cosas por vivir juntos.
Pero necesito sinceridad, necesito amor, tardes de conversación, chocolate y mimos.
No se porqué tu mirada cambió hace poco. Ahora tiene más luz y no comprendo porqué precisamente ahora, despues de casi cinco meses...
Sí, llevamos un mes de locos.
Estrés. Nerviosismo. Insomnio.
Lágrimas.
Esa presencia inexplicable que amenaza con destruirlo todo.
Dolor, falta de aire y miedo.
Miedos que se van y otros que aparecen de la nada.
Ayer, me libré de tener que volver a sacar la espada y poner contra ella y la pared a alguien a quien quiero.
Ayer, ví fantasmas donde dices que no los hay.
Quizá por todo o quizá por nada necesito que me digas lo que sientes, que me apoyes, que me busques, me tomes de la mano y vuelvas a amarme.
Hace tiempo que no te siento a mi lado de la misma manera, y sé que ésto va a temporadas, es así como debe ir.
Celos, paranoia.
Quizá sea eso. ¿Inflexión? ¿Tan pronto se va a instaurar el fantasma de la rutina?
Claro que quiero seguir poniendo empeño en ésto, y quiero que tú también lo sigas poniendo, porque aún nos quedan muchas cosas por vivir juntos.
Pero necesito sinceridad, necesito amor, tardes de conversación, chocolate y mimos.
No se porqué tu mirada cambió hace poco. Ahora tiene más luz y no comprendo porqué precisamente ahora, despues de casi cinco meses...
Sí, llevamos un mes de locos.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Esta vez por tí. ^^
Aún recuerdo la impotencia que se siente cuando ves apagarse la llama que ha sido lo más importante para tí durante los últimos años. Esa impotencia que te va comiendo poco a poco, que te hace pensar que el amor no existe, que sólo es una mera ilusión y que has estado ciega todo ese tiempo.
Es como despertar de un sueño del que hace relativamente poco no querías despertar. Como escuchar el despertador y agarrarte con todas tus fuerzas al subconsciente hasta que inevitablemente abres los ojos.
No puedes hacerte una idea de lo que me duele verte así.
Perdida, sin saber qué camino coger, si vale más lo malo conocido o lo bueno por conocer.
Sin comprender del todo cómo has llegado a esa maldita bifurcación que te quita el sueño por las noches, pensando en dar media vuelta y retroceder pero sin poder hacerlo.
Enamorándote de quien no debes pero sin fuerzas para frenar un corazón cansado de estar atado. Un corazón que se asfixia cuantos más minutos pasa encerrado.
Haz caso a ese corazoncito, aunque corras el riesgo de perder. Sabes de sobra lo que quieres pero el miedo te está frenando.
El miedo a quedarte sola y encima haber perdido dos personas maravillosas que encontrarán consuelo en otros brazos.
Desata tu interior y vuela tan alto como puedas, sé libre.
Porque llegará un día que no podrás permitirte serlo.
Arriesga, porque ha empezado a llover sobre esa llama.
Salta sin preocuparte, porque a las malas nosotras, al igual que mucha gente, estaremos ahí, contigo.
De Yamada para Misato.
Te quiero, nena. Ánimo.
Es como despertar de un sueño del que hace relativamente poco no querías despertar. Como escuchar el despertador y agarrarte con todas tus fuerzas al subconsciente hasta que inevitablemente abres los ojos.
No puedes hacerte una idea de lo que me duele verte así.
Perdida, sin saber qué camino coger, si vale más lo malo conocido o lo bueno por conocer.
Sin comprender del todo cómo has llegado a esa maldita bifurcación que te quita el sueño por las noches, pensando en dar media vuelta y retroceder pero sin poder hacerlo.
Enamorándote de quien no debes pero sin fuerzas para frenar un corazón cansado de estar atado. Un corazón que se asfixia cuantos más minutos pasa encerrado.
Haz caso a ese corazoncito, aunque corras el riesgo de perder. Sabes de sobra lo que quieres pero el miedo te está frenando.
El miedo a quedarte sola y encima haber perdido dos personas maravillosas que encontrarán consuelo en otros brazos.
Desata tu interior y vuela tan alto como puedas, sé libre.
Porque llegará un día que no podrás permitirte serlo.
Arriesga, porque ha empezado a llover sobre esa llama.
Salta sin preocuparte, porque a las malas nosotras, al igual que mucha gente, estaremos ahí, contigo.
De Yamada para Misato.
Te quiero, nena. Ánimo.
¡Felicidades!
Hoy es un dia especial. Rincón del delirio cumple seis meses.
Gracias a todos los que habitualmente visitais esta página, gracias a vosotros este espacio no se ha perdido en el olvido, porque, al fin y al cabo ¿Qué es un blog sin lectores? ^^
Espero que sigais participando y expresandoos.
Un saludo,
Rika-chan.
Gracias a todos los que habitualmente visitais esta página, gracias a vosotros este espacio no se ha perdido en el olvido, porque, al fin y al cabo ¿Qué es un blog sin lectores? ^^
Espero que sigais participando y expresandoos.
Un saludo,
Rika-chan.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Fragancia
Aquella tarde, después de vestirme, tomé ese bote de colonia frutal de la estanteria, llené de aire mis pulmones y sin cerrar los ojos me concentré en tu imagen y pulvericé la fragancia sobre mi ropa.
1, 2, 3 veces.
Solté el aire de mi interior y al volver a aspirar el suave olor se coló dentro de mí.
Noté la fuerza con que aquello intentó transportarme de nuevo a esos crueles brazos.
Esos brazos con los que me abrazaba. Con los que me rodeaba dandome un calor falso.
Esas manos... esas manos con las que me tallaba a su antojo como si fuera una estatua sin vida. Esas manos con las que sujetaba mi barbilla para darme besos vacíos.
Mientras pensaba en otra.
La fragancia no pudo transportarme allí, ni volverá a hacerlo.
Porque la herida ha sanado y la marca es inapreciable.
Me encanta la manera en que pintas de colores mis recuerdos grises.
Me encanta que te guste esa colonia...
1, 2, 3 veces.
Solté el aire de mi interior y al volver a aspirar el suave olor se coló dentro de mí.
Noté la fuerza con que aquello intentó transportarme de nuevo a esos crueles brazos.
Esos brazos con los que me abrazaba. Con los que me rodeaba dandome un calor falso.
Esas manos... esas manos con las que me tallaba a su antojo como si fuera una estatua sin vida. Esas manos con las que sujetaba mi barbilla para darme besos vacíos.
Mientras pensaba en otra.
La fragancia no pudo transportarme allí, ni volverá a hacerlo.
Porque la herida ha sanado y la marca es inapreciable.
Me encanta la manera en que pintas de colores mis recuerdos grises.
Me encanta que te guste esa colonia...
domingo, 7 de noviembre de 2010
Dos.
Simplemente quería saber porqué habíamos llegado a esto.
Porqué de repente se me venía el mundo encima.
Pero tenía miedo de esa respuesta, de la misma manera que al mediodía pensé que reaccionarías de manera diferente a como hiciste.
Me sorprendiste, eso fue todo.
Un cúmulo de sensaciones y pensamientos me abrumó y por eso el grifo empezó a chorrear, sin apenas darme tiempo para pararlo.
Era normal que te preocuparas por la razón de todo aquello, pero en el fondo todo resultó ser más simple de lo que pareció en un principio.
Al final volvimos a reirnos de todo eso, de nosotros mismos, de lo absurdo de la situación.
Quizá lo que nos pasa es que estamos tan acostumbrados a ser felpudos que el que alguien nos tenga en cuenta nos choca y buscamos sin cesar la trampa oculta entre tanta luz.
Claro que me haces feliz. Claro que te quiero. Claro que me importas.
Sólo espero ser capaz de corresponderte de la misma manera.
Porque esas lágrimas no eran de tristeza.
Porqué de repente se me venía el mundo encima.
Pero tenía miedo de esa respuesta, de la misma manera que al mediodía pensé que reaccionarías de manera diferente a como hiciste.
Me sorprendiste, eso fue todo.
Un cúmulo de sensaciones y pensamientos me abrumó y por eso el grifo empezó a chorrear, sin apenas darme tiempo para pararlo.
Era normal que te preocuparas por la razón de todo aquello, pero en el fondo todo resultó ser más simple de lo que pareció en un principio.
Al final volvimos a reirnos de todo eso, de nosotros mismos, de lo absurdo de la situación.
Quizá lo que nos pasa es que estamos tan acostumbrados a ser felpudos que el que alguien nos tenga en cuenta nos choca y buscamos sin cesar la trampa oculta entre tanta luz.
Claro que me haces feliz. Claro que te quiero. Claro que me importas.
Sólo espero ser capaz de corresponderte de la misma manera.
Porque esas lágrimas no eran de tristeza.
Uno.
Caminabas un metro por delante de mí, sin decir nada, sin mirarme siquiera.
Yo te seguía cual perrillo que ha sido castigado y no comprende porqué, sin atreverme a preguntar nada, intentando averiguar a dónde estabas llevándome.
Por un momento temí, viendo las señales que indican el camino, que me llevabas a mi bus.
Se me encogió el estómago.
Alcé la vista una vez más para clavarla en tu espalda. Sólo quería abrazarte y que sin ninguna razón me respondieras, me besaras y quitaras de mi cabeza el miedo irracional que poco a poco había empezado a brotar en mi interior.
Paso tras paso veía que eso no iba a pasar. Comencé a desesperarme e intenté buscar conversación aunque fuera absurda.
Tan sólo quería ver qué era lo que había hecho mal. Quería saber qué pensabas, porqué me sentía como si no fueras consciente de mi presencia y a dónde nos dirigíamos.
Tuve miedo, contigo delante. Mucho.
No me asustes así nunca más...
Yo te seguía cual perrillo que ha sido castigado y no comprende porqué, sin atreverme a preguntar nada, intentando averiguar a dónde estabas llevándome.
Por un momento temí, viendo las señales que indican el camino, que me llevabas a mi bus.
Se me encogió el estómago.
Alcé la vista una vez más para clavarla en tu espalda. Sólo quería abrazarte y que sin ninguna razón me respondieras, me besaras y quitaras de mi cabeza el miedo irracional que poco a poco había empezado a brotar en mi interior.
Paso tras paso veía que eso no iba a pasar. Comencé a desesperarme e intenté buscar conversación aunque fuera absurda.
Tan sólo quería ver qué era lo que había hecho mal. Quería saber qué pensabas, porqué me sentía como si no fueras consciente de mi presencia y a dónde nos dirigíamos.
Tuve miedo, contigo delante. Mucho.
No me asustes así nunca más...
jueves, 4 de noviembre de 2010
5 de noviembre
No hay palabras.
Las busco y rebusco, pero no las encuentro.
Y por mucho que intente escribir, se va a quedar corto, porque cada minuto que pasa tengo más claro que te has fundido en mi interior y que no voy a sacarte de ahí.
No comprendo lo que siento. Pensé que una vez que te rompen, no eres capaz de amar de la misma manera. Pensé que jamás me sentiría completamente segura al lado de alguien.
Pensé, simplemente, que jamás sería capaz de amarte con cada pedacito de mi ser.
Sin embargo, en este tiempo he descubierto que soy capaz de eso y de mucho más.
Quiero darte todo lo que tengo, quiero amarte como nunca te han amado y hacerte la persona más dichosa del planeta.
Quiero besarte tanto que no quieras dejarme nunca.
Quiero ser la luz que ilumina tu camino.
4 meses. 123 días. 2952 horas. 117120 minutos escribiendo contigo la más bonita de las historias. En nuestras manos está que no tenga final al igual que lo está el que no se nos acabe la tinta.
No hay palabras para expresarlo.
No las hay, porque ha latido tanto el corazón que para las manos es imposible escribir algo que describa cada sensación.
Te quiero. Mucho, mucho, mucho.
Las busco y rebusco, pero no las encuentro.
Y por mucho que intente escribir, se va a quedar corto, porque cada minuto que pasa tengo más claro que te has fundido en mi interior y que no voy a sacarte de ahí.
No comprendo lo que siento. Pensé que una vez que te rompen, no eres capaz de amar de la misma manera. Pensé que jamás me sentiría completamente segura al lado de alguien.
Pensé, simplemente, que jamás sería capaz de amarte con cada pedacito de mi ser.
Sin embargo, en este tiempo he descubierto que soy capaz de eso y de mucho más.
Quiero darte todo lo que tengo, quiero amarte como nunca te han amado y hacerte la persona más dichosa del planeta.
Quiero besarte tanto que no quieras dejarme nunca.
Quiero ser la luz que ilumina tu camino.
4 meses. 123 días. 2952 horas. 117120 minutos escribiendo contigo la más bonita de las historias. En nuestras manos está que no tenga final al igual que lo está el que no se nos acabe la tinta.
No hay palabras para expresarlo.
No las hay, porque ha latido tanto el corazón que para las manos es imposible escribir algo que describa cada sensación.
Te quiero. Mucho, mucho, mucho.
domingo, 31 de octubre de 2010
Consciencia.
Hace apenas unas horas me he expuesto a ti de la manera más cruda que puedo hacerlo y tú no eras consciente de ello.
No lo eras porque yo no he querido que lo fueras.
Admito que tenía miedo de cómo podría reaccionar mi cabeza ante el hecho de que me tengas totalmente a tu merced, y sin embargo, todo quedó una vez más fuera de nuestro mundo, de nuestra burbuja particular.
Y por si fuera poco, he disfrutado con ello. Mucho.
Ningún demonio ha podido aturdirme,nada ha podido alejarme de la realidad, del presente, de tí.
Me encanta la manera que tienes de hacerme olvidar absolutamente todo, de pintar de colores cada trocito gris de mi pasado.
Y repetiría la experiencia mil veces.
He puesto mi cordura en tus manos, todos los avances que he hecho ultimamente sujetos a un barrote endeble.
Si he sido capaz de ésto, soy capaz de cualquier cosa.
No lo eras porque yo no he querido que lo fueras.
Admito que tenía miedo de cómo podría reaccionar mi cabeza ante el hecho de que me tengas totalmente a tu merced, y sin embargo, todo quedó una vez más fuera de nuestro mundo, de nuestra burbuja particular.
Y por si fuera poco, he disfrutado con ello. Mucho.
Ningún demonio ha podido aturdirme,nada ha podido alejarme de la realidad, del presente, de tí.
Me encanta la manera que tienes de hacerme olvidar absolutamente todo, de pintar de colores cada trocito gris de mi pasado.
Y repetiría la experiencia mil veces.
He puesto mi cordura en tus manos, todos los avances que he hecho ultimamente sujetos a un barrote endeble.
Si he sido capaz de ésto, soy capaz de cualquier cosa.
viernes, 29 de octubre de 2010
Tarde.
No se porqué sigue abriendose el grifo cada vez que recuerdo la tarde de ayer. Y la de anteayer.
Soy un desastre. Ni siquiera tengo claro qué es lo que me pasa pero cada vez que pienso en ello el maldito grifo suelta unas gotitas perdidas.
No sentía la soledad introducirse en mi interior porque en esos momentos me abrazabas e impedías que fuera así. Porque en tus brazos siento que nada puede hacerme daño.
Y es precisamente esa mi debilidad.
¿Qué pasará el dia que tus brazos no me quieran ahí?
Me repito a mí misma que lo que importa es el presente, que lo que tenga que venir vendrá y que disfrute ahora que todo está bien. Pero sigo subiendo cada vez más alto contigo, construyendo algo que tarde o temprano será irremediablemente arrastrado por las olas.
Al igual que un castillo a la orilla de una playa, alguien vendrá y pisará lo que tenemos, o simplemente el tiempo se ocupará de hacer subir la marea, acabando con todo.
Y aunque lo sabemos no dejamos de construir cada vez más pisos en nuestro castillo, a pesar de que la caída será mayor cuanto más grande sea.
No quiero dejar de construir un mundo para nosotros, no quiero abandonar esa burbuja en la que encuentro tanta paz. No quiero dejar de quererte.
Maldita sea, tienes razón.
Es demasiado tarde para retroceder sin hacernos daño en la caída.
Demasiado tarde para luchar contra lo que siento.
Demasiado tarde para evitar necesitar un beso, una caricia, un gesto, un abrazo...
Demasiado tarde para no necesitarte al igual que al agua en un desierto.
Demasiado tarde para no enamorarme.
Así que ahora sólo queda arriesgar hasta el final y saltar sobre el precipicio, confiando en que la marea no suba, en que vean la belleza de nuestra construcción y en que nada nos desvíe de nuestro camino hacia un pozo lleno de venenosas serpientes ávidas de nuestra sangre.
Es demasiado tarde para tener miedo.
Te quiero, y seguiré queriendote mientras quieras que así sea. Y quiero que me ames de la misma forma que te amo yo.
Como nunca has amado a nadie.
Soy un desastre. Ni siquiera tengo claro qué es lo que me pasa pero cada vez que pienso en ello el maldito grifo suelta unas gotitas perdidas.
No sentía la soledad introducirse en mi interior porque en esos momentos me abrazabas e impedías que fuera así. Porque en tus brazos siento que nada puede hacerme daño.
Y es precisamente esa mi debilidad.
¿Qué pasará el dia que tus brazos no me quieran ahí?
Me repito a mí misma que lo que importa es el presente, que lo que tenga que venir vendrá y que disfrute ahora que todo está bien. Pero sigo subiendo cada vez más alto contigo, construyendo algo que tarde o temprano será irremediablemente arrastrado por las olas.
Al igual que un castillo a la orilla de una playa, alguien vendrá y pisará lo que tenemos, o simplemente el tiempo se ocupará de hacer subir la marea, acabando con todo.
Y aunque lo sabemos no dejamos de construir cada vez más pisos en nuestro castillo, a pesar de que la caída será mayor cuanto más grande sea.
No quiero dejar de construir un mundo para nosotros, no quiero abandonar esa burbuja en la que encuentro tanta paz. No quiero dejar de quererte.
Maldita sea, tienes razón.
Es demasiado tarde para retroceder sin hacernos daño en la caída.
Demasiado tarde para luchar contra lo que siento.
Demasiado tarde para evitar necesitar un beso, una caricia, un gesto, un abrazo...
Demasiado tarde para no necesitarte al igual que al agua en un desierto.
Demasiado tarde para no enamorarme.
Así que ahora sólo queda arriesgar hasta el final y saltar sobre el precipicio, confiando en que la marea no suba, en que vean la belleza de nuestra construcción y en que nada nos desvíe de nuestro camino hacia un pozo lleno de venenosas serpientes ávidas de nuestra sangre.
Es demasiado tarde para tener miedo.
Te quiero, y seguiré queriendote mientras quieras que así sea. Y quiero que me ames de la misma forma que te amo yo.
Como nunca has amado a nadie.
miércoles, 27 de octubre de 2010
sin titulo II
Abro el grifo y me sobresalto al notar las primeras gotas de agua caer sobre mi espalda desnuda.
El líquido elemento resbala y se lleva consigo la sal de aquellas lágrimas que se me escapan sin saber porqué.
El vapor inunda mis pulmones, impidiéndome respirar y recordándome esa sensación asfixiante que ya creía olvidada. Esa sensación que, muchos años atrás, me limpiaba por dentro, quemándome la piel por fuera mientras intentaba limpiar algo que sólo yo puedo ver.
No quiero que dejes de quererme.
Automáticamente una vocecilla en mi cabeza puso la puntilla. Pero pasará, y lo sabes.
Es cierto, nada dura eternamente, y sin embargo, nos hacemos esperanzas absurdas con que así será.
Y luego nos quejamos de la caida. Subimos alto, tan alto que olvidamos que todo lo que sube, baja irremediablemente.
Llorar.
Hoy, sólo quiero llorar. Porque me siento idiota.
El líquido elemento resbala y se lleva consigo la sal de aquellas lágrimas que se me escapan sin saber porqué.
El vapor inunda mis pulmones, impidiéndome respirar y recordándome esa sensación asfixiante que ya creía olvidada. Esa sensación que, muchos años atrás, me limpiaba por dentro, quemándome la piel por fuera mientras intentaba limpiar algo que sólo yo puedo ver.
No quiero que dejes de quererme.
Automáticamente una vocecilla en mi cabeza puso la puntilla. Pero pasará, y lo sabes.
Es cierto, nada dura eternamente, y sin embargo, nos hacemos esperanzas absurdas con que así será.
Y luego nos quejamos de la caida. Subimos alto, tan alto que olvidamos que todo lo que sube, baja irremediablemente.
Llorar.
Hoy, sólo quiero llorar. Porque me siento idiota.
domingo, 24 de octubre de 2010
...
Bajé la última del autobús y pude ver cómo el pelotón que normalmente desciende la calle principal conmigo doblaba ya la primera esquina.
Comencé a andar al ritmo habitual que utilizo a altas horas de la madrugada pensando en llegar a mi destino lo antes posible.
Pasé por delante de un bar cerrado en el que alguien daba golpes a la puerta con el objetivo de que abrieran. El hombre se me quedó mirando y yo seguí mi camino.
Entonces, por encima de la música de mis cascos lo escuché. Me chistaban.
Continué caminando como si no hubiera oído nada al mismo tiempo que me desprendí de uno de mis cascos.
Volví la cabeza un segundo cuando me dispuse a cruzar el primer paso de cebra.
Efectivamente, me seguía.
- ¡Eh! ¡Guapa! ¡Esperame!
Mi cerebro sólo enviaba una señal que mi cuerpo parecía no comprender: acelera.
Miré a todos lados comprobando que hubiera alguien más en la calle. No hubo suerte.
Él acortaba la distancia a cada paso que daba y mi cuerpo tenía demasiadas cosas de las que preocuparse como para andar obedeciendo los gritos de mi cerebro.
El oxígeno a mi alrededor disminuía tan rápido como avanzaba, cerrándome de nuevo en aquella burbuja.
Mesa de roble.
El temblor de mis piernas me obligaba a pensar en poner un pie frente al otro de forma que no acabara cuan larga soy en el suelo.
Escoba.
La bilis ascendió por mi esófago como asciende el magma por dentro de un volcán a punto de estallar.
Tuve que frenar mis pasos al ver el disco cerrado del último cruce que debo atravesar antes de llegar al preciado autobús que me depositará en la puerta de mi casa, a salvo.
El hombre estaba a punto de alcanzarme, así que miré que no hubiera coches y crucé lo más rápido que pude aquel maldito paso de cebra.
- Bueno, no te pongas así que no voy a hacerte nada... tampoco vales tanto.
Me abracé a mí misma sin dejar de avanzar con la vaga esperanza de que lo que tuviera en el estómago se quedara de nuevo ahí.
La suerte me sonrió cuando levanté la vista y comprobé que había llegado al local de la policía.
Aproveché para girarme y ví que aquel hombre ya no me seguía.
Me tomé un segundo para mirar la hora e intenté estabilizar mis piernas sin éxito.
Llegué a la parada del autobús y por una noche no me la encontré vacía. Un par de chicas.
Me senté a su lado, volví a ponerme el casco e intenté pensar en otra cosa.
Escaleras. Mesa. Vestido. Gatos. Playa. Escoba.
Una vez en la seguridad de mi casa cerré la puerta de mi habitación, me puse el pijama lo más rápido que pude y me enfundé en la cama hecha un ovillo pensando en gritar todas aquellas noches, todos aquellos miedos, pesadillas y lágrimas ahogadas en almohadas que nadie vió y nadie verá.
Entonces, de repente, era de día.
Comencé a andar al ritmo habitual que utilizo a altas horas de la madrugada pensando en llegar a mi destino lo antes posible.
Pasé por delante de un bar cerrado en el que alguien daba golpes a la puerta con el objetivo de que abrieran. El hombre se me quedó mirando y yo seguí mi camino.
Entonces, por encima de la música de mis cascos lo escuché. Me chistaban.
Continué caminando como si no hubiera oído nada al mismo tiempo que me desprendí de uno de mis cascos.
Volví la cabeza un segundo cuando me dispuse a cruzar el primer paso de cebra.
Efectivamente, me seguía.
- ¡Eh! ¡Guapa! ¡Esperame!
Mi cerebro sólo enviaba una señal que mi cuerpo parecía no comprender: acelera.
Miré a todos lados comprobando que hubiera alguien más en la calle. No hubo suerte.
Él acortaba la distancia a cada paso que daba y mi cuerpo tenía demasiadas cosas de las que preocuparse como para andar obedeciendo los gritos de mi cerebro.
El oxígeno a mi alrededor disminuía tan rápido como avanzaba, cerrándome de nuevo en aquella burbuja.
Mesa de roble.
El temblor de mis piernas me obligaba a pensar en poner un pie frente al otro de forma que no acabara cuan larga soy en el suelo.
Escoba.
La bilis ascendió por mi esófago como asciende el magma por dentro de un volcán a punto de estallar.
Tuve que frenar mis pasos al ver el disco cerrado del último cruce que debo atravesar antes de llegar al preciado autobús que me depositará en la puerta de mi casa, a salvo.
El hombre estaba a punto de alcanzarme, así que miré que no hubiera coches y crucé lo más rápido que pude aquel maldito paso de cebra.
- Bueno, no te pongas así que no voy a hacerte nada... tampoco vales tanto.
Me abracé a mí misma sin dejar de avanzar con la vaga esperanza de que lo que tuviera en el estómago se quedara de nuevo ahí.
La suerte me sonrió cuando levanté la vista y comprobé que había llegado al local de la policía.
Aproveché para girarme y ví que aquel hombre ya no me seguía.
Me tomé un segundo para mirar la hora e intenté estabilizar mis piernas sin éxito.
Llegué a la parada del autobús y por una noche no me la encontré vacía. Un par de chicas.
Me senté a su lado, volví a ponerme el casco e intenté pensar en otra cosa.
Escaleras. Mesa. Vestido. Gatos. Playa. Escoba.
Una vez en la seguridad de mi casa cerré la puerta de mi habitación, me puse el pijama lo más rápido que pude y me enfundé en la cama hecha un ovillo pensando en gritar todas aquellas noches, todos aquellos miedos, pesadillas y lágrimas ahogadas en almohadas que nadie vió y nadie verá.
Entonces, de repente, era de día.
viernes, 22 de octubre de 2010
Fear
El acechante manto de hielo comenzó su avance cuando el temor a la confirmación de aquello que más temo se hizo patente.
Los latidos se ralentizaron, el estomago se encogió y mis entrañas se sacudieron en una mueca indescritible.
Hace tiempo evitaste mi reconversión en una fortaleza helada e impenetrable y por si fuera poco has empezado a deshacer ese iceberg del que nunca pensé poder librarme...
¿Y aún te preguntas qué siento?
Cierto es que hora tras hora vas tomando importancia y comienzo a olvidar cómo era mi vida sin ti. Hora tras hora el temor a perderte aumenta, el temor a que en el fondo no seas para mí me hace marearme y morirme de ganas de fundirme contigo en un abrazo que me asegure de nuevo que eres real.
Camino por las nubes cuando me miras, tiemblo cuando me besas y me siento a la vez vulnerable y protegida cuando te tengo a mi lado.
Y nunca me cansare de decirte esas ocho letras que tanto se me atascan algunas veces, y que tanto te gusta oir...
Los latidos se ralentizaron, el estomago se encogió y mis entrañas se sacudieron en una mueca indescritible.
Hace tiempo evitaste mi reconversión en una fortaleza helada e impenetrable y por si fuera poco has empezado a deshacer ese iceberg del que nunca pensé poder librarme...
¿Y aún te preguntas qué siento?
Cierto es que hora tras hora vas tomando importancia y comienzo a olvidar cómo era mi vida sin ti. Hora tras hora el temor a perderte aumenta, el temor a que en el fondo no seas para mí me hace marearme y morirme de ganas de fundirme contigo en un abrazo que me asegure de nuevo que eres real.
Camino por las nubes cuando me miras, tiemblo cuando me besas y me siento a la vez vulnerable y protegida cuando te tengo a mi lado.
Y nunca me cansare de decirte esas ocho letras que tanto se me atascan algunas veces, y que tanto te gusta oir...
martes, 12 de octubre de 2010
Música
Contemplo todo mientras comienzo a acariciar al instrumento color chocolate y me preparo para introducirme en ese universo del que desearía no tener que salir en ningún momento y al que no sé cuándo podré volver.
El mástil del violonchelo se enfurece bajo mis dedos precisos que se colocan donde deben en el momento justo para sacar el sonido perfecto.
Poco a poco el instrumento y yo vamos haciéndonos uno, enroscándonos, fusionándonos más y más con cada desplazamiento, con cada subida y cada descenso. Cada nota que saco se me clava como un puñal y algo me incita a seguir cada vez más fuerte, con más deseo, hasta que la madera sea moldeable por la humedad que la supera.
La música me rodea y un suave éxtasis comienza a ascender por mi columna. Me inunda los oídos, me aprisiona y me insta a que continúe con ello.
Temo, por un momento, ahogarme en el universo en el que estoy cayendo sin arnés, levanto la vista y aquello tan hermoso que contemplo aparta mis preocupaciones sin apenas inmutarse.
El calor comienza a fundir el barniz sobre el que me encuentro y contemplo cómo resbala mientras mi pelo se enreda en las clavijas que quedan fuera de mi alcance.
Sudor. Entrega. Rubor.
Dejo de tocar en el momento en que el instrumento entero se transforma, frente a mí, en un charco de una sustancia caliente, densa y amarga que me embriaga por completo.
La suave música se pierde en el tiempo y el espacio, abriéndo de nuevo esa burbuja y dejándome salir a regañadientes pero feliz...
El mástil del violonchelo se enfurece bajo mis dedos precisos que se colocan donde deben en el momento justo para sacar el sonido perfecto.
Poco a poco el instrumento y yo vamos haciéndonos uno, enroscándonos, fusionándonos más y más con cada desplazamiento, con cada subida y cada descenso. Cada nota que saco se me clava como un puñal y algo me incita a seguir cada vez más fuerte, con más deseo, hasta que la madera sea moldeable por la humedad que la supera.
La música me rodea y un suave éxtasis comienza a ascender por mi columna. Me inunda los oídos, me aprisiona y me insta a que continúe con ello.
Temo, por un momento, ahogarme en el universo en el que estoy cayendo sin arnés, levanto la vista y aquello tan hermoso que contemplo aparta mis preocupaciones sin apenas inmutarse.
El calor comienza a fundir el barniz sobre el que me encuentro y contemplo cómo resbala mientras mi pelo se enreda en las clavijas que quedan fuera de mi alcance.
Sudor. Entrega. Rubor.
Dejo de tocar en el momento en que el instrumento entero se transforma, frente a mí, en un charco de una sustancia caliente, densa y amarga que me embriaga por completo.
La suave música se pierde en el tiempo y el espacio, abriéndo de nuevo esa burbuja y dejándome salir a regañadientes pero feliz...
domingo, 10 de octubre de 2010
Domingo.
Hoy he vuelto a despertar teniéndo ese mal presentimiento que a veces me abruma.
Tras una noche en la que apenas he podido conciliar el sueño, tan tolo deseo poder permanecer bajo el edredón todo el día oculta del mundanal ruido y de la realidad, viviendo unicamente de lo que mi subconsciente pueda ofrecerme y sacando de mí esta horrible sensación.
Hoy me pregunto si ésto es real.
Hoy siento que yo pongo más empeño.
Hoy siento que estoy arriesgando para nada, siento el vacío y el temor irracional a ser rota de nuevo se apodera de mi alma mientras por otro lado una vocecilla traviesa me recuerda lo ingenua que soy.
Una vez más me recuerdo a mí misma el poder de esas dos palabras.
Dos palabras que, una vez dadas, simbolizan la entrega de lo más delicado que tenemos.
Dos palabras que pueden llenarte con la misma rapidez con la que vaciarte si de repente se ausentan.
Dos palabras que necesito escuchar sinceras de tu boca una vez más...
Tras una noche en la que apenas he podido conciliar el sueño, tan tolo deseo poder permanecer bajo el edredón todo el día oculta del mundanal ruido y de la realidad, viviendo unicamente de lo que mi subconsciente pueda ofrecerme y sacando de mí esta horrible sensación.
Hoy me pregunto si ésto es real.
Hoy siento que yo pongo más empeño.
Hoy siento que estoy arriesgando para nada, siento el vacío y el temor irracional a ser rota de nuevo se apodera de mi alma mientras por otro lado una vocecilla traviesa me recuerda lo ingenua que soy.
Una vez más me recuerdo a mí misma el poder de esas dos palabras.
Dos palabras que, una vez dadas, simbolizan la entrega de lo más delicado que tenemos.
Dos palabras que pueden llenarte con la misma rapidez con la que vaciarte si de repente se ausentan.
Dos palabras que necesito escuchar sinceras de tu boca una vez más...
lunes, 4 de octubre de 2010
5 de Octubre
Encontré una estancia lúgubre en lo más profundo de aquel castillo rodeado por una fortaleza. Algo me decía que tenía que entrar allí por muy aterrorizado que estuviera, así que me armé de valor y me encaminé hacia el interior ignorando el olor a humedad que se pegaba a cada poro de mi piel.
Un suave rayo de luz se filtraba por algún resquicio en la parte superior, dando a la escena un aspecto aún más siniestro.
Allí estaba el motivo de tan largo viaje.
Dos grilletes hacen sangrar sus muñecas levantándola del suelo y otros dos la mantienen inmovilizada a la pared. Sus alas, antaño tan blancas que cegaban con sólo mirarlas, han quedado convertidas en un simple reflejo barato de lo que un dia fueron. Su cara está tapada por la cascada de pelo en la que se ha convertido su pequeña melena y por un momento me temo lo peor.
Me acerco hasta que mi rostro queda separado por apenas unos centímetros del suyo y puedo comprobar que afortunadamente sigue con vida.
Separo con cuidado el pelo que le cubre para poder contemplarla por fin. Levanto con cautela su barbilla. Ojos cerrados, labios entreabiertos invitándome a probarlos una vez más.
En un arrebato pasional poso con fiereza mis labios sobre los suyos, y nada ocurre. Desesperado, intento controlarme, respiro y lo intento de nuevo.
Tembloroso me aproximo y dejo que ella note mi aliento acercándose y al rozar con mis labios los suyos, su fuerza me derrumba hacia el suelo.
Sorprendido y aturdido levanto la cabeza y lo que veo me sorprende aún más que mi repentina caída.
Su cuerpo está bañado por aquella luz de la que me enamoré y toda ella parece haber recobrado la fuerza y la vida. Al clavar sus ojos en los míos comienza a luchar contra las sus ataduras.
Se impulsa hacia mí con tal fuerza que las cadenas rugen furiosamente. Se me nubla la visión pero soy consciente de cómo va desintegrandose bajo su fuerza todo aquello que la mantenía prisionera, que la estaba mermando y asfixiando.
Pierdo la consciencia en el momento en que la última de las cuerdas metálicas se quiebra y la veo....
Despierto al notar que ella posa sus labios sobre los míos. Me abraza suavemente mientras comparte su luz conmigo y me llena de calor.
Cubiertos por un blanco manto nos elevamos donde nadie más puede vernos y entonces me siento de nuevo en casa, en esa burbuja que creamos a nuestro alrededor y en la que sólo cabemos nosotros dos y no cabe nada sucio...
Son tres meses los que llevo volando contigo y el deseo de que nunca aterricemos se hace más grande a cada minuto que pasa. Admito que tengo un poco de miedo pero estoy dispuesta a afromtarlo y seguir rompiendo todos los grilletes. Por ti, porque te amo.
Un suave rayo de luz se filtraba por algún resquicio en la parte superior, dando a la escena un aspecto aún más siniestro.
Allí estaba el motivo de tan largo viaje.
Dos grilletes hacen sangrar sus muñecas levantándola del suelo y otros dos la mantienen inmovilizada a la pared. Sus alas, antaño tan blancas que cegaban con sólo mirarlas, han quedado convertidas en un simple reflejo barato de lo que un dia fueron. Su cara está tapada por la cascada de pelo en la que se ha convertido su pequeña melena y por un momento me temo lo peor.
Me acerco hasta que mi rostro queda separado por apenas unos centímetros del suyo y puedo comprobar que afortunadamente sigue con vida.
Separo con cuidado el pelo que le cubre para poder contemplarla por fin. Levanto con cautela su barbilla. Ojos cerrados, labios entreabiertos invitándome a probarlos una vez más.
En un arrebato pasional poso con fiereza mis labios sobre los suyos, y nada ocurre. Desesperado, intento controlarme, respiro y lo intento de nuevo.
Tembloroso me aproximo y dejo que ella note mi aliento acercándose y al rozar con mis labios los suyos, su fuerza me derrumba hacia el suelo.
Sorprendido y aturdido levanto la cabeza y lo que veo me sorprende aún más que mi repentina caída.
Su cuerpo está bañado por aquella luz de la que me enamoré y toda ella parece haber recobrado la fuerza y la vida. Al clavar sus ojos en los míos comienza a luchar contra las sus ataduras.
Se impulsa hacia mí con tal fuerza que las cadenas rugen furiosamente. Se me nubla la visión pero soy consciente de cómo va desintegrandose bajo su fuerza todo aquello que la mantenía prisionera, que la estaba mermando y asfixiando.
Pierdo la consciencia en el momento en que la última de las cuerdas metálicas se quiebra y la veo....
Despierto al notar que ella posa sus labios sobre los míos. Me abraza suavemente mientras comparte su luz conmigo y me llena de calor.
Cubiertos por un blanco manto nos elevamos donde nadie más puede vernos y entonces me siento de nuevo en casa, en esa burbuja que creamos a nuestro alrededor y en la que sólo cabemos nosotros dos y no cabe nada sucio...
Son tres meses los que llevo volando contigo y el deseo de que nunca aterricemos se hace más grande a cada minuto que pasa. Admito que tengo un poco de miedo pero estoy dispuesta a afromtarlo y seguir rompiendo todos los grilletes. Por ti, porque te amo.
domingo, 3 de octubre de 2010
Memories...
La bomba de relojería estalló en pleno julio, justo después de su cumpleaños.
Me encerraron sin apenas darme cuenta entre aquellos cristales de modo que pudiera ver lo que ocurría a mi alrededor pero no ser partícipe ni exponer una opinión. Poco a poco él fué tomando el control de mi vida, de mi cuerpo, de mis decisiones y opiniones...
Poco a poco el círculo iba cerrandose, haciéndo cada vez más pequeño el espacio vital. Poco a poco iba vendiéndo mi libertad a cambio de cariño vacío. Poco a poco él fué tomando todo el control del juego.
Aún me pregunto qué tuvo de interesante encerrar a un pajarillo atado dentro una bola de cristal.
Aún me pregunto porqué caí en esa adicción, porqué no podía parar de batir mis alas para que mi captor me prestara atención en lugar de batirlas para escapar de allí.
Fuí su marioneta. Y por él lo perdí todo.
La suave lluvia de otoño refresca mi memoria y me trae todo este veneno para aplastar con él la cicatriz que quedó en mi corazón.
Lloro y el agua se lleva con él mis lágrimas pero no la sustancia ponzoñosa.
Parada en la calle miro al cielo una vez más. Las gotitas golpean mis párpados y atraviesan mis labios dándome una bocanada de vida y de presente.
Todo lo que aprendí de tí fue a sacar lo peor de mí misma.
Espero que tú por lo menos aprendieras lo que es amar.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Ana
Aprieto las yemas de los dedos contra mis pómulos. Si embistiera mi cabeza contra un muro de piedra seguro que me fracturaría cada hueso de mi rostro. Recorro la barbilla con los dedos, después los deslizo por mi garganta, paso por las alas de mariposa de mi tiroides y acaricio mis clavículas, que se abrochan en mi esternón como la espoleta de un pájaro.
Mis manos leen un mapa de braille labrado en hueso, que empieza por mi pecho, plano y hueco, enhebrado con hilos venosos de color azul y fibras de hielo. Cuento mis costillas, como cuentas de un rosario mientras murmuro conjuros y los dedos se enroscan bajo la jaula huesuda. Casi pueden rozar lo que se esconde en su interior.
La piel se hunde al llegar a la tripa, completamente vacía y vuelve a ascender, como una montaña rusa, cuando recorre los huesos de mis caderas, un par de bolas talladas en piedra y decoradas con cicatrices rosadas fruto de cortes con cuchilla.
Me giro sin dejar de mirar el espejo. Mis vértebras son canicas húmedas amontonadas una sobre otra. En mis hombros, afilados como cuchillas, parece que de un momento a otro vayan a crecer plumas.
Cojo el cuchillo.
Los tendones de mi mano se tensan, cuerdas que mantienen una tienda de campaña anclada al suelo mientras el viento sopla con fuerza. Unas delgadas cicatrices esculpen el interior de mi muñeca y se ensanchan al tomar la curva del codo, donde me corté en noveno curso.
Me corto.
La primera incisión nace en el cuello...
Mis manos leen un mapa de braille labrado en hueso, que empieza por mi pecho, plano y hueco, enhebrado con hilos venosos de color azul y fibras de hielo. Cuento mis costillas, como cuentas de un rosario mientras murmuro conjuros y los dedos se enroscan bajo la jaula huesuda. Casi pueden rozar lo que se esconde en su interior.
La piel se hunde al llegar a la tripa, completamente vacía y vuelve a ascender, como una montaña rusa, cuando recorre los huesos de mis caderas, un par de bolas talladas en piedra y decoradas con cicatrices rosadas fruto de cortes con cuchilla.
Me giro sin dejar de mirar el espejo. Mis vértebras son canicas húmedas amontonadas una sobre otra. En mis hombros, afilados como cuchillas, parece que de un momento a otro vayan a crecer plumas.
Cojo el cuchillo.
Los tendones de mi mano se tensan, cuerdas que mantienen una tienda de campaña anclada al suelo mientras el viento sopla con fuerza. Unas delgadas cicatrices esculpen el interior de mi muñeca y se ensanchan al tomar la curva del codo, donde me corté en noveno curso.
Me corto.
La primera incisión nace en el cuello...
Fuente: Frío
Laurie Halse Anderson.
martes, 28 de septiembre de 2010
sin titulo
Y otra vez llego a la balda maldita donde guardo el joyero. Es lo único que me queda por limpiar y me convenzo a mí misma para hacerlo. Ya va siendo hora de guardar todo lo que sobra allí dentro.
Camino al cajón donde se encuentra esa caja de lata, la cuadrada, y al abrirla siento cómo todo lo que hay allí me transporta. Saco las fotos que me impiden acceder a las cajitas donde colocaré cada trocito de plata.
Poco a poco, cada pequeña caja me exige que busque una pieza en especial. Un recuerdo, una fecha, un nombre...
Tiemblo, tiemblo, tiemblo.
Recuerdo entonces la tintura envenenada de tus palabras. El sexo explícito imbuído en ellas transforma mis temblores en suaves lágrimas que resvalan por mis mejillas en la suave noche de finales de septiembre.
Arrojo la caja al fondo del cajón del que nunca debería haber salido y la ira me ciega cuando pateo el mueble.
El quejido que éste emite me recuerda esas pequeñas astillas que parece te empeñas en clavarme cuando bajo la guardia...
Cuento hasta que se me acaban los números perdida de nuevo en ese bosque que tan bien conozco. Sentada en ese claro, rodeada de vegetacion, aparece una vez más el lobo.
Se sienta a mi lado y espera pacientemente que abra mi corazón y derrame toda la ponzoña.
Cuando el suelo desaparece bajo nuestros pies ruego al cielo que no hayas malinterpretado todo esto y en el aire escribo con un pintalabios rojo sangre que eres mi vida, que la luz que me das nadie más puede darmela y que estoy deseando verte, amarte y ser libre.
Abriste la jaula de este pajarillo y le diste el valor para volar y dejar atrás sus fantasmas y sus rejas para enseñarle que el dolor no tiene que estar presente y hacerle ver nuevos mundos...
Camino al cajón donde se encuentra esa caja de lata, la cuadrada, y al abrirla siento cómo todo lo que hay allí me transporta. Saco las fotos que me impiden acceder a las cajitas donde colocaré cada trocito de plata.
Poco a poco, cada pequeña caja me exige que busque una pieza en especial. Un recuerdo, una fecha, un nombre...
Tiemblo, tiemblo, tiemblo.
Recuerdo entonces la tintura envenenada de tus palabras. El sexo explícito imbuído en ellas transforma mis temblores en suaves lágrimas que resvalan por mis mejillas en la suave noche de finales de septiembre.
Arrojo la caja al fondo del cajón del que nunca debería haber salido y la ira me ciega cuando pateo el mueble.
El quejido que éste emite me recuerda esas pequeñas astillas que parece te empeñas en clavarme cuando bajo la guardia...
Cuento hasta que se me acaban los números perdida de nuevo en ese bosque que tan bien conozco. Sentada en ese claro, rodeada de vegetacion, aparece una vez más el lobo.
Se sienta a mi lado y espera pacientemente que abra mi corazón y derrame toda la ponzoña.
Cuando el suelo desaparece bajo nuestros pies ruego al cielo que no hayas malinterpretado todo esto y en el aire escribo con un pintalabios rojo sangre que eres mi vida, que la luz que me das nadie más puede darmela y que estoy deseando verte, amarte y ser libre.
Abriste la jaula de este pajarillo y le diste el valor para volar y dejar atrás sus fantasmas y sus rejas para enseñarle que el dolor no tiene que estar presente y hacerle ver nuevos mundos...
domingo, 26 de septiembre de 2010
Noche
Mientras la relajación me invade siento ganas echarme a llorar.
En la penumbra de la habitación, entre tus brazos, me siento completamente limpia, pura como la niña que era hace tantos años.
Me sorprendió la manera en que todo se desarrolló.
Atravesé el umbral de aquella casa deseando no haber soltado tu mano mientras subíamos los escalones, pensando en que pasaría como pasa siempre. Prejuicios, prejuicios y más prejuicios.
Poco a poco el reloj fue avanzando y cuando quise darme cuenta ya era uno más, riendo, hablando y compartiendo experiencias.
Y en el momento en que cerramos la puerta, volvimos a crear nuestra burbuja particular.
Compartiendo sensaciones los malos pensamientos volaban con el sonido de los muebles viejos camuflado en parte por nuestra risa.
Volvimos a visitar nuestro pequeño reducto de paz, paraíso terrenal sólo estropeado por el correr de las agujas del reloj, siempre demasiado rápidas cuando me encuentro a tu lado.
Gracias por abrirme tu mundo un poco más a través de una noche preciosa.
En la penumbra de la habitación, entre tus brazos, me siento completamente limpia, pura como la niña que era hace tantos años.
Me sorprendió la manera en que todo se desarrolló.
Atravesé el umbral de aquella casa deseando no haber soltado tu mano mientras subíamos los escalones, pensando en que pasaría como pasa siempre. Prejuicios, prejuicios y más prejuicios.
Poco a poco el reloj fue avanzando y cuando quise darme cuenta ya era uno más, riendo, hablando y compartiendo experiencias.
Y en el momento en que cerramos la puerta, volvimos a crear nuestra burbuja particular.
Compartiendo sensaciones los malos pensamientos volaban con el sonido de los muebles viejos camuflado en parte por nuestra risa.
Volvimos a visitar nuestro pequeño reducto de paz, paraíso terrenal sólo estropeado por el correr de las agujas del reloj, siempre demasiado rápidas cuando me encuentro a tu lado.
Gracias por abrirme tu mundo un poco más a través de una noche preciosa.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Sangre
Al anochecer ella se encontraba sola en la lúgubre habitación en que la habían encerrado desnuda. La luz del sol menguante se filtra por una pequeña ventana que da a un patio de frío cemento.
Frío.
Ella ya no recuerda cómo se siente el frío. Ni el calor del sol quemando su blanca piel.
Ya no recuerda lo que es estar en este mundo.
Toma entonces la cuchilla robada entre sus manos.
Su cuerpo se convierte en el lienzo una vez más.
Poco a poco suaves caminos ensangrentados pueblan sus brazos, abdomen y piernas.
Líquido negro, corrupto y sucio mana de toda ella, intentando purificar aquello que ya no es purificable.
No siente el dolor de la piel al abrirse bajo el metal plateado. No siente el lustroso brebaje correr por su piel y gotear al colchón en que ahora se encuentra.
No cae ni una sola lágrima, porque ella ya no puede llorar.
Ahora es la luz de la luna la que se filtra por el hueco que da al patio de frío cemento.
Ella se esconde bajo las pegajosas sábanas manchadas de la ponzoña que corre por sus venas cuando escucha como cada noche esos pasos acercarse.
Sabe que la castigarán por automutilarse, pero no la importa, porque no lo sentirá, por mucho que presionen.
No hay nada peor que estar muerto en vida.
Frío.
Ella ya no recuerda cómo se siente el frío. Ni el calor del sol quemando su blanca piel.
Ya no recuerda lo que es estar en este mundo.
Toma entonces la cuchilla robada entre sus manos.
Su cuerpo se convierte en el lienzo una vez más.
Poco a poco suaves caminos ensangrentados pueblan sus brazos, abdomen y piernas.
Líquido negro, corrupto y sucio mana de toda ella, intentando purificar aquello que ya no es purificable.
No siente el dolor de la piel al abrirse bajo el metal plateado. No siente el lustroso brebaje correr por su piel y gotear al colchón en que ahora se encuentra.
No cae ni una sola lágrima, porque ella ya no puede llorar.
Ahora es la luz de la luna la que se filtra por el hueco que da al patio de frío cemento.
Ella se esconde bajo las pegajosas sábanas manchadas de la ponzoña que corre por sus venas cuando escucha como cada noche esos pasos acercarse.
Sabe que la castigarán por automutilarse, pero no la importa, porque no lo sentirá, por mucho que presionen.
No hay nada peor que estar muerto en vida.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Delirio II
En este mundo de locos hasta el valor de una relación está cambiando.
Hoy en día las relaciones se consideran trofeos, algo material fácilmente cambiable y manipulable cual arcilla de modelar.
Ni siquiera el amor, la más preciosa de las emociones, tiene valor.
Se considera a las personas como meros cuerpos, carne con la cual pasar un buen rato y al día siguiente ni siquiera recordar su nombre.
La atracción física es lo que prima, no se establecen lazos emocionales con nadie y ni siquiera se piensa en las posibles consecuencias que pueden tener algunas prácticas.
Sin embargo, yo amo y me siento orgullosa de ello.
Amo, porque solamente amando soy libre.
Y me dicen que el amor duele, que es mejor no entregarse a nadie porque así no pueden lastimarte. Lo siento por todos los que intentan convencerme, nunca he llevado esa vida y nunca la llevaré.
Amo aunque duela, porque el amor, cuando duele, es amor de verdad.
Creo que es lo más bonito que puede alguien sentir, y creo que amar está en la naturaleza de la gente por mucho que se empeñen en hacer ver lo contrario.
Muchas veces me he enamorado, y siempre de la persona equivocada. He sentido la impotencia de ver apagarse un amor que parecía inextinguible. He sentido en mi piel la mentira y la traición.
Desde luego, todo son cosas malas.
Pero no me doy por vencida. Por mucho que caiga, me empujen y me hagan llorar, por mucho que sufra, siempre lo que venga será mejor.
Y lo sé, porque tengo el valor de seguir amando y dar lo mejor de mí misma.
Y lo seguiré haciendo aunque me tachen de loca o masoquista.
Porque amar es desear el bien de otra persona por encima del tuyo propio.
Te amo, y lo seguiré haciéndo hasta que quieras que deje de hacerlo.
Hoy en día las relaciones se consideran trofeos, algo material fácilmente cambiable y manipulable cual arcilla de modelar.
Ni siquiera el amor, la más preciosa de las emociones, tiene valor.
Se considera a las personas como meros cuerpos, carne con la cual pasar un buen rato y al día siguiente ni siquiera recordar su nombre.
La atracción física es lo que prima, no se establecen lazos emocionales con nadie y ni siquiera se piensa en las posibles consecuencias que pueden tener algunas prácticas.
Sin embargo, yo amo y me siento orgullosa de ello.
Amo, porque solamente amando soy libre.
Y me dicen que el amor duele, que es mejor no entregarse a nadie porque así no pueden lastimarte. Lo siento por todos los que intentan convencerme, nunca he llevado esa vida y nunca la llevaré.
Amo aunque duela, porque el amor, cuando duele, es amor de verdad.
Creo que es lo más bonito que puede alguien sentir, y creo que amar está en la naturaleza de la gente por mucho que se empeñen en hacer ver lo contrario.
Muchas veces me he enamorado, y siempre de la persona equivocada. He sentido la impotencia de ver apagarse un amor que parecía inextinguible. He sentido en mi piel la mentira y la traición.
Desde luego, todo son cosas malas.
Pero no me doy por vencida. Por mucho que caiga, me empujen y me hagan llorar, por mucho que sufra, siempre lo que venga será mejor.
Y lo sé, porque tengo el valor de seguir amando y dar lo mejor de mí misma.
Y lo seguiré haciendo aunque me tachen de loca o masoquista.
Porque amar es desear el bien de otra persona por encima del tuyo propio.
Te amo, y lo seguiré haciéndo hasta que quieras que deje de hacerlo.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Delirio
La llovizna golpea las ventanas del tren en el que me encuentro sin demasiado entusiasmo.
El tren comienza a andar, moviendo las gotitas en la dirección contraria a la que el tren avanza, todas al mismo ritmo se van siguiendo unas a otras.
Entonces mi vista se clava en una de ellas que permanece inmóvil ante el viento, y a la que ninguna de las otras gotas toca para llevársela con ella a donde sea que se dirigen.
La solitaria gota parece por un momento aguardar que alguien venga a buscarla, pero a los pocos metros su situación parece distinta.
Aparenta disfrutar de ir a contracorriente, de no seguir lo que el mundo manda y aguantar contra el viento y la marea lo que le es impuesto.
Por un momento, admiro a esa pequeña gotita y sonrio para mis adentros.
En un mundo donde la moda lo dicta todo, donde el tener más y más cosas es lo único que cuenta, donde todos parecen cortados por un mismo patrón y donde si te sales de la norma te temen, hay pocos que aún sepan apreciar las pequeñas cosas de la vida.
En este loco mundo eres raro si en lugar de salir a beber y fumar cada noche te dedicas a pasar la tarde con un buen libro al calor de un radiador. Eres raro si nunca has tenido una relación esporádica o tienes algún hobby que implique algo de cultura.
Admiro a la gente que tiene el valor de ser diferente y mostrarlo.
Les admiro, porque ellos saben disfrutar de la vida.
Espero que sigaís siendo como sois.
El tren comienza a andar, moviendo las gotitas en la dirección contraria a la que el tren avanza, todas al mismo ritmo se van siguiendo unas a otras.
Entonces mi vista se clava en una de ellas que permanece inmóvil ante el viento, y a la que ninguna de las otras gotas toca para llevársela con ella a donde sea que se dirigen.
La solitaria gota parece por un momento aguardar que alguien venga a buscarla, pero a los pocos metros su situación parece distinta.
Aparenta disfrutar de ir a contracorriente, de no seguir lo que el mundo manda y aguantar contra el viento y la marea lo que le es impuesto.
Por un momento, admiro a esa pequeña gotita y sonrio para mis adentros.
En un mundo donde la moda lo dicta todo, donde el tener más y más cosas es lo único que cuenta, donde todos parecen cortados por un mismo patrón y donde si te sales de la norma te temen, hay pocos que aún sepan apreciar las pequeñas cosas de la vida.
En este loco mundo eres raro si en lugar de salir a beber y fumar cada noche te dedicas a pasar la tarde con un buen libro al calor de un radiador. Eres raro si nunca has tenido una relación esporádica o tienes algún hobby que implique algo de cultura.
Admiro a la gente que tiene el valor de ser diferente y mostrarlo.
Les admiro, porque ellos saben disfrutar de la vida.
Espero que sigaís siendo como sois.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Chocolate
El dulce olor del chocolate recién hecho fluye a través de la escalera y me despierta de mi sueño. No hay ningún ruido en la casa completamente oscura, así que extrañada me levanto, me pongo la bata de invierno y me dirijo a la cocina.
Al llegar allí, una humeante taza del néctar de los dioses me espera iluminada por una tenue luz. Tomo la cuchara, remuevo un poco el contenido y luego me dispongo a probarlo.
Perfecto.
Sonrío para mí y miro alrededor por si localizo quién ha preparado eso con tal perfección. No hay suerte.
Tres campanadas indican la hora exacta en medio de la noche. No quiero dejar enfriar ese dulce antes de acabarlo por mucho que la hora sea inadecuada, así que con la taza entre mis manos me acerco al salón.
Al entrar, ahí estás, plácidamente tumbado en el sofá, dormido a la luz de un par de velas. Me permito observarte mientras rodeo con cuidado el salón para dejar la taza en la mesa.
Busco la manta y te tapo con ella.
Automáticamente reaccionas, y te acomodas bajo la tela, agradeciéndo el suave contacto y el calor. Rozo con un dedo tu mejilla y quiero besarte, pero no lo hago por si te despiertas del agradable sueño que pareces estar disfrutando.
Tomo mi bebida, me acoplo en el otro sillón haciendo el menor ruido posible y gozo del cálido dulce con tranquilidad mientras pienso en la perfección de ese momento, la paz que me inunda y el amor que te tengo.
Y no quiero que ninguna de esas cosas termine jamás, al igual que nunca dejaré de tener pasión por el chocolate...
Al llegar allí, una humeante taza del néctar de los dioses me espera iluminada por una tenue luz. Tomo la cuchara, remuevo un poco el contenido y luego me dispongo a probarlo.
Perfecto.
Sonrío para mí y miro alrededor por si localizo quién ha preparado eso con tal perfección. No hay suerte.
Tres campanadas indican la hora exacta en medio de la noche. No quiero dejar enfriar ese dulce antes de acabarlo por mucho que la hora sea inadecuada, así que con la taza entre mis manos me acerco al salón.
Al entrar, ahí estás, plácidamente tumbado en el sofá, dormido a la luz de un par de velas. Me permito observarte mientras rodeo con cuidado el salón para dejar la taza en la mesa.
Busco la manta y te tapo con ella.
Automáticamente reaccionas, y te acomodas bajo la tela, agradeciéndo el suave contacto y el calor. Rozo con un dedo tu mejilla y quiero besarte, pero no lo hago por si te despiertas del agradable sueño que pareces estar disfrutando.
Tomo mi bebida, me acoplo en el otro sillón haciendo el menor ruido posible y gozo del cálido dulce con tranquilidad mientras pienso en la perfección de ese momento, la paz que me inunda y el amor que te tengo.
Y no quiero que ninguna de esas cosas termine jamás, al igual que nunca dejaré de tener pasión por el chocolate...
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Sueños
Me encuentro en el baño una mañana más al poco de salir de la cama, con más sueño que frío.
Tomo el agua caliente entre mis manos y me desperezo, preparándome para un nuevo día.
Como cada amanecer, cierro el grifo, estiro el brazo y agarro la toalla para secarme el agua restante...
Y al mirarme en el espejo ahí estás, detrás de mí, observando cada movimiento.
Sobresaltada, la toalla resbala y cae al suelo al mismo tiempo que me giro.
Sin palabras que rompan el momento, avanzas los pocos centímetros que nos separan.
Me afianzo al lavabo con la vana esperanza de no perder el equilibrio.
Olvido cómo se respira en el momento en que agarras mi barbilla y me obligas a fijarme en esos ojos que tan cautiva me tienen.
Sonríes con juguetona malicia mientras continúas acortando esa maldita distancia que mantiene tus labios fuera de mi alcance, y en el momento en que me besas pierdo por completo la noción del tiempo.
Alargas deliberadamente ese beso porque sabes que pierdo la conciencia cada vez que juegas de esa manera, y aprovechas para agarrarme sin huída posible hasta que mi cuerpo toca por completo el tuyo y me siento desvanecer.
Me levantas sin apenas esfuerzo y la tela que me cubre desaparece con tanta facilidad que parece que no se atreve a desobedecerte.
El silencio matutino sólo se ve rasgado por nuestra respiración entrecortada y el sonido de la pasión.
Soy vagamente consciente del momento en que me giras para ponerme en la misma posición en la que estaba antes de descubrir tu presencia, y, mientras me rodeas, la expectación me juega malas pasadas y te deleitas con ello conocedor de que cada minuto que pasa estoy más a tu merced.
Entonces vienes a mí y te siento como si fueras una ola a punto de romper y dispuesta arrastrarme consigo para siempre...
Tú eres la feroz tormenta y yo la tierra sobre la que encuentras reposo, lo suficientemente fuerte para tomar todo lo que tienes para dar.
Después de todo, hay muchas maneras de romper un corazón.
Tomo el agua caliente entre mis manos y me desperezo, preparándome para un nuevo día.
Como cada amanecer, cierro el grifo, estiro el brazo y agarro la toalla para secarme el agua restante...
Y al mirarme en el espejo ahí estás, detrás de mí, observando cada movimiento.
Sobresaltada, la toalla resbala y cae al suelo al mismo tiempo que me giro.
Sin palabras que rompan el momento, avanzas los pocos centímetros que nos separan.
Me afianzo al lavabo con la vana esperanza de no perder el equilibrio.
Olvido cómo se respira en el momento en que agarras mi barbilla y me obligas a fijarme en esos ojos que tan cautiva me tienen.
Sonríes con juguetona malicia mientras continúas acortando esa maldita distancia que mantiene tus labios fuera de mi alcance, y en el momento en que me besas pierdo por completo la noción del tiempo.
Alargas deliberadamente ese beso porque sabes que pierdo la conciencia cada vez que juegas de esa manera, y aprovechas para agarrarme sin huída posible hasta que mi cuerpo toca por completo el tuyo y me siento desvanecer.
Me levantas sin apenas esfuerzo y la tela que me cubre desaparece con tanta facilidad que parece que no se atreve a desobedecerte.
El silencio matutino sólo se ve rasgado por nuestra respiración entrecortada y el sonido de la pasión.
Soy vagamente consciente del momento en que me giras para ponerme en la misma posición en la que estaba antes de descubrir tu presencia, y, mientras me rodeas, la expectación me juega malas pasadas y te deleitas con ello conocedor de que cada minuto que pasa estoy más a tu merced.
Entonces vienes a mí y te siento como si fueras una ola a punto de romper y dispuesta arrastrarme consigo para siempre...
Tú eres la feroz tormenta y yo la tierra sobre la que encuentras reposo, lo suficientemente fuerte para tomar todo lo que tienes para dar.
Después de todo, hay muchas maneras de romper un corazón.
martes, 14 de septiembre de 2010
Aire
Van pasando las paradas y la oscuridad va abrumandome poco a poco otra vez sin razón aparente.
Comienzo a preguntarme si esto me sirve de algo, el esforzarme por vivir, y simplemente no encuentro un motivo.
Odio cegarme de esta manera cuando hace apenas unas horas lo veía todo tan claro, tan vivo...
Al llegar a casa, sonrío, charlo con mi madre y al abrir la red la ponzoña se apodera de nuevo de mí, buscando algo que destrozar en su camino, porque no soporto ver a la gente feliz a mi alrededor cuando yo no soy capaz de ver.
Nadie con quien hablar. Nadie que quiera escucharme. Nadie dispuesto a ayudarme a salir antes de dormir.
Ganas de gritar, gritar y gritar hasta que exhausta me rinda ante mi propia debilidad y caiga en el subconsciente, para así no contaminar a nadie con este veneno que llevo dentro.
La hipocresía que encuentro al otro lado me hace enfurecerme aún más y por un momento deseo tener alguna sustancia que me evada de este absurdo planeta por un tiempo.
Deseo ser el aire, no tener forma, ni ser esclava de la gravedad... para olvidarme de todo, purificar esta sustancia nociva y volver siendo tan pura como soy cuando la luz me ciega...
Comienzo a preguntarme si esto me sirve de algo, el esforzarme por vivir, y simplemente no encuentro un motivo.
Odio cegarme de esta manera cuando hace apenas unas horas lo veía todo tan claro, tan vivo...
Al llegar a casa, sonrío, charlo con mi madre y al abrir la red la ponzoña se apodera de nuevo de mí, buscando algo que destrozar en su camino, porque no soporto ver a la gente feliz a mi alrededor cuando yo no soy capaz de ver.
Nadie con quien hablar. Nadie que quiera escucharme. Nadie dispuesto a ayudarme a salir antes de dormir.
Ganas de gritar, gritar y gritar hasta que exhausta me rinda ante mi propia debilidad y caiga en el subconsciente, para así no contaminar a nadie con este veneno que llevo dentro.
La hipocresía que encuentro al otro lado me hace enfurecerme aún más y por un momento deseo tener alguna sustancia que me evada de este absurdo planeta por un tiempo.
Deseo ser el aire, no tener forma, ni ser esclava de la gravedad... para olvidarme de todo, purificar esta sustancia nociva y volver siendo tan pura como soy cuando la luz me ciega...
viernes, 10 de septiembre de 2010
Palomitas
Al salir de la tienda abrí la bolsa, tomé entre mis dedos una palomita y me dispuse a saborearla.
Ciertamente me supo a gloria, pero el dulce me transportó atrás en el tiempo. No hace mucho que solíamos bajarnos a comprar palomitas de maiz para luego seguir nuestro camino a casa.
Recordé cómo eras capaz de acompañarme hasta allí solamente para comprar eso. Recordé cómo nos peleabamos por la más colorida de todas, y cómo buscábamos la mas dulce.
Todo aquello fue bonito, pero al igual que la primavera deja paso al invierno y los árboles se desnudan, se marchitó.
Ya en la estación, aún saboreando palomitas, miré al horizonte, y al ver esas torres una estúpida sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro.
Porque aún puedo dibujar un destino nuevo a partir del presente.
Por muchas veces que mire atrás, por muchas veces que lo que sea que está por venir me abrume y quiera correr, por muchas veces que piense que me va a doler...
Seguiré ahí.
Porque también he recordado porqué me fijé en ti y no en cualquier otra persona, y quiero luchar por lo que siento.
Quiero pensar que no habrá más dolor, fantasear y flotar todo lo que el cielo me permita. Y quiero que flotes conmigo todo el tiempo que este sueño dure.
Arriesguémonos a amar, hagamos que lo frágil deje de serlo, porque el paraíso está al alcance de nuestras manos, sólo hay que estirarse un poco para poder agarrarlo...
Ciertamente me supo a gloria, pero el dulce me transportó atrás en el tiempo. No hace mucho que solíamos bajarnos a comprar palomitas de maiz para luego seguir nuestro camino a casa.
Recordé cómo eras capaz de acompañarme hasta allí solamente para comprar eso. Recordé cómo nos peleabamos por la más colorida de todas, y cómo buscábamos la mas dulce.
Todo aquello fue bonito, pero al igual que la primavera deja paso al invierno y los árboles se desnudan, se marchitó.
Ya en la estación, aún saboreando palomitas, miré al horizonte, y al ver esas torres una estúpida sonrisa volvió a dibujarse en mi rostro.
Porque aún puedo dibujar un destino nuevo a partir del presente.
Por muchas veces que mire atrás, por muchas veces que lo que sea que está por venir me abrume y quiera correr, por muchas veces que piense que me va a doler...
Seguiré ahí.
Porque también he recordado porqué me fijé en ti y no en cualquier otra persona, y quiero luchar por lo que siento.
Quiero pensar que no habrá más dolor, fantasear y flotar todo lo que el cielo me permita. Y quiero que flotes conmigo todo el tiempo que este sueño dure.
Arriesguémonos a amar, hagamos que lo frágil deje de serlo, porque el paraíso está al alcance de nuestras manos, sólo hay que estirarse un poco para poder agarrarlo...
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Miedo
La lluvia me calaba al mismo ritmo que mis pies avanzaban por la carretera solitaria. Suavemente, un temor aún más grande iba floreciendo en mi interior y no podía hacer nada por evitarlo, de la misma forma que no podía hacer parar el aguacero.
Mi cabeza comienza a caminar por esos senderos que no quiero volver a explorar, recordándome la fragilidad actual de mi mundo.
Intento luchar contra mis fantasmas internos que me dicen que desconfíe e intentan persuadirme para echar a correr lejos de todo esto, lejos de tí.
Porque ellos esperan el día en que caiga la máscara y entonces el golpe sea inevitable.
Sin embargo, mi otra mitad grita con desesperación para que no los escuche y mi cuerpo paralizado se niega de la misma forma a huir.
Asumiré el riesgo que sea necesario correr aunque esté aterrada, aunque me tema a mí misma mucho más de lo que pueda temer esta distancia repentina.
Tengo miedo de no poder con ello, y de que de repente un día no podamos más.
Tengo miedo de que desaparezcas del mismo modo que apareciste en mi vida.
Y sabes que estoy aterrada con ello pero que nunca te lo diré abiertamente, porque soy así de testaruda.
Y porque cada vez que pienso en ello me dan ganas de llorar, porque me he equivocado muchas veces y espero no hacerlo contigo.
Porque has entrado en un ser prácticamente impenetrable y has osado llevarte un corazón demasiado frágil como para aguantar otra caída...
Mi cabeza comienza a caminar por esos senderos que no quiero volver a explorar, recordándome la fragilidad actual de mi mundo.
Intento luchar contra mis fantasmas internos que me dicen que desconfíe e intentan persuadirme para echar a correr lejos de todo esto, lejos de tí.
Porque ellos esperan el día en que caiga la máscara y entonces el golpe sea inevitable.
Sin embargo, mi otra mitad grita con desesperación para que no los escuche y mi cuerpo paralizado se niega de la misma forma a huir.
Asumiré el riesgo que sea necesario correr aunque esté aterrada, aunque me tema a mí misma mucho más de lo que pueda temer esta distancia repentina.
Tengo miedo de no poder con ello, y de que de repente un día no podamos más.
Tengo miedo de que desaparezcas del mismo modo que apareciste en mi vida.
Y sabes que estoy aterrada con ello pero que nunca te lo diré abiertamente, porque soy así de testaruda.
Y porque cada vez que pienso en ello me dan ganas de llorar, porque me he equivocado muchas veces y espero no hacerlo contigo.
Porque has entrado en un ser prácticamente impenetrable y has osado llevarte un corazón demasiado frágil como para aguantar otra caída...
domingo, 5 de septiembre de 2010
Domingo, 5 de septiembre.
Al salir del metro comprendí dónde querías ir y me pareció perfecto.
Poco a poco los recuerdos de aquel día fueron invadiéndome, renovándolo todo.
En el mismo trocito de suave verdor nuestros labios vuelven a encontrarse, esta vez con más confianza.
Despacito, sin prisa, voy rozandote, dándote mi aliento con cariño, dejándo que únicamente mi boca te toque. Suavemente te abres y yo disfruto de esa sensación, porque sé que te estás relajando y eso me encanta y me anima a seguir mimándote.
Tras un tiempo, te miro.
Y entonces decido concentrarme en tu cuello mientras aún flotas, con el objetivo de brindarte algo parecido a lo que sentí la primera vez que, al lado de ese mismo lago, te posaste sobre mi piel.
Sin apenas tocarte, me deslizo y sé que la expectación nace porque te erizas. Sonrío con malicia y sigo torturándote un poco más, disfrutando de la misma manera ese pequeño momento íntimo. Te estiraste dejándome más hueco en el momento en que mi lengua entró en el juego sólo momentáneamente. Porque aún era pronto para morderte y aunque lo estaba deseando, quería esperar un poco, disfrutar de tenerte bajo mi control un par de minutos más.
En el momento en que ataqué, te estremeciste. Tu reacción me sorprendió y fué lo que le puso la guinda a ese beso.
Pasó la tarde y otra vez sentí las palabras atascadas en mi garganta.
Esas malditas dos palabras. Cinco letras. Únicamente cinco letras y tan complicadas de expulsar.
Sin embargo, encontré un porqué a ese atasco.
Simplemente, amar es querer por encima de cualquier otra cosa.
Poco a poco los recuerdos de aquel día fueron invadiéndome, renovándolo todo.
En el mismo trocito de suave verdor nuestros labios vuelven a encontrarse, esta vez con más confianza.
Despacito, sin prisa, voy rozandote, dándote mi aliento con cariño, dejándo que únicamente mi boca te toque. Suavemente te abres y yo disfruto de esa sensación, porque sé que te estás relajando y eso me encanta y me anima a seguir mimándote.
Tras un tiempo, te miro.
Y entonces decido concentrarme en tu cuello mientras aún flotas, con el objetivo de brindarte algo parecido a lo que sentí la primera vez que, al lado de ese mismo lago, te posaste sobre mi piel.
Sin apenas tocarte, me deslizo y sé que la expectación nace porque te erizas. Sonrío con malicia y sigo torturándote un poco más, disfrutando de la misma manera ese pequeño momento íntimo. Te estiraste dejándome más hueco en el momento en que mi lengua entró en el juego sólo momentáneamente. Porque aún era pronto para morderte y aunque lo estaba deseando, quería esperar un poco, disfrutar de tenerte bajo mi control un par de minutos más.
En el momento en que ataqué, te estremeciste. Tu reacción me sorprendió y fué lo que le puso la guinda a ese beso.
Pasó la tarde y otra vez sentí las palabras atascadas en mi garganta.
Esas malditas dos palabras. Cinco letras. Únicamente cinco letras y tan complicadas de expulsar.
Sin embargo, encontré un porqué a ese atasco.
Simplemente, amar es querer por encima de cualquier otra cosa.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Viernes
Comencé a sentir la opresión en el pecho y la angustia justo en el momento en que abrí la puerta.
Tras la carrera, jadeaba y encontraros fué un alivio, pero sentí miedo. Miedo de que me rechazarais por cómo soy, por mis actos.
Os acercasteis a mí felices de que todo hubiera acabado, dispuestos a abrazarme...
Y fué entonces cuando comenzó el dolor. Dos pares de brazos, dos caminos diferentes, dos formas de ver la vida...
El suave sonido del despertador me trajo de vuelta a la realidad de este viernes de locos.
Aturdida, me costó localizar el boton de apagado, y por un momento pensé en volver a dormir para conocer el final de la historia.
Pero recordé que mi realidad, mi mundo, es mucho mejor que todo lo que pueda crear mi mente caprichosa.
Porque sé lo que quiero, se qué es lo correcto.
Y sobre todo, sé que hay que vivir el presente, disfrutar cada olor, cada sabor, cada sensación... apreciar lo que tengo al lado sin preocuparme del pasado ni de lo que está por venir.
Porque lo pasado no volverá, y el futuro está muy lejos.
Tras la carrera, jadeaba y encontraros fué un alivio, pero sentí miedo. Miedo de que me rechazarais por cómo soy, por mis actos.
Os acercasteis a mí felices de que todo hubiera acabado, dispuestos a abrazarme...
Y fué entonces cuando comenzó el dolor. Dos pares de brazos, dos caminos diferentes, dos formas de ver la vida...
El suave sonido del despertador me trajo de vuelta a la realidad de este viernes de locos.
Aturdida, me costó localizar el boton de apagado, y por un momento pensé en volver a dormir para conocer el final de la historia.
Pero recordé que mi realidad, mi mundo, es mucho mejor que todo lo que pueda crear mi mente caprichosa.
Porque sé lo que quiero, se qué es lo correcto.
Y sobre todo, sé que hay que vivir el presente, disfrutar cada olor, cada sabor, cada sensación... apreciar lo que tengo al lado sin preocuparme del pasado ni de lo que está por venir.
Porque lo pasado no volverá, y el futuro está muy lejos.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Junio. Segunda parte.
Aquella mañana, al levantarme, la determinación sugió.
Allí te encontré, como muchas otras mañanas, esperando ese vehículo al final del andén.
Pensé que lo más apropiado hubiera sido desayunar una cerveza o dos para perder esa maldita conciencia que me hacía temblar con solo verte. No obstante, me acerqué para así poder hacer más ameno el viaje.
Aún recuerdo lo difícil que me fue tenerte a escasos centímetros en un tren repleto de gente y tener que hacer fuerza para no caerte encima.
Los brotes amenazaban con romperlo todo.
Porque quizá si te lo contaba perdería la amistad, y el hablar despreocupadamente contigo, como en ese momento.
Sin embargo, pasaron las horas y lo que había crecido en mi interior necesitaba ver la luz. Porque era la última vez que te vería sin escusas. Y si no lo hacía, sería peor.
Bendigo el momento en que me decidí a contarte lo que siento.
Desde entonces, a pesar de la confusión, el miedo, las dudas... todo ha sido mejor.
Porque aunque la espera fue dura, por fin te tengo a mi lado.
Porque no hay nada más mientras nuestros labios quieran volver a besarse.
Los días pasan, ya son casi 2 meses y lo que antes era un brote ahora es un hermoso rosal que me rodea sin aplastarme, que me llena de vida y de ganas de seguir.
Contigo todo parece más sencillo, incluso el amor.
Allí te encontré, como muchas otras mañanas, esperando ese vehículo al final del andén.
Pensé que lo más apropiado hubiera sido desayunar una cerveza o dos para perder esa maldita conciencia que me hacía temblar con solo verte. No obstante, me acerqué para así poder hacer más ameno el viaje.
Aún recuerdo lo difícil que me fue tenerte a escasos centímetros en un tren repleto de gente y tener que hacer fuerza para no caerte encima.
Los brotes amenazaban con romperlo todo.
Porque quizá si te lo contaba perdería la amistad, y el hablar despreocupadamente contigo, como en ese momento.
Sin embargo, pasaron las horas y lo que había crecido en mi interior necesitaba ver la luz. Porque era la última vez que te vería sin escusas. Y si no lo hacía, sería peor.
Bendigo el momento en que me decidí a contarte lo que siento.
Desde entonces, a pesar de la confusión, el miedo, las dudas... todo ha sido mejor.
Porque aunque la espera fue dura, por fin te tengo a mi lado.
Porque no hay nada más mientras nuestros labios quieran volver a besarse.
Los días pasan, ya son casi 2 meses y lo que antes era un brote ahora es un hermoso rosal que me rodea sin aplastarme, que me llena de vida y de ganas de seguir.
Contigo todo parece más sencillo, incluso el amor.
domingo, 29 de agosto de 2010
Junio.
Sin darme cuenta mis latidos se hacían más fuertes con cualquier cosa relacionada contigo. Un parpadeo en la pantalla, la llegada inminente del miércoles, un buenos días...
En el momento que lo supe, lloré y mis lágrimas se las tragó la almohada.
Era una bomba de relojería de modo que intenté deshacerme de ello antes de que fuera demasiado tarde.
Pero el tiempo había jugado en mi contra y me había ganado. Probé a arrancarte de mi ser, y el dolor fué penetrante.
Raíces.
Intenté engañarme a mí misma, diciéndome que no eran más que tonterías típicas de una mala época. Dejé esos brotes descuidados.
Una noche de amor no pude ocultar más tiempo lo que estaba pasando. Las raíces de tu rosal habían crecido, y empezaban a querer salir de debajo de mi piel.
Dolor y más dolor.
Basta.
Aquella mañana me levanté y decidí que no lo ocultaría más, que era por ambos conocido que habías plantado algo en mí que me estaba matando poco a poco...
viernes, 27 de agosto de 2010
Euforia.
Tumbada en la cama, de repente me siento la mujer más afortunada del planeta.
Poco a poco esa estúpida sonrisa se va dibujando en mi rostro a pesar de que no hay nadie en la habitación a quien pueda sonreir, pero simplemente no puedo dejar de hacerlo.
Me siento flotar, como si el viento me llevase suavemente después de la tormenta hacia un lugar cálido siempre soñado. Siento que ya nada me sujeta a la cruda realidad y me sumerjo de lleno en ese mundo que se presenta ahora ante mí y del cual no veo los confines.
Quiero sentirme así cada día, amanecer con esta sensación en el cuerpo. Quiero luchar por esto, luchar mucho, y hacer que te sientas orgulloso.
Quiero sacar lo mejor de tí y ser capaz de darte todo lo bueno que yo tengo.
Quiero que estos sentimientos aniden en lo más profundo de mi ser, y que sean los mismos que anidaron en ti. Sentimientos nuevos para una nueva vida. Para una nueva ilusión.
Porque te quiero. Mucho más de lo que imaginas.
Poco a poco esa estúpida sonrisa se va dibujando en mi rostro a pesar de que no hay nadie en la habitación a quien pueda sonreir, pero simplemente no puedo dejar de hacerlo.
Me siento flotar, como si el viento me llevase suavemente después de la tormenta hacia un lugar cálido siempre soñado. Siento que ya nada me sujeta a la cruda realidad y me sumerjo de lleno en ese mundo que se presenta ahora ante mí y del cual no veo los confines.
Quiero sentirme así cada día, amanecer con esta sensación en el cuerpo. Quiero luchar por esto, luchar mucho, y hacer que te sientas orgulloso.
Quiero sacar lo mejor de tí y ser capaz de darte todo lo bueno que yo tengo.
Quiero que estos sentimientos aniden en lo más profundo de mi ser, y que sean los mismos que anidaron en ti. Sentimientos nuevos para una nueva vida. Para una nueva ilusión.
Porque te quiero. Mucho más de lo que imaginas.
miércoles, 25 de agosto de 2010
flashback
A los 11, el infierno.
A los 12, el primer beso.
A los 13, la confusión.
A los 14, la envidia.
A los 15, el desamor.
A los 16, la amistad.
A los 17, la hipocresía.
A los 18, el Amor.
A los 19, la perfección.
A los 20, la codicia.
A los 21, parada bajo la lluvia ella se pregunta porqué sus alas no responden. Puede sentirlas, palpitando suavemente ante la idea de tomar esa mano y volar.
Quizá lleve demasiado lastre, demasiadas cadenas inservibles aún atadas. Quizá esas puertas que cerró tenían rota la cerradura...
A los 12, el primer beso.
A los 13, la confusión.
A los 14, la envidia.
A los 15, el desamor.
A los 16, la amistad.
A los 17, la hipocresía.
A los 18, el Amor.
A los 19, la perfección.
A los 20, la codicia.
A los 21, parada bajo la lluvia ella se pregunta porqué sus alas no responden. Puede sentirlas, palpitando suavemente ante la idea de tomar esa mano y volar.
Quizá lleve demasiado lastre, demasiadas cadenas inservibles aún atadas. Quizá esas puertas que cerró tenían rota la cerradura...
domingo, 22 de agosto de 2010
Dinamita
-¿Porqué tengo la sensación de que algo está mal?
Te diré qué es lo que está mal.
Está mal que pensemos que hay algo que no va como debiera, que está incorrecto.
Hasta donde yo sé, nos queremos, y por eso hemos decidido empezar a recorrer un camino juntos, porque el tuyo se juntó con el mio, y ahora caminamos por ese sendero, adaptando nuestros pasos a la velocidad del otro, disfrutando de su compañía, y formando mutuamente parte de nuestras vidas.
Por supuesto, llegará el día en que alcancemos, como en todo camino, una bifurcación. Cuando eso ocurra, tendremos que decidir por dónde continuar, y si hacerlo juntos o seguir cada uno por una senda diferente.
Pero por ahora todo lo que sé es que quiero caminar contigo, tengo claro que es así aunque a veces me entre la paranoia y me monte mis películas porque dejo que el miedo me acorrale, aunque a veces llore porque tema que al pararnos a mirar un arbusto veas otro camino y ya no sepa encontrar la salida porque te llevaste mi brújula contigo.
Esa sensación extraña, de pensar que hay algo que no va bien... quizá se deba al miedo.
El miedo es dinamita, y pienso cogerlo y mojarlo hasta dejarlo inservible. Porque no hay nada malo en quererte, expresarlo, y recibir lo mismo.
Y cuando el camino se bifurque, al menos la dinamita no dificultará aún más la visión de la salida...
Te diré qué es lo que está mal.
Está mal que pensemos que hay algo que no va como debiera, que está incorrecto.
Hasta donde yo sé, nos queremos, y por eso hemos decidido empezar a recorrer un camino juntos, porque el tuyo se juntó con el mio, y ahora caminamos por ese sendero, adaptando nuestros pasos a la velocidad del otro, disfrutando de su compañía, y formando mutuamente parte de nuestras vidas.
Por supuesto, llegará el día en que alcancemos, como en todo camino, una bifurcación. Cuando eso ocurra, tendremos que decidir por dónde continuar, y si hacerlo juntos o seguir cada uno por una senda diferente.
Pero por ahora todo lo que sé es que quiero caminar contigo, tengo claro que es así aunque a veces me entre la paranoia y me monte mis películas porque dejo que el miedo me acorrale, aunque a veces llore porque tema que al pararnos a mirar un arbusto veas otro camino y ya no sepa encontrar la salida porque te llevaste mi brújula contigo.
Esa sensación extraña, de pensar que hay algo que no va bien... quizá se deba al miedo.
El miedo es dinamita, y pienso cogerlo y mojarlo hasta dejarlo inservible. Porque no hay nada malo en quererte, expresarlo, y recibir lo mismo.
Y cuando el camino se bifurque, al menos la dinamita no dificultará aún más la visión de la salida...
viernes, 20 de agosto de 2010
Distancia.
Tantas cosas que decir, que no se por dónde empezar.
Ese lazo, ese frágil lazo de suave seda del color más precioso que puedas imaginar puede deshilacharse en cualquier momento, o simplemente desatarse y ser llevado por el viento allá donde no podemos verlo. Es cierto que las cosas pudieran parecer más frágiles de lo que realmente son. Pero sólo diré tres palabras:
No quiero marcharme.
Cada dos tardes desde que empezó la época estival de este año 2010 hemos estado acortando esa distancia física porque los dos hemos querido que así sea y hemos puesto empeño en no cancelar ni una de esas tardes a pesar del calor, el mareo producido por el tren o el dolor de garganta de los últimos días.
Jornada tras jornada voy tachando los días en ese calendario, con la cuenta atrás para que el verano toque a su fin, marcando así el reinicio de la rutina estudiantil.
Sin embargo, a mi lo que me preocupa es algo más complicado de lo que crees.
Cierto es que no estoy acostumbrada a esa distancia, a sólo poder disfrutarte un día a la semana y sin embargo, eso puedo sobrellevarlo. Lo que me está costando asimilar más es porqué teniéndote en la misma habitación, a escasos cinco metros, das por hecho que no podré hablarte siquiera, cuando estamos dentro del mismo grupo de gente, si esa gente sabe sobre nuestro lazo.
Lo que realmente me preocupa, por extraño que parezca es precisamente eso, tenerte en la misma habitación y verte cada dia. No tener nada nuevo que contarte, porque lo vives al mismo tiempo que yo.
Sentimiento extraño, lo sé, pero sé de lo que hablo.
Igual que a tí el destino te ha puesto esta prueba de la distancia en otras ocasiones, lo mío es precisamente el contrario. Me ha quitado esa distancia y por tanto, el lazo se deshilachó. Y tengo miedo de que seas tú quien se vaya para no volver porque se harte. Porque no puedas respirar. Al mismo tiempo que me lo tengo a mí misma.
Creo que precisamente el verte poco me hace tener más ganas de ti. Hace unos meses me gustaba que llegaran los lunes, por verte, y al llegar allí me daba cuenta de que los lunes no tenías que ir, y entonces pasaba la semana esperando que llegara el miércoles, que aunque era sólo una hora, sí que al menos estabas.
Y sólo era verte, quizá intercambiar alguna palabra, y poco más. Pero para mí estaba bien.
Y ahora te preocupas porque no podrás prestarme toda la atención que te gustaría.
Dale la vuelta a la frase. ¿Realmente crees que yo sí que podré hacer lo propio?
Sinceramente... llevo todo el verano pensando a veces en que quizá te agobie, que a lo mejor está bien que no recibas noticias mías en el día que no me ves, ni siquiera a través de la red.
Sinceramente... lo que más miedo me da es que al no recibirlas, alguien te dé el cariño que yo no te doy, y desaparezcas para no volver.
Sé que todo esto es contradictorio, y lo siento, pero me está costando mucho encontrar el equilibro, y ahora que lo tenemos, Cronos se pone en nuestra contra exigiéndo preparación para cambiar este hábito.
La distancia hace el olvido cuando la permitimos que lo haga.
Ese lazo, ese frágil lazo de suave seda del color más precioso que puedas imaginar puede deshilacharse en cualquier momento, o simplemente desatarse y ser llevado por el viento allá donde no podemos verlo. Es cierto que las cosas pudieran parecer más frágiles de lo que realmente son. Pero sólo diré tres palabras:
No quiero marcharme.
Cada dos tardes desde que empezó la época estival de este año 2010 hemos estado acortando esa distancia física porque los dos hemos querido que así sea y hemos puesto empeño en no cancelar ni una de esas tardes a pesar del calor, el mareo producido por el tren o el dolor de garganta de los últimos días.
Jornada tras jornada voy tachando los días en ese calendario, con la cuenta atrás para que el verano toque a su fin, marcando así el reinicio de la rutina estudiantil.
Sin embargo, a mi lo que me preocupa es algo más complicado de lo que crees.
Cierto es que no estoy acostumbrada a esa distancia, a sólo poder disfrutarte un día a la semana y sin embargo, eso puedo sobrellevarlo. Lo que me está costando asimilar más es porqué teniéndote en la misma habitación, a escasos cinco metros, das por hecho que no podré hablarte siquiera, cuando estamos dentro del mismo grupo de gente, si esa gente sabe sobre nuestro lazo.
Lo que realmente me preocupa, por extraño que parezca es precisamente eso, tenerte en la misma habitación y verte cada dia. No tener nada nuevo que contarte, porque lo vives al mismo tiempo que yo.
Sentimiento extraño, lo sé, pero sé de lo que hablo.
Igual que a tí el destino te ha puesto esta prueba de la distancia en otras ocasiones, lo mío es precisamente el contrario. Me ha quitado esa distancia y por tanto, el lazo se deshilachó. Y tengo miedo de que seas tú quien se vaya para no volver porque se harte. Porque no puedas respirar. Al mismo tiempo que me lo tengo a mí misma.
Creo que precisamente el verte poco me hace tener más ganas de ti. Hace unos meses me gustaba que llegaran los lunes, por verte, y al llegar allí me daba cuenta de que los lunes no tenías que ir, y entonces pasaba la semana esperando que llegara el miércoles, que aunque era sólo una hora, sí que al menos estabas.
Y sólo era verte, quizá intercambiar alguna palabra, y poco más. Pero para mí estaba bien.
Y ahora te preocupas porque no podrás prestarme toda la atención que te gustaría.
Dale la vuelta a la frase. ¿Realmente crees que yo sí que podré hacer lo propio?
Sinceramente... llevo todo el verano pensando a veces en que quizá te agobie, que a lo mejor está bien que no recibas noticias mías en el día que no me ves, ni siquiera a través de la red.
Sinceramente... lo que más miedo me da es que al no recibirlas, alguien te dé el cariño que yo no te doy, y desaparezcas para no volver.
Sé que todo esto es contradictorio, y lo siento, pero me está costando mucho encontrar el equilibro, y ahora que lo tenemos, Cronos se pone en nuestra contra exigiéndo preparación para cambiar este hábito.
La distancia hace el olvido cuando la permitimos que lo haga.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Strange feeling
Hoy es otro miércoles de agosto.
Hoy es un día normal.
Hoy es un día tranquilo, como tantos otros, en el que disfrutaré del suave sonido de las teclas del ordenador, de la fresca brisa que entrará al anochecer y de los gorriones que siempre cantan en el alféizar de la ventana...
Entonces, si es un día como cualquier otro... ¿Porqué tengo la sensación de que hay algo que está mal?
No puedo parar de pensar que mi mundo está sostenido por un débil pilar a punto de quebrarse. Y que podría ser hoy cuando eso ocurra.
¿Estaré volviéndome loca?
Tal vez... tal vez sólo se trate de un mal presentimiento sin importancia. Tal vez sea que estoy nerviosa por alguna razón que se me está pasando por alto. Tal vez tengas razón, dice una mala vocecilla en mi cabeza.
Tal vez...
Han pasado las horas, ha anochecido y ahora mientras cierro la ventana el olor del cesped mojado me vuelve a embriagar.
Pronto, éste miércoles habrá pasado. Pronto será jueves.
¿Me quieres?
Hoy es un día normal.
Hoy es un día tranquilo, como tantos otros, en el que disfrutaré del suave sonido de las teclas del ordenador, de la fresca brisa que entrará al anochecer y de los gorriones que siempre cantan en el alféizar de la ventana...
Entonces, si es un día como cualquier otro... ¿Porqué tengo la sensación de que hay algo que está mal?
No puedo parar de pensar que mi mundo está sostenido por un débil pilar a punto de quebrarse. Y que podría ser hoy cuando eso ocurra.
¿Estaré volviéndome loca?
Tal vez... tal vez sólo se trate de un mal presentimiento sin importancia. Tal vez sea que estoy nerviosa por alguna razón que se me está pasando por alto. Tal vez tengas razón, dice una mala vocecilla en mi cabeza.
Tal vez...
Han pasado las horas, ha anochecido y ahora mientras cierro la ventana el olor del cesped mojado me vuelve a embriagar.
Pronto, éste miércoles habrá pasado. Pronto será jueves.
¿Me quieres?
domingo, 15 de agosto de 2010
...
Y mientras anochece dejo que mi cabeza vuele por el tiempo.
Poco a poco vuelvo a deleitarme con tu presencia.
Poco a poco el espacio va cambiándo y lo que era un salón va tornandose cocina.
El suave olor del chocolate, y tú alegrando el espacio, como un pajarito en el alféizar de una ventana.
Lentamente mi alrededor se transforma para dar paso a otra escena.
Todo queda fuera de esa habitación. Todo.
Expulsamos todo lo malo y se quedó allí, apartado, sin poder contaminarnos ni un minuto más.
Entonces, despacito, esa estancia se vuelve cielo.
Porque tienes la cualidad de hacer que me olvide de todo lo malo que llevo dentro.
Me encantaría poder parar el tiempo, para que la distancia no tuviera que separarnos, pero sé que si así fuera, nada tendría sentido...
Poco a poco vuelvo a deleitarme con tu presencia.
Poco a poco el espacio va cambiándo y lo que era un salón va tornandose cocina.
El suave olor del chocolate, y tú alegrando el espacio, como un pajarito en el alféizar de una ventana.
Lentamente mi alrededor se transforma para dar paso a otra escena.
Todo queda fuera de esa habitación. Todo.
Expulsamos todo lo malo y se quedó allí, apartado, sin poder contaminarnos ni un minuto más.
Entonces, despacito, esa estancia se vuelve cielo.
Porque tienes la cualidad de hacer que me olvide de todo lo malo que llevo dentro.
Me encantaría poder parar el tiempo, para que la distancia no tuviera que separarnos, pero sé que si así fuera, nada tendría sentido...
jueves, 12 de agosto de 2010
delirium tremens
La historia se repite, con la única diferencia de que esta vez es a mí a la que le toca llevar el timón.
No quiero hacerlo, al fin y al cabo es un ser querido.
Intento aprender de aquellos que pasaron por esto antes, que tuvieron más valor del que considero tener yo ahora que ha llegado mi turno.
Nunca me ha gustado poner contra la espada y la pared a nadie, y esta vez me veo obligada a hacerlo.
Porque son sus intereses contra los míos y yo quiero llevar a cabo mis sueños. No me van a cortar las alas por esto.
Tiemblo cada vez que pienso en todo lo que puedo perder por ello, y sin embargo en el fondo no me importa, porque nunca hizo nada por mí.
Que hayamos llegado a ésta situación es exclusivamente gracias a su falta de interés.
Sé que lloraré y mostraré debilidad ante sus ojos, y sé que no debo hacerlo, pero mis nervios son traicioneros.
No lloraré por lo que está en juego, sino por impotencia.
Porque no es capaz de razonar ni de privarse de nada por otras personas.
Porque no quiere que me convierta en alguien.
Ahora sólo pido fuerza.
No quiero hacerlo, al fin y al cabo es un ser querido.
Intento aprender de aquellos que pasaron por esto antes, que tuvieron más valor del que considero tener yo ahora que ha llegado mi turno.
Nunca me ha gustado poner contra la espada y la pared a nadie, y esta vez me veo obligada a hacerlo.
Porque son sus intereses contra los míos y yo quiero llevar a cabo mis sueños. No me van a cortar las alas por esto.
Tiemblo cada vez que pienso en todo lo que puedo perder por ello, y sin embargo en el fondo no me importa, porque nunca hizo nada por mí.
Que hayamos llegado a ésta situación es exclusivamente gracias a su falta de interés.
Sé que lloraré y mostraré debilidad ante sus ojos, y sé que no debo hacerlo, pero mis nervios son traicioneros.
No lloraré por lo que está en juego, sino por impotencia.
Porque no es capaz de razonar ni de privarse de nada por otras personas.
Porque no quiere que me convierta en alguien.
Ahora sólo pido fuerza.
martes, 10 de agosto de 2010
Running...
El viento rozaba mi rostro, los pies se despegaron del suelo, y poco a poco me fue faltando el aliento.
El viento cortaba mis lágrimas.
No sentir los pies me hacía despedirme de mi cuerpo.
La falta de aire me permitió liberarme de todo pensamiento por un instante.
El mareo que sobrevino me permitió acordarme de porqué sigo adelante. Y sentí que poco a poco los ladrillos volvían a su lugar.
Todo volvió a dónde estaba.
Por suerte, no tuve que gritar. De haber sido así, sin duda me habría desplomado.
Y conmigo, todo.
El viento cortaba mis lágrimas.
No sentir los pies me hacía despedirme de mi cuerpo.
La falta de aire me permitió liberarme de todo pensamiento por un instante.
El mareo que sobrevino me permitió acordarme de porqué sigo adelante. Y sentí que poco a poco los ladrillos volvían a su lugar.
Todo volvió a dónde estaba.
Por suerte, no tuve que gritar. De haber sido así, sin duda me habría desplomado.
Y conmigo, todo.
sábado, 7 de agosto de 2010
Hoy.
Hoy, vuelve a ser esa fecha.
Hoy, esos momentos se me acercan más que nunca.
Hoy, me preparo para que el dolor venga una vez más.
Hoy... ya no recuerdo el brillo de tus ojos.
Hoy ya no sé cómo sabían tus labios.
Ya no recuerdo cómo me abrazabas.
Ni siquiera recuerdo el sonido de tu voz.
Hoy decidí cerrar para siempre la puerta que te permitía salir a lastimarme.
Hoy dejé de lamentarme.
Hoy, me di cuenta de lo que realmente merece la pena.
Hoy, pondré el candado y te sellaré para siempre.
Hoy, he decidido vivir el presente.
Porque tengo una razón para vivirlo.
.
Hoy, esos momentos se me acercan más que nunca.
Hoy, me preparo para que el dolor venga una vez más.
Hoy... ya no recuerdo el brillo de tus ojos.
Hoy ya no sé cómo sabían tus labios.
Ya no recuerdo cómo me abrazabas.
Ni siquiera recuerdo el sonido de tu voz.
Hoy decidí cerrar para siempre la puerta que te permitía salir a lastimarme.
Hoy dejé de lamentarme.
Hoy, me di cuenta de lo que realmente merece la pena.
Hoy, pondré el candado y te sellaré para siempre.
Hoy, he decidido vivir el presente.
Porque tengo una razón para vivirlo.
.
miércoles, 4 de agosto de 2010
5 de agosto
En la suave noche la princesa de cristal va cayendo poco a poco en el mundo de los sueños.
La seda la arropa, recorriendo su suave piel y trayendo a su mente los vivos recuerdos que esa noche están más cerca que nunca.
Soñará con la primera vez que pasearon juntos, entre tanta confusión, y que llevó una negativa extraña.
Evocará aquellas primeras tardes en las que la burbuja fué abriéndose, mostrándole todo un mundo por conocer, y agradecía no haber salido antes de su castillo.
Recordará los latidos del lobo, cambiantes, que la dieron paz.
Se estremecerá al vivir de nuevo la primera vez en que sus labios besaron su cuello.
Sus mejillas se colorearán cuando por su mente pase el primer amanecer que vieron juntos.
Sentirá cómo se detuvo el tiempo al escuchar las ocho letras de un te quiero...
Pero sobre todas las cosas, lo que ella más deseará esa noche, es que ese sueño tan real no tenga final.
Porque ahora él es como el agua que refresca los labios cuando el sol abrasador quema la piel.
Porque ésto no es una historia más, porque son cosas que nunca se borrarán.
Porque tenerle cerca es como flotar por el cielo.
Porque ocupa cada momento que existe en su mente.
Porque cuando están juntos siente que no importa lo demás.
Porque la hace libre.
Y porque sobre todo, la ha hecho revivir.
Gracias. Guardaré cada minuto en un sitio especial.
La seda la arropa, recorriendo su suave piel y trayendo a su mente los vivos recuerdos que esa noche están más cerca que nunca.
Soñará con la primera vez que pasearon juntos, entre tanta confusión, y que llevó una negativa extraña.
Evocará aquellas primeras tardes en las que la burbuja fué abriéndose, mostrándole todo un mundo por conocer, y agradecía no haber salido antes de su castillo.
Recordará los latidos del lobo, cambiantes, que la dieron paz.
Se estremecerá al vivir de nuevo la primera vez en que sus labios besaron su cuello.
Sus mejillas se colorearán cuando por su mente pase el primer amanecer que vieron juntos.
Sentirá cómo se detuvo el tiempo al escuchar las ocho letras de un te quiero...
Pero sobre todas las cosas, lo que ella más deseará esa noche, es que ese sueño tan real no tenga final.
Porque ahora él es como el agua que refresca los labios cuando el sol abrasador quema la piel.
Porque ésto no es una historia más, porque son cosas que nunca se borrarán.
Porque tenerle cerca es como flotar por el cielo.
Porque ocupa cada momento que existe en su mente.
Porque cuando están juntos siente que no importa lo demás.
Porque la hace libre.
Y porque sobre todo, la ha hecho revivir.
Gracias. Guardaré cada minuto en un sitio especial.
domingo, 1 de agosto de 2010
1 de agosto
Y me preguntaste si tenía miedo.
Si, lo tengo, siempre lo he tenido y siempre lo tendré, de unas cosas o de otras. Sin embargo, esta vez tengo miedo de que tú me tengas miedo.
De que no puedas soportar la cruda verdad de una inocencia robada.
De tener a alguien a tu lado que un dia, sin motivo aparente, rompa en llanto en medio de la noche, y al despertarla, veas el terror en sus ojos.
De que me abraces y yo te repudie y te grite que te marches.
De que me veas metida en agua hirviendo, intentando limpiar algo que no ves, porque por dentro estoy sucia.
Podría seguir, pero esta realidad no puede escribirse en unas líneas. Porque, por muchos años que pasen, siento estar en el mismo lugar que cuando aquello ocurrió.
No es entonces falta de confianza. No es que no te lo quiera contar. Es que temo que te vayas para no volver jamás.
Esta noche me permitíré hacerte caso y pensar en lo mucho que me quieres, esperando también que no desaparezca tras leer estas líneas.
Me permitiré también, si con suerte puedo, volar contigo sin que nadie nos persiga. Y besarte sin miedo a abrir los ojos y que me repudies...
Si, lo tengo, siempre lo he tenido y siempre lo tendré, de unas cosas o de otras. Sin embargo, esta vez tengo miedo de que tú me tengas miedo.
De que no puedas soportar la cruda verdad de una inocencia robada.
De tener a alguien a tu lado que un dia, sin motivo aparente, rompa en llanto en medio de la noche, y al despertarla, veas el terror en sus ojos.
De que me abraces y yo te repudie y te grite que te marches.
De que me veas metida en agua hirviendo, intentando limpiar algo que no ves, porque por dentro estoy sucia.
Podría seguir, pero esta realidad no puede escribirse en unas líneas. Porque, por muchos años que pasen, siento estar en el mismo lugar que cuando aquello ocurrió.
No es entonces falta de confianza. No es que no te lo quiera contar. Es que temo que te vayas para no volver jamás.
Esta noche me permitíré hacerte caso y pensar en lo mucho que me quieres, esperando también que no desaparezca tras leer estas líneas.
Me permitiré también, si con suerte puedo, volar contigo sin que nadie nos persiga. Y besarte sin miedo a abrir los ojos y que me repudies...
miércoles, 28 de julio de 2010
Amanecer.
Mientras despunta el alba, nos acercamos al suave límite del pecado.
Arriesgándonos a todo y a la vez a nada el mundo se detuvo para nosotros.
Sólo el cielo era consciente de lo que ocurría.
Eléctrico tacto, suave sensación.
Bloqueo absoluto de la mente, llueve desde dentro.
Miradas que se cruzan, ruborizadas, no ven más allá. Sólo existimos el uno para el otro, cubiertos por la suave burbuja de la privacidad y a la vez tan expuestos.
Enroscados cual serpientes con tacto aterciopelado, me descubres.
Corrían los temblores bajo mi piel. Estremecida, deseaba que me amases como nunca antes has amado.
El travieso tiempo, lamentablemente, no quiso jugar con nosotros.
La verdadera maravilla está en la permanencia de todo esto.
Porque, aun sin dormir, conseguimos soñar.
Arriesgándonos a todo y a la vez a nada el mundo se detuvo para nosotros.
Sólo el cielo era consciente de lo que ocurría.
Eléctrico tacto, suave sensación.
Bloqueo absoluto de la mente, llueve desde dentro.
Miradas que se cruzan, ruborizadas, no ven más allá. Sólo existimos el uno para el otro, cubiertos por la suave burbuja de la privacidad y a la vez tan expuestos.
Enroscados cual serpientes con tacto aterciopelado, me descubres.
Corrían los temblores bajo mi piel. Estremecida, deseaba que me amases como nunca antes has amado.
El travieso tiempo, lamentablemente, no quiso jugar con nosotros.
La verdadera maravilla está en la permanencia de todo esto.
Porque, aun sin dormir, conseguimos soñar.
miércoles, 21 de julio de 2010
cordura
Sentada en la penumbra de mi habitación, intentando aguantar el sofocante calor de julio escucho los gorriones cantar mientras mi mente poco a poco va dejando paso libre a todo pensamiento.
- Porque no eres capaz de vivir sin él, porque te tiene atada. Porque no te deja volar. Nunca serás capaz de vivir sola, porque él te ha hecho creer que así es.
Sin embargo he demostrado que no es así. Puedo hacer mi vida lejos de tu abrazo, aunque a veces el miedo se me consuma por dentro y tema cerrar los ojos por si el malvado nigromante vuelve.
No quiero más noches amargas. No más gritos ni sofocos.
No más tensión.
He arriesgado mucho más de lo que imaginas en esto, porque creo en ti, creo en lo que sientes, y que merece la pena apostar por ello.
¿Y aún te permites dudar?
Hace mucho tiempo que dejé tolerar que la duda se apoderara de mi, porque a la más mínima debilidad, él se aprovechará y volvera cada noche. No dejaré que eso suceda jamás.
Cooreré el riesgo de perder la cordura. Correré el riesgo de perder la cuerda que me hacía ser una persona normal.
Por ti.
Porque te quiero.
- Porque no eres capaz de vivir sin él, porque te tiene atada. Porque no te deja volar. Nunca serás capaz de vivir sola, porque él te ha hecho creer que así es.
Sin embargo he demostrado que no es así. Puedo hacer mi vida lejos de tu abrazo, aunque a veces el miedo se me consuma por dentro y tema cerrar los ojos por si el malvado nigromante vuelve.
No quiero más noches amargas. No más gritos ni sofocos.
No más tensión.
He arriesgado mucho más de lo que imaginas en esto, porque creo en ti, creo en lo que sientes, y que merece la pena apostar por ello.
¿Y aún te permites dudar?
Hace mucho tiempo que dejé tolerar que la duda se apoderara de mi, porque a la más mínima debilidad, él se aprovechará y volvera cada noche. No dejaré que eso suceda jamás.
Cooreré el riesgo de perder la cordura. Correré el riesgo de perder la cuerda que me hacía ser una persona normal.
Por ti.
Porque te quiero.
miércoles, 14 de julio de 2010
Rosal
En mi camino encontré muchos jardineros. Me han querido, me han odiado y hasta me han quemado, pero siempre he renacido y vuelto a florecer donde menos te lo esperas.
Ahora que por fin reconoces mi presencia en tu mundo, es hora de leer las hojas de instrucciones.
Puedo darte las mayores alegrías pero también las mayores penas.
Tengo un tallo fuerte a prueba de golpes, pero como tallo no soy nada. Necesito florecer y eso sólo puedes conseguirlo tú.
¿Y cómo conseguirlo? Muy fácil, presta atención. Sólo necesito que me nutras, me des calor y me mimes, pero sin quitarme el aire porque sin aire no puedo vivir. No me ahogues.
Cuidame y yo floreceré. Nútreme, dame agua de vida que me dé fuerza para sacar lo mejor de mí y darte las mas bellas flores que puedo ofrecer. Dejaré que las cortes y te las lleves sin clavarte mis espinas. No te preocupes, sé que tienes buen corazón y que no me harás daño. Dame la confianza necesaria para saber que no despreciarás esas flores que tanta energía gastan.
Sin embargo, sé que piensas que entre mis hojas hay abejas que esperan saltar y picarte. No tengas miedo, tienes el antídoto perfecto, sólo tienes que usarlo y ellas no te harán nada, puedo asegurarlo.
- No quería perderte... al menos no tan pronto.
...
Ahora que por fin reconoces mi presencia en tu mundo, es hora de leer las hojas de instrucciones.
Puedo darte las mayores alegrías pero también las mayores penas.
Tengo un tallo fuerte a prueba de golpes, pero como tallo no soy nada. Necesito florecer y eso sólo puedes conseguirlo tú.
¿Y cómo conseguirlo? Muy fácil, presta atención. Sólo necesito que me nutras, me des calor y me mimes, pero sin quitarme el aire porque sin aire no puedo vivir. No me ahogues.
Cuidame y yo floreceré. Nútreme, dame agua de vida que me dé fuerza para sacar lo mejor de mí y darte las mas bellas flores que puedo ofrecer. Dejaré que las cortes y te las lleves sin clavarte mis espinas. No te preocupes, sé que tienes buen corazón y que no me harás daño. Dame la confianza necesaria para saber que no despreciarás esas flores que tanta energía gastan.
Sin embargo, sé que piensas que entre mis hojas hay abejas que esperan saltar y picarte. No tengas miedo, tienes el antídoto perfecto, sólo tienes que usarlo y ellas no te harán nada, puedo asegurarlo.
- No quería perderte... al menos no tan pronto.
...
miércoles, 7 de julio de 2010
Lobo
Hace seis meses, ella no sabía qué iba a ocurrir con su vida una vez trascurrido ese tiempo. Sólo tenía clara una cosa: que esa luz no se apagara jamás, por mucho dolor que eso pudiera causarle, y por mucho que él no pudiera escucharla.
Un día, mientras el sol se desperezaba, decidió que aquello no podía seguir así. Había estado jugando con fuego demasiado tiempo y ahora era imposible dar marcha atrás, así que corrió y gritó con todas sus fuerzas...
En el claro apareció por fin el lobo que, con miedo pero impasible, se sentó a su vera.
Ella, consciente de su presencia, ni siquiera era capaz de mirarlo. Trató de convencerse a sí misma de que a pesar de todo, era manso y no la haría daño. Poco a poco disfrutaron de la presencia del otro en aquel suave prado.
Lentamente, su luz se fue encontrando. Se fueron acercando, abriéndose al otro...
Y un día, la inanición pudo con los instintos del lobo. Ella llevaba esperando ese momento desde que lo vió entrar en escena, y, a pesar de que se negaba a creerlo, realmente ocurrió.
Ramalazo. Calor. Rubor.
Desde entonces, algo cambió entre ellos.
Algo que, sin saber porqué, ella teme. Porque no quiere lastimar al lobo. Porque no quiere ser lastimada. Porque teme fallar, quiere saber qué es lo que debe hacer para que eso salga adelante. Está más que dispuesta a todo.
Ahora solo queda que se enfrenten a esos temores y se entreguen por fin a amarse, porque juntos pueden hacer que ésto sea una historia digna de cuento de hadas... antes de que termine esta noche y despierte de nuevo sin ti a mi lado.
Un día, mientras el sol se desperezaba, decidió que aquello no podía seguir así. Había estado jugando con fuego demasiado tiempo y ahora era imposible dar marcha atrás, así que corrió y gritó con todas sus fuerzas...
En el claro apareció por fin el lobo que, con miedo pero impasible, se sentó a su vera.
Ella, consciente de su presencia, ni siquiera era capaz de mirarlo. Trató de convencerse a sí misma de que a pesar de todo, era manso y no la haría daño. Poco a poco disfrutaron de la presencia del otro en aquel suave prado.
Lentamente, su luz se fue encontrando. Se fueron acercando, abriéndose al otro...
Y un día, la inanición pudo con los instintos del lobo. Ella llevaba esperando ese momento desde que lo vió entrar en escena, y, a pesar de que se negaba a creerlo, realmente ocurrió.
Ramalazo. Calor. Rubor.
Desde entonces, algo cambió entre ellos.
Algo que, sin saber porqué, ella teme. Porque no quiere lastimar al lobo. Porque no quiere ser lastimada. Porque teme fallar, quiere saber qué es lo que debe hacer para que eso salga adelante. Está más que dispuesta a todo.
Ahora solo queda que se enfrenten a esos temores y se entreguen por fin a amarse, porque juntos pueden hacer que ésto sea una historia digna de cuento de hadas... antes de que termine esta noche y despierte de nuevo sin ti a mi lado.
sábado, 3 de julio de 2010
Tarde de lluvia.
Y con la música de fondo, poco a poco te vas abriendo.
Poco a poco me permites acercarme, abres tu burbujita permitiéndome la entrada,y lo que un día sólo fué un vistazo, se volvió magia.
Bum, bum, bum...
y mi pelo volvió a ser afortunado.
Bum, bum, bum...
Y en el momento en que tus brazos se cerraron en torno a mí, mi corazón se detuvo.
Y el tuyo también.
El reloj va contra nosotros, avanzando demasiado deprisa, ansioso por separarnos otra vez para ralentizarse antes de volvernos a juntar.
Mientras el tiempo no avance, me conformaré con verte cada noche...
Poco a poco me permites acercarme, abres tu burbujita permitiéndome la entrada,y lo que un día sólo fué un vistazo, se volvió magia.
Bum, bum, bum...
y mi pelo volvió a ser afortunado.
Bum, bum, bum...
Y en el momento en que tus brazos se cerraron en torno a mí, mi corazón se detuvo.
Y el tuyo también.
El reloj va contra nosotros, avanzando demasiado deprisa, ansioso por separarnos otra vez para ralentizarse antes de volvernos a juntar.
Mientras el tiempo no avance, me conformaré con verte cada noche...
viernes, 2 de julio de 2010
Y punto.
Veo esa marca del anillo en mi dedo. Una franja más blanca que el resto, recordándome constantemente todo lo que vivimos juntos. Todas las veces que reímos, que lloramos y que nos juramos amor eterno.
Y recordándome que ya nada de eso existe.
Sin embargo... quién me iba a decir que tumbarme en el cesped y maquinármelas para picarte iba a proporcionarme tal paz...
Y esa paz sería mucho mayor para ambos si dejaras de un lado el autocontrol.
Lamento haberme asustado cuando sólamente ibas a quitarme un trozo de hierba del pelo, pero sabes que nunca lo diré, aunque me muera de ganas de pedírte disculpas por ello.
Y recordándome que ya nada de eso existe.
Sin embargo... quién me iba a decir que tumbarme en el cesped y maquinármelas para picarte iba a proporcionarme tal paz...
Y esa paz sería mucho mayor para ambos si dejaras de un lado el autocontrol.
Lamento haberme asustado cuando sólamente ibas a quitarme un trozo de hierba del pelo, pero sabes que nunca lo diré, aunque me muera de ganas de pedírte disculpas por ello.
miércoles, 23 de junio de 2010
Llanura
Levanto la cabeza y la llanura se extiende hasta donde alcanza la vista, cubierta del manto verde que proporciona el suave césped.
Te encuentras tumbado a mi lado, plácidamente dormido, y quiero por un momento ser el aliento que sale de tus labios cada vez que respiras.
Sin embargo, sé que no puede ser, que tendré que reprimir ese impulso una vez más, así que me conformo con estar lo más cerca posible de tí mientras permito que mis mechones de pelo, afortunados, te hagan cosquillas en el cuello...
Y poco a poco me como por dentro...
Te encuentras tumbado a mi lado, plácidamente dormido, y quiero por un momento ser el aliento que sale de tus labios cada vez que respiras.
Sin embargo, sé que no puede ser, que tendré que reprimir ese impulso una vez más, así que me conformo con estar lo más cerca posible de tí mientras permito que mis mechones de pelo, afortunados, te hagan cosquillas en el cuello...
Y poco a poco me como por dentro...
lunes, 21 de junio de 2010
Corazones.
Hoy me ha dado por hablar de los corazones de la gente.
El corazón no es solamente ese órgano que bombea la sangre en todo el cuerpo, también, metafóricamente, es ese sitio donde se almacena lo que uno siente.
Hay corazones grandes, pequeños, valerosos, cobardes, tímidos, asustados, rotos, brillantes, rebosantes de vida, llorones, apáticos, egoístas, altruistas, pacíficos, violentos...
Pero no todos sabemos cómo son nuestros corazones. Puede ser que no lo sepamos porque tendemos a hacer más caso a nuestra cabeza, pero también puede ser que lo sepamos y nos de vergüenza tener un corazón así latiendo dentro de nosotros.
Ese, por ejemplo, es mi caso.
Hay quien dice que mi corazón es grande y piensa en los demás. No discuto que piense en los demás pero a la larga, acabo siempre haciéndo lo que siento. No puedo cerrar las alas a un corazón que tiene ganas de vivir, de enamorarse, de tener todas las experiencias posibles.
Cierto es que algunas veces, por llevar ese ritmo de vida, me lo han roto. Es lo que tiene entregar nuestro centro a la persona equivocada que acaba dejándolo caer. Pero siempre he tenido la fuerza necesaria para volver a levantarme.
Una vez me lo rompieron de tal manera que me perdí dentro de él. Sólo había oscuridad, vacío y ruina allá donde mirase. Me puse a recogerlo pieza a pieza y volví a montarlo y hacerlo funcionar. Por eso dicen que soy valiente.
Hay quien opina que tengo un corazón taaan grande que puede albergar a varias personas en él aunque estén apretadas. Por supuesto, creo que ésto es posible. Amar a dos personas no es algo raro, pero he sido objeto de risas, insultos y burlas por ello, pues está mal visto.
Y yo me pregunto ¿Qué hay de malo? Siempre que se tengan claros los términos de la relación que se lleve con esas personas no tiene porqué ser perjudicial para nadie.
Cierto es que cuando amas a una persona, la quieres sólo para tí. Pero yo no exijo eso, y pido que tampoco me lo exijan a mí. Pero la gente no entiende esto tan simple y por ello me critican.
No es malo amar y ser amado. Lo verdaderamente perjudicial es cortar las alas a un corazón que quiere volar, pues así jamás serás feliz.
Si tu corazón te pide algo, hazlo. Pero no confundas lo que te dice el corazón con lo que la cabeza disfraza.
El corazón no es solamente ese órgano que bombea la sangre en todo el cuerpo, también, metafóricamente, es ese sitio donde se almacena lo que uno siente.
Hay corazones grandes, pequeños, valerosos, cobardes, tímidos, asustados, rotos, brillantes, rebosantes de vida, llorones, apáticos, egoístas, altruistas, pacíficos, violentos...
Pero no todos sabemos cómo son nuestros corazones. Puede ser que no lo sepamos porque tendemos a hacer más caso a nuestra cabeza, pero también puede ser que lo sepamos y nos de vergüenza tener un corazón así latiendo dentro de nosotros.
Ese, por ejemplo, es mi caso.
Hay quien dice que mi corazón es grande y piensa en los demás. No discuto que piense en los demás pero a la larga, acabo siempre haciéndo lo que siento. No puedo cerrar las alas a un corazón que tiene ganas de vivir, de enamorarse, de tener todas las experiencias posibles.
Cierto es que algunas veces, por llevar ese ritmo de vida, me lo han roto. Es lo que tiene entregar nuestro centro a la persona equivocada que acaba dejándolo caer. Pero siempre he tenido la fuerza necesaria para volver a levantarme.
Una vez me lo rompieron de tal manera que me perdí dentro de él. Sólo había oscuridad, vacío y ruina allá donde mirase. Me puse a recogerlo pieza a pieza y volví a montarlo y hacerlo funcionar. Por eso dicen que soy valiente.
Hay quien opina que tengo un corazón taaan grande que puede albergar a varias personas en él aunque estén apretadas. Por supuesto, creo que ésto es posible. Amar a dos personas no es algo raro, pero he sido objeto de risas, insultos y burlas por ello, pues está mal visto.
Y yo me pregunto ¿Qué hay de malo? Siempre que se tengan claros los términos de la relación que se lleve con esas personas no tiene porqué ser perjudicial para nadie.
Cierto es que cuando amas a una persona, la quieres sólo para tí. Pero yo no exijo eso, y pido que tampoco me lo exijan a mí. Pero la gente no entiende esto tan simple y por ello me critican.
No es malo amar y ser amado. Lo verdaderamente perjudicial es cortar las alas a un corazón que quiere volar, pues así jamás serás feliz.
Si tu corazón te pide algo, hazlo. Pero no confundas lo que te dice el corazón con lo que la cabeza disfraza.
viernes, 18 de junio de 2010
Capítulo 12
Hace un momento, he terminado de ver una serie de anime que llevo viendo aproximadamente desde primeros de abril.
El día que me decidí a escribir en el buscador el título de esta estupenda serie y ver el primer capítulo, ni siquiera pensaba lo que iba a acabar significando para mí.
Durante aquellos 20 minutos que duró el capítulo 1 no pude parar de reirme y eso fué lo que me enganchó. Normalmente no me gusta el manga cómico, pero la idea de las peripecias de una chica de instituto con las hormonas revolucionadas me resultó interesante, ya que normalmente son los chicos los que las tienen más a flor de piel.
Semana tras semana esperaba impaciente la llegada de esos veinte minutos, como quien espera que la comida favorita se enfríe un poco antes de hincarle el diente. Han sido días de resistir las tentaciones de verlo en inglés o directamente en japonés con tal de no esperar dos días más a que alguien con buen corazón lo subtitulara en castellano.
Sin embargo, las ganas de verlo se han ido incrementando hacia los últimos capítulos. Sentía algo en mi interior siempre que veía un capítulo nuevo.
Llámame loca, estás en tu derecho, pero sentía que esa es nuestra historia.
Y lo sabes. Nos parecemos a ellos.
Yo siento los mismos nervios a flor de piel al intentar decir las cosas que se quedan atascadas en la garganta. La misma ilusión al quedar, la misma indecisión...
Confieso que he tenido impulsos de llegar antes de la hora, no tanto como un par de horas, pero al menos media sí, y, aunque no se me pusieron mujeres embarazadas de parto, niños llorando perdidos, ni señoras con dolores de cadera, el transporte público cumplió la misma labor de retrasarme. Y te imaginé pensando "Maldita Yamada, ¿Es que no quiere verme?".
Me pongo nerviosa cuando, aunque sea por casualidad, nos rozamos o me pasas por detrás para observar peces. No quiero admitir lo que siento, por mucho que mis amigas insistan en ello, y creo que te da la sensación de que sólo pienso en sexo, ya que siempre que hablamos acaba saliendo algo.
Siento que vuelvo a ser aquella chica inocente a la que nunca han besado, y sé, que si ese día llega, temblaré. Porque una parte de mi me insitirá que eche a correr y me meta en los baños femeninos más cercanos, y me costará no hacerlo. Porque en mi cabeza sólo sonará "Kosuda me ha besado" mientras un dios malévolo susurra cosas.
Llámame loca por pensar todo ésto. A veces, sólo quiero despertar y descubrir que todo es un sueño, pero entonces me habría perdido demasiadas cosas buenas. Por eso temo que el despertador suene.
Todos tememos algo, pero vivir con miedo sólo nos imperdirá disfrutar de lo bueno que la vida puede ofrecernos.
De Yamada-chan para Kosuda-kun.
El día que me decidí a escribir en el buscador el título de esta estupenda serie y ver el primer capítulo, ni siquiera pensaba lo que iba a acabar significando para mí.
Durante aquellos 20 minutos que duró el capítulo 1 no pude parar de reirme y eso fué lo que me enganchó. Normalmente no me gusta el manga cómico, pero la idea de las peripecias de una chica de instituto con las hormonas revolucionadas me resultó interesante, ya que normalmente son los chicos los que las tienen más a flor de piel.
Semana tras semana esperaba impaciente la llegada de esos veinte minutos, como quien espera que la comida favorita se enfríe un poco antes de hincarle el diente. Han sido días de resistir las tentaciones de verlo en inglés o directamente en japonés con tal de no esperar dos días más a que alguien con buen corazón lo subtitulara en castellano.
Sin embargo, las ganas de verlo se han ido incrementando hacia los últimos capítulos. Sentía algo en mi interior siempre que veía un capítulo nuevo.
Llámame loca, estás en tu derecho, pero sentía que esa es nuestra historia.
Y lo sabes. Nos parecemos a ellos.
Yo siento los mismos nervios a flor de piel al intentar decir las cosas que se quedan atascadas en la garganta. La misma ilusión al quedar, la misma indecisión...
Confieso que he tenido impulsos de llegar antes de la hora, no tanto como un par de horas, pero al menos media sí, y, aunque no se me pusieron mujeres embarazadas de parto, niños llorando perdidos, ni señoras con dolores de cadera, el transporte público cumplió la misma labor de retrasarme. Y te imaginé pensando "Maldita Yamada, ¿Es que no quiere verme?".
Me pongo nerviosa cuando, aunque sea por casualidad, nos rozamos o me pasas por detrás para observar peces. No quiero admitir lo que siento, por mucho que mis amigas insistan en ello, y creo que te da la sensación de que sólo pienso en sexo, ya que siempre que hablamos acaba saliendo algo.
Siento que vuelvo a ser aquella chica inocente a la que nunca han besado, y sé, que si ese día llega, temblaré. Porque una parte de mi me insitirá que eche a correr y me meta en los baños femeninos más cercanos, y me costará no hacerlo. Porque en mi cabeza sólo sonará "Kosuda me ha besado" mientras un dios malévolo susurra cosas.
Llámame loca por pensar todo ésto. A veces, sólo quiero despertar y descubrir que todo es un sueño, pero entonces me habría perdido demasiadas cosas buenas. Por eso temo que el despertador suene.
Todos tememos algo, pero vivir con miedo sólo nos imperdirá disfrutar de lo bueno que la vida puede ofrecernos.
De Yamada-chan para Kosuda-kun.
domingo, 13 de junio de 2010
Impotencia.
Todas las historias tienen un final y no es feliz.
Quizá me equivoqué pensando que era posible un futuro junto a ti, y sé que ya no se puede cambiar nada.
No todo es tan bonito como te lo pintan, lamentablemente.
Lo siento, sé que no soy perfecta pero ojalá, porque así no haría lo que hago, no me comería a mí misma pensando en poder equivocarme. Ojalá pudiera decir que nunca jámás miraré hacia atrás si damos ese paso.
Miento al decir que soy otra, no es que mi corazón esté roto es que ya no es el mismo desde aquello. Él no me rompió, solo me cambió hasta el punto de no saber amar.
Quizá sea verdad, quizá el amor no exista y me pregunto porqué creí en él.
Tu decides si quieres olvidarme o vivir con eso, ya no sigo siendo aquella de la que te enamoraste aunque lo intento.
Pensé que tú podías ser mi vida y no quiero pensar que quizá me equivoqué como todos hemos hecho alguna vez. Pensé que sería bonito un futuro junto a tí.
Te veo y siento que mereces mucho más, y quizá sienta esto por nunca sabértelo dar.
Empezamos por perder la ilusión y luego la magia, ahora va la esperanza hasta que ya no queda nada, poco a poco se van soltando esos cables de razones por las cuales estaba junto a tí.
Odio todo esto porque se acaba y siento como la poca luz que queda se apaga.
Sé que ha sido mi culpa, dejé de poner de mi parte y me callé.
Estoy harta de pecar, de cometer errores.
Y lo peor de todo es que aún sueño con recuperarlo.
Impotencia.
Sabes que me arrepiento de esto, de no poder revivirlo mientras tú das tu vida por intentarlo.
Me odio y odio en lo que me he convertido.
Basada en una canción, prácticamente está copiada, lo siento, me sentía tan impotente que ni siquiera me salían las palabras de modo que tuve que copiarlas.
Quizá me equivoqué pensando que era posible un futuro junto a ti, y sé que ya no se puede cambiar nada.
No todo es tan bonito como te lo pintan, lamentablemente.
Lo siento, sé que no soy perfecta pero ojalá, porque así no haría lo que hago, no me comería a mí misma pensando en poder equivocarme. Ojalá pudiera decir que nunca jámás miraré hacia atrás si damos ese paso.
Miento al decir que soy otra, no es que mi corazón esté roto es que ya no es el mismo desde aquello. Él no me rompió, solo me cambió hasta el punto de no saber amar.
Quizá sea verdad, quizá el amor no exista y me pregunto porqué creí en él.
Tu decides si quieres olvidarme o vivir con eso, ya no sigo siendo aquella de la que te enamoraste aunque lo intento.
Pensé que tú podías ser mi vida y no quiero pensar que quizá me equivoqué como todos hemos hecho alguna vez. Pensé que sería bonito un futuro junto a tí.
Te veo y siento que mereces mucho más, y quizá sienta esto por nunca sabértelo dar.
Empezamos por perder la ilusión y luego la magia, ahora va la esperanza hasta que ya no queda nada, poco a poco se van soltando esos cables de razones por las cuales estaba junto a tí.
Odio todo esto porque se acaba y siento como la poca luz que queda se apaga.
Sé que ha sido mi culpa, dejé de poner de mi parte y me callé.
Estoy harta de pecar, de cometer errores.
Y lo peor de todo es que aún sueño con recuperarlo.
Impotencia.
Sabes que me arrepiento de esto, de no poder revivirlo mientras tú das tu vida por intentarlo.
Me odio y odio en lo que me he convertido.
Basada en una canción, prácticamente está copiada, lo siento, me sentía tan impotente que ni siquiera me salían las palabras de modo que tuve que copiarlas.
jueves, 10 de junio de 2010
Desconfianza.
Anoche me costó dormirme. Dos semanas pasando calor por el edredón y justo cuando lo quito refresca. Cosas de la vida, nunca sabes lo que va a pasar.
Hace un par de dias, unas personas con las que llevaba un tiempo sin hablar, hicieron acto de presencia acusándome de cosas que no he hecho, y por supuesto, al demostrar mi inocencia, que fue cosa fácil, volvieron con el rabo entre las piernas a pedir disculpas por desconfiar de mi.
Esto me hizo pensar en lo ruines que son algunas personas. Me pregunto qué es de sus vidas si a la mínima amenaza para su supuesta estabilidad ya acusan a gente que no tiene nada que ver con ellos.
La desconfianza es increíble.
Yo soy la primera que jamás confía en alguien a la primera de cambio, despues de algunos golpes aprendí a no abrirme del todo ante nadie. Sin embargo, tampoco tengo miedo a hacerlo. Simplemente voy con cautela.
Hay gente que al darle un golpe desconfían de esa persona por el resto de sus vidas, y creen que todo lo malo que les pase tiene que ver con esa persona del golpe inicial. Puedo comprender que estas personas que me acusaron desconfíen de mí, es, hasta cierto punto, normal.
Lo que no puedo concebir es que despues de un año sin mediar palabra me acusen. Como si no tuviera otra cosa en qué pensar mas que en destrozarles la vida.
No acostumbro a hacer eso. No soy un demonio encarnizado que destruye todo a su paso, les guste o no.
De hecho, hoy me desperté feliz a pesar del frío de la pasada noche y de que me costó coinciliar el sueño.
Feliz porque me encanta ver que poco a poco te vas abriendo conmigo. Vas quitando esa coraza. Te echaré de menos esta semana, aunque hablemos cada día.
Feliz, porque he visto que aunque llegó el verano, seguís ahi. Temía que no cogiérais el teléfono.
Feliz, sobre todo, porque gracias a que ellos me acusaron, he visto que esas heridas no volverán a abrirse facilmente. Porque hay mejores cosas de las que preocuparse.
Gracias a tod@s.
Hace un par de dias, unas personas con las que llevaba un tiempo sin hablar, hicieron acto de presencia acusándome de cosas que no he hecho, y por supuesto, al demostrar mi inocencia, que fue cosa fácil, volvieron con el rabo entre las piernas a pedir disculpas por desconfiar de mi.
Esto me hizo pensar en lo ruines que son algunas personas. Me pregunto qué es de sus vidas si a la mínima amenaza para su supuesta estabilidad ya acusan a gente que no tiene nada que ver con ellos.
La desconfianza es increíble.
Yo soy la primera que jamás confía en alguien a la primera de cambio, despues de algunos golpes aprendí a no abrirme del todo ante nadie. Sin embargo, tampoco tengo miedo a hacerlo. Simplemente voy con cautela.
Hay gente que al darle un golpe desconfían de esa persona por el resto de sus vidas, y creen que todo lo malo que les pase tiene que ver con esa persona del golpe inicial. Puedo comprender que estas personas que me acusaron desconfíen de mí, es, hasta cierto punto, normal.
Lo que no puedo concebir es que despues de un año sin mediar palabra me acusen. Como si no tuviera otra cosa en qué pensar mas que en destrozarles la vida.
No acostumbro a hacer eso. No soy un demonio encarnizado que destruye todo a su paso, les guste o no.
De hecho, hoy me desperté feliz a pesar del frío de la pasada noche y de que me costó coinciliar el sueño.
Feliz porque me encanta ver que poco a poco te vas abriendo conmigo. Vas quitando esa coraza. Te echaré de menos esta semana, aunque hablemos cada día.
Feliz, porque he visto que aunque llegó el verano, seguís ahi. Temía que no cogiérais el teléfono.
Feliz, sobre todo, porque gracias a que ellos me acusaron, he visto que esas heridas no volverán a abrirse facilmente. Porque hay mejores cosas de las que preocuparse.
Gracias a tod@s.
viernes, 4 de junio de 2010
La noche
Atardece y ella se encuentra en aquella habitación una vez más. La horrible mesa de madera la observa, esperando lo que va a suceder.
Algo dentro de ella lo sabe. Porque lo ha vivido otras veces.
Porque no es la primera vez que se encuentra alli.
Quiere correr aunque aún no encuentra la razón.
Corre. Corre. Corre.
No puede mover sus piernas.
Inmóvil, de repente atrapada allí.
Ya está acompañada. No hay escapatoria.
Comienzan entonces los gritos de medianoche ahogados en almohadas.
Comienza entonces la tortura. Una vez más ella se siente morir por dentro.
Desea que todo acabe, que se apague la luz, no salir de alli.
No hay esperanza para ella.
Abre los ojos y la luz de la luna la devuelve a la realidad. A la confortable cama. Al calor del hogar.
Pero el suave lecho está mojado de sus lágrimas y ella no puede parar de llorar...
Algo dentro de ella lo sabe. Porque lo ha vivido otras veces.
Porque no es la primera vez que se encuentra alli.
Quiere correr aunque aún no encuentra la razón.
Corre. Corre. Corre.
No puede mover sus piernas.
Inmóvil, de repente atrapada allí.
Ya está acompañada. No hay escapatoria.
Comienzan entonces los gritos de medianoche ahogados en almohadas.
Comienza entonces la tortura. Una vez más ella se siente morir por dentro.
Desea que todo acabe, que se apague la luz, no salir de alli.
No hay esperanza para ella.
Abre los ojos y la luz de la luna la devuelve a la realidad. A la confortable cama. Al calor del hogar.
Pero el suave lecho está mojado de sus lágrimas y ella no puede parar de llorar...
miércoles, 2 de junio de 2010
Luz.
Siempre he creído que todas las personas tienen una llama interna que les caracteriza y diferencia de los demás. Inconscientemente, nos acercamos a esas personas con las que más calor creemos compartir, aunque luego a veces resulte no ser así. Eso creía, hasta que apareciste.
No sabría describir qué pasó la primera vez que te vi, pero ya me fijé en ti. Hice caso omiso pues en ese momento tenía otras cosas en mente y por eso no me acerqué.
Pasaron los meses y una mañana, al verte entrar por aquella puerta, tu luz se marchitaba. Te empeñabas en ocultarlo y poner sonrisas, pero no servia de nada. Te apagabas lenta e inexorablemente.
Entonces ocurrió. Sentí la necesidad de hacer algo al respecto o te apagarías, y no podía permitir esa derrota.
Pero cometí un error sin darme cuenta. Me absorviste. Me cautivaste al acercarme y ahora no encuentro el camino para alejarme de esa llama que poco a poco vuelve a ser la que parecía ser en un principio.
Algo en mi cabeza me dice que me aleje, que será peor si no lo hago, y algo dentro de mí me impide hacerlo.
Si...pero no.
Hacía mucho tiempo que no sentía esta sensación de tener que hacer que alguien no se apague. Y nunca había sentido tal necesidad, tal obsesión con ello.
Y me odio por convertirme en esto.
Y sin embargo no hago nada por cambiarlo. No quiero cambiarlo...solo quiero poder darte lo que no me permites.
No sabría describir qué pasó la primera vez que te vi, pero ya me fijé en ti. Hice caso omiso pues en ese momento tenía otras cosas en mente y por eso no me acerqué.
Pasaron los meses y una mañana, al verte entrar por aquella puerta, tu luz se marchitaba. Te empeñabas en ocultarlo y poner sonrisas, pero no servia de nada. Te apagabas lenta e inexorablemente.
Entonces ocurrió. Sentí la necesidad de hacer algo al respecto o te apagarías, y no podía permitir esa derrota.
Pero cometí un error sin darme cuenta. Me absorviste. Me cautivaste al acercarme y ahora no encuentro el camino para alejarme de esa llama que poco a poco vuelve a ser la que parecía ser en un principio.
Algo en mi cabeza me dice que me aleje, que será peor si no lo hago, y algo dentro de mí me impide hacerlo.
Si...pero no.
Hacía mucho tiempo que no sentía esta sensación de tener que hacer que alguien no se apague. Y nunca había sentido tal necesidad, tal obsesión con ello.
Y me odio por convertirme en esto.
Y sin embargo no hago nada por cambiarlo. No quiero cambiarlo...solo quiero poder darte lo que no me permites.
miércoles, 26 de mayo de 2010
subliminal
Estoy aquí una vez más, en esa horrible bifurcación del camino pero ahora si que no se qué pensar, no es lo mismo, no.
Aquella vez simplemente tenía que optar por un camino pero ahora tengo la fuerza necesaria para unirlos a los dos. Y me gusta.
Sin embargo, te resistes. Eres cruel conmigo y lo sabes, pero aún dudo de si quieres serlo o lo haces por por protegerte a ti mismo de las magulladuras que podría causarte. Me confundes con un tigre cuando simplemente soy un gatito recién salido del horno que no te haría nada.
Me tienes miedo, admítelo. Tienes miedo de hasta dónde podría llegar.
No quiero cambiarte, por favor, estas bien así, pero ponerte esa coraza que impide que cualquiera se te acerque sólo te impedirá disfrutar de lo bueno que la vida puede ofrecerte.
Te han dado muchos palos, lo intuyo, pero a todos nos los han dado y mucho más fuertes de lo que puedes llegar a imaginar.
Sé que, a pesar de todo, eres una persona fuerte que puede sobreponerse a lo que le echen.
Déjame entrar por favor en esa cabecita loca protegida de las caídas. Déjame entrar en ese corazoncito magullado lleno de cicatrices que parecen no sanar. Déjame ayudarte a curarlas. Déjame, simplemente....déjame.
Aquella vez simplemente tenía que optar por un camino pero ahora tengo la fuerza necesaria para unirlos a los dos. Y me gusta.
Sin embargo, te resistes. Eres cruel conmigo y lo sabes, pero aún dudo de si quieres serlo o lo haces por por protegerte a ti mismo de las magulladuras que podría causarte. Me confundes con un tigre cuando simplemente soy un gatito recién salido del horno que no te haría nada.
Me tienes miedo, admítelo. Tienes miedo de hasta dónde podría llegar.
No quiero cambiarte, por favor, estas bien así, pero ponerte esa coraza que impide que cualquiera se te acerque sólo te impedirá disfrutar de lo bueno que la vida puede ofrecerte.
Te han dado muchos palos, lo intuyo, pero a todos nos los han dado y mucho más fuertes de lo que puedes llegar a imaginar.
Sé que, a pesar de todo, eres una persona fuerte que puede sobreponerse a lo que le echen.
Déjame entrar por favor en esa cabecita loca protegida de las caídas. Déjame entrar en ese corazoncito magullado lleno de cicatrices que parecen no sanar. Déjame ayudarte a curarlas. Déjame, simplemente....déjame.
martes, 25 de mayo de 2010
Hace unos dias, leyendo el periódico en el tren vi una noticia que me impactó sobre otras.
Trataba sobre una mujer que había, presuntamente, estrangulado a sus dos hijos.
Cosas como esa, y las de mi primera entrada, me hacen pensar sobre la capacidad mental de algunas personas para traer al mundo a niñós.
Cuando decides tener, o no, un bebé, tienes que atenerte a las consecuencias de lo que es. Es una persona que dependerá de ti una serie de años, y por tanto representa una responsabilidad en primer lugar, y tienes que adaptar toda tu vida a eso.
Debes proporcionarle un techo bajo el que dormir, comida, educación.... necesidades básicas en definitiva.
Pero también otro tipo de cosas. El calor de una familia donde se sienta aceptado, la sensación de amor incondicional paterno, tenerlo en cuenta cuando hable, felicitarlo por sus logros.... en definitiva que se sienta parte del mundo de las personas a las que quiere.
A veces pienso que deberían hacer un examen de aptitud antes de dejar traer al mundo a una criatura. No traigas al mundo un bebé que va a vivir en una casa donde haya malos tratos. No lo traigas si no lo vas a amar como nunca amaste a nadie, si no lo vas a dotar de las cosas básicas. Cierto es que nunca se sabe qué va a pasar con el paso del tiempo, pero si las cosas en tu vida no están como debieran, ni siquiera consideres la opción de dar la vida.
Por otro lado, hay justo lo contrario. Personas maravillosas que no pueden tener un bebé por que la naturaleza así lo ha querido, o tal vez porque no tienen los medios necesarios.
Esto me lleva a otra noticia que leí hace un tiempo. Contaba que a una mujer le habían negado la inseminación artiificial en una clínica por tener ya un hijo. Resultó que ella se habñia apuntado a la lista de espera y le habían dicho que por lo menos tendría que esperar 4 años para que la hicieran el tratamiento que le permitiría ser madre. En este tiempo ella recurrió a varias clínicas privadas y logró tener un bebé. Entonces la llamaron de la primera clínica para someterse al tratamiento, y ni la dejaron entrar porque ya era madre de un niño de 2 años.
Yo me pregunto si realmente habñia demasiado problema en que tuviera un segundo bebé si eso es lo que ella quería y encima lo estaba pagando.
Si había pruebas de que ella está cuidando bien de su hijo y va a hacer una buena labor con el segundo, ¿Dónde está el problema?
Sin embargo, se permite que día tras día se abandonen niños, que aparezcan tirados en los contenedores, o que los estrangulen.
To bring kids to the world, you need to be there for them.
Trataba sobre una mujer que había, presuntamente, estrangulado a sus dos hijos.
Cosas como esa, y las de mi primera entrada, me hacen pensar sobre la capacidad mental de algunas personas para traer al mundo a niñós.
Cuando decides tener, o no, un bebé, tienes que atenerte a las consecuencias de lo que es. Es una persona que dependerá de ti una serie de años, y por tanto representa una responsabilidad en primer lugar, y tienes que adaptar toda tu vida a eso.
Debes proporcionarle un techo bajo el que dormir, comida, educación.... necesidades básicas en definitiva.
Pero también otro tipo de cosas. El calor de una familia donde se sienta aceptado, la sensación de amor incondicional paterno, tenerlo en cuenta cuando hable, felicitarlo por sus logros.... en definitiva que se sienta parte del mundo de las personas a las que quiere.
A veces pienso que deberían hacer un examen de aptitud antes de dejar traer al mundo a una criatura. No traigas al mundo un bebé que va a vivir en una casa donde haya malos tratos. No lo traigas si no lo vas a amar como nunca amaste a nadie, si no lo vas a dotar de las cosas básicas. Cierto es que nunca se sabe qué va a pasar con el paso del tiempo, pero si las cosas en tu vida no están como debieran, ni siquiera consideres la opción de dar la vida.
Por otro lado, hay justo lo contrario. Personas maravillosas que no pueden tener un bebé por que la naturaleza así lo ha querido, o tal vez porque no tienen los medios necesarios.
Esto me lleva a otra noticia que leí hace un tiempo. Contaba que a una mujer le habían negado la inseminación artiificial en una clínica por tener ya un hijo. Resultó que ella se habñia apuntado a la lista de espera y le habían dicho que por lo menos tendría que esperar 4 años para que la hicieran el tratamiento que le permitiría ser madre. En este tiempo ella recurrió a varias clínicas privadas y logró tener un bebé. Entonces la llamaron de la primera clínica para someterse al tratamiento, y ni la dejaron entrar porque ya era madre de un niño de 2 años.
Yo me pregunto si realmente habñia demasiado problema en que tuviera un segundo bebé si eso es lo que ella quería y encima lo estaba pagando.
Si había pruebas de que ella está cuidando bien de su hijo y va a hacer una buena labor con el segundo, ¿Dónde está el problema?
Sin embargo, se permite que día tras día se abandonen niños, que aparezcan tirados en los contenedores, o que los estrangulen.
To bring kids to the world, you need to be there for them.
viernes, 21 de mayo de 2010
Pensamientos 1
...Entonces nuestras miradas se cruzaron y mientras bebía, deseé que fuera de tus labios....
jueves, 20 de mayo de 2010
Sobre la falsedad.
Hoy una amiga me contó un cotilleo. Resultó que una amiga suya se había acostado con su novio y que ella, en su llanto, se había abrazado a su mejor amigo, y la chica que se había acostado con su novio le dijo que era una fresca por ir abrazando a diestro y siniestro.
Os preguntareis que porqué me ha dado por escribir esto. Bien, quería que me sirviera de introducción. Todos hemos tenido algún amigo traidor, mentiroso, cobarde... ya sabeis a qué me refiero, no hay nadie que pueda librarse siempre de estos especímenes que se hacen llamar humanos.
Solía pensar que en el fondo, aunque un amigo te haga daño en algún momento, lo hace por tu bien, por algo es tu amigo, no te haría daño deliberadamente....cuán equivocada estaba.
La experiencia me ha hecho ver que hay todo tipo de personas en el planeta, y que lamentablemente, en este mundo donde todo lo material se puede conseguir, es la codicia lo que nos mueve.
Mucha gente camina libre queriendo lo que los demás tienen. Envidia, pecado capital.
Mucha gente no se para a pensar en qué o a quién se llevan por delante con tal de conseguir aquello que anhelan, aunque luego realmente no lo quieran para nada porque es simplemente la avaricia lo que los mueve.
El problema aparece cuando lo que quieren es a alguien y no les importa nada más.
Las personas no se pueden poseer. "Ella me lo ha robado" decía mi amiga. No. No te lo robó, porque no era tuyo. Lo llamabas "tu" novio, pero es una persona, no un perro, no puede ser tuyo.
Queda bonito decir eso de "mio para siempre" y tal, pero es simplemente una expresión.
Las personas no se roban. Se manipulan para hacerlas creer cosas que a lo mejor no son, o simplemente se intenta atraerlas y que con ello dejen atrás lo demás. Pero no se roban.
Él decidió acostarse con ella. Ella seguramente provocó que llegaran a esa situación jugando las cartas a su favor. Tuvo envidia de lo que su amiga tenía y lo quiso para ella.
Pero cometió un error. No paró a pensar cómo podría sentirse su amiga, que tan feliz estaba, cuando jugara esas cartas.
La movió la avaricia y con ello ha perdido a su amiga. Pensareis que habrá perdido a su amiga pero ha ganado a alguien a quien querer. Sí, es cierto, pero ¿Cuánto durará ese querer? Quizá él se sienta obligado a estar con ella y al final se rompa, perdiendo así a la amiga y a su querer. O quizá ella, habiendo conseguido lo que quería pierda el interés y ya no lo quiera.
Cualquiera de las dos me vale. Acaban igual.
Cuando la avaricia te mueve, pierdes aunque parezca que ganes. Esas dos chicas podrían haber seguido siendo amigas si la una no hubiera querido lo que la otra tenía.
No quiero decir con esto que no puedas querer lo que tienen tus amigos, no me malinterpreteis. Simplemente digo que son las buenas y malas decisiones las que te llevan a equivocarte o acertar. Si a la chica le gustaba el chico de su amiga, debería haber esperado a que lo de ellos dos saliera mal por su propio peso, y no forzar la situación. De esta manera ella hubiera podido acostarse con él sin traicionar a su amiga.
Pero claro, el corazón es el corazón. Es dificil seguirlo, sí, pero a veces también se equivoca. Hay que pensar antes de actuar.
Por tanto, sigue al corazón, piensa con quién te juntas no te vayan a engañar, y no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a tí.
Os preguntareis que porqué me ha dado por escribir esto. Bien, quería que me sirviera de introducción. Todos hemos tenido algún amigo traidor, mentiroso, cobarde... ya sabeis a qué me refiero, no hay nadie que pueda librarse siempre de estos especímenes que se hacen llamar humanos.
Solía pensar que en el fondo, aunque un amigo te haga daño en algún momento, lo hace por tu bien, por algo es tu amigo, no te haría daño deliberadamente....cuán equivocada estaba.
La experiencia me ha hecho ver que hay todo tipo de personas en el planeta, y que lamentablemente, en este mundo donde todo lo material se puede conseguir, es la codicia lo que nos mueve.
Mucha gente camina libre queriendo lo que los demás tienen. Envidia, pecado capital.
Mucha gente no se para a pensar en qué o a quién se llevan por delante con tal de conseguir aquello que anhelan, aunque luego realmente no lo quieran para nada porque es simplemente la avaricia lo que los mueve.
El problema aparece cuando lo que quieren es a alguien y no les importa nada más.
Las personas no se pueden poseer. "Ella me lo ha robado" decía mi amiga. No. No te lo robó, porque no era tuyo. Lo llamabas "tu" novio, pero es una persona, no un perro, no puede ser tuyo.
Queda bonito decir eso de "mio para siempre" y tal, pero es simplemente una expresión.
Las personas no se roban. Se manipulan para hacerlas creer cosas que a lo mejor no son, o simplemente se intenta atraerlas y que con ello dejen atrás lo demás. Pero no se roban.
Él decidió acostarse con ella. Ella seguramente provocó que llegaran a esa situación jugando las cartas a su favor. Tuvo envidia de lo que su amiga tenía y lo quiso para ella.
Pero cometió un error. No paró a pensar cómo podría sentirse su amiga, que tan feliz estaba, cuando jugara esas cartas.
La movió la avaricia y con ello ha perdido a su amiga. Pensareis que habrá perdido a su amiga pero ha ganado a alguien a quien querer. Sí, es cierto, pero ¿Cuánto durará ese querer? Quizá él se sienta obligado a estar con ella y al final se rompa, perdiendo así a la amiga y a su querer. O quizá ella, habiendo conseguido lo que quería pierda el interés y ya no lo quiera.
Cualquiera de las dos me vale. Acaban igual.
Cuando la avaricia te mueve, pierdes aunque parezca que ganes. Esas dos chicas podrían haber seguido siendo amigas si la una no hubiera querido lo que la otra tenía.
No quiero decir con esto que no puedas querer lo que tienen tus amigos, no me malinterpreteis. Simplemente digo que son las buenas y malas decisiones las que te llevan a equivocarte o acertar. Si a la chica le gustaba el chico de su amiga, debería haber esperado a que lo de ellos dos saliera mal por su propio peso, y no forzar la situación. De esta manera ella hubiera podido acostarse con él sin traicionar a su amiga.
Pero claro, el corazón es el corazón. Es dificil seguirlo, sí, pero a veces también se equivoca. Hay que pensar antes de actuar.
Por tanto, sigue al corazón, piensa con quién te juntas no te vayan a engañar, y no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a tí.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)