1 de enero de 2010.
Tras las uvas, los besos, los abrazos y las felicitaciones a quien tienes más cerca, llegó el brindis.
Deseé al brindar que la puerta del infierno no volviera a abrirse y puse un candado en ella. Deseé que las cosas se arreglaran, que todo volviera a ser como al principio... o que todo terminara, pero estaba cansada de la monotonía y quería un cambio.
Los seis primeros meses trascurrieron sin novedad alguna, con dias grises y no tan grises, pero siempre con los mismos tonos.
Cuando quise darme cuenta, el cambio se presentó.
Con la llegada del verano, el año comenzó a ser año. Pensé por un momento que el candado que coloqué iba a romperse, que volvería a sufrir como el año anterior... pense tantas cosas, que cuando decidí dar el salto deseé volver al brindis y pedir un deseo diferente...
Esta noche, con cada campanada que suene, desaparecerá un recuerdo y pondré un candado en cada puerta, para que no vuelvan a abrirse nunca.
Esta noche, diré por fin adiós a tantas cosas que ni yo me lo creo.
Esta noche, comenzará un año marcado por los cambios del 2010.
Comenzará un año que espero que sea el primero de muchos, porque veranos como este son inolvidables, porque no hay nadie como tú, y porque este año tendrá sentido si formas parte de él.
Feliz año nuevo a todos.
viernes, 31 de diciembre de 2010
jueves, 30 de diciembre de 2010
Bloqueo mental
Un grito de la vecina me sacó esta mañana de los brazos de morfeo.
Hora de levantarse...
Me senté en la cama después de hacer acopio de todas las fuerzas que tengo y aún así parecía no ser suficiente.
Hoy es uno de esos dias en los que si el mundo se acabara me daría igual. De casa al trabajo y del trabajo a casa, a estudiar temario insulso y sin sentido para mi futuro profesional.
Estoy más que harta de todo esto. Quiero tranquilidad, quiero encontrar un sentido para algo que ha dejado de tenerlo como de la noche a la mañana.
Desearía poder, por un día al menos, quedarme en la cama y que nadie, absolutamente nadie, pasara lo que pasara, me sacara de ella.
Porque a veces soy mas feliz en sueños.
Hora de levantarse...
Me senté en la cama después de hacer acopio de todas las fuerzas que tengo y aún así parecía no ser suficiente.
Hoy es uno de esos dias en los que si el mundo se acabara me daría igual. De casa al trabajo y del trabajo a casa, a estudiar temario insulso y sin sentido para mi futuro profesional.
Estoy más que harta de todo esto. Quiero tranquilidad, quiero encontrar un sentido para algo que ha dejado de tenerlo como de la noche a la mañana.
Desearía poder, por un día al menos, quedarme en la cama y que nadie, absolutamente nadie, pasara lo que pasara, me sacara de ella.
Porque a veces soy mas feliz en sueños.
lunes, 27 de diciembre de 2010
A ti.
Hoy es otro año más 27 de diciembre.
Hoy, ella se levantó temprano para ir a la iglesia.
Hoy limpia la casa para no pensar.
Hoy yo recuerdo cómo me hacías pan con chocolate para merendar.
Recuerdo cómo me mirabas pintar durante horas, admirabas mis obras de niña y me regañabas cuando no quería comer verduras.
Recuerdo cómo me escondía debajo de la mesa cuando me ibas a bañar, y siempre me sacabas de allí haciéndome cosquillas.
Recuerdo cómo me despertabas pasara lo que pasara para asomarnos a la ventana a ver pasar el camión de la basura, porque sabías que me hacía ilusión ver cómo limpiaban las calles.
Recuerdo también cada noche que dormíamos juntas y me leías cuentos protagonizados por ardillas tacañas.
El último recuerdo que tengo de tí es volando hacia el mar aquella mañana después de un largo viaje.
Ni siquiera sabía en aquel momento que eras tú.
Nunca olvidaré las cosas buenas que me enseñaste. Fuiste una luchadora aunque al final te ganaron la batalla.
Espero haber heredado de tí esa fuerza sobrehumana.
Otro año más, aunque no lo oigas... te quiero, yaya. Gracias.
Hoy, ella se levantó temprano para ir a la iglesia.
Hoy limpia la casa para no pensar.
Hoy yo recuerdo cómo me hacías pan con chocolate para merendar.
Recuerdo cómo me mirabas pintar durante horas, admirabas mis obras de niña y me regañabas cuando no quería comer verduras.
Recuerdo cómo me escondía debajo de la mesa cuando me ibas a bañar, y siempre me sacabas de allí haciéndome cosquillas.
Recuerdo cómo me despertabas pasara lo que pasara para asomarnos a la ventana a ver pasar el camión de la basura, porque sabías que me hacía ilusión ver cómo limpiaban las calles.
Recuerdo también cada noche que dormíamos juntas y me leías cuentos protagonizados por ardillas tacañas.
El último recuerdo que tengo de tí es volando hacia el mar aquella mañana después de un largo viaje.
Ni siquiera sabía en aquel momento que eras tú.
Nunca olvidaré las cosas buenas que me enseñaste. Fuiste una luchadora aunque al final te ganaron la batalla.
Espero haber heredado de tí esa fuerza sobrehumana.
Otro año más, aunque no lo oigas... te quiero, yaya. Gracias.
domingo, 26 de diciembre de 2010
Nochebuena.
Nochebuena.
Otro año más la casa se llena con el olor a cordero asado tan típico y que comienzo a aborrecer de la misma manera que aborrezco el circo en que se convierte por una noche cada comensal.
La tranquilidad relativa que reina constantemente en la casa se ve de repente rota por el riudo del timbre que indica la llegada de algunos invitados.
Los primeros en llegar, como siempre, los tios.
El tio, cada año más gordo y cada año más ruidoso, acompañado de su fiel instrumento musical que consiste en una botella vacía de anís La Castellana y una cuchara, y cantando villancicos desafinados.
Dolor de cabeza asegurado para cualquiera que se encuentre alrededor.
La tía, como siempre riéndole las gracias pero sin ocurrírsele jamás la idea de quitarle la botella a pesar de que sus timpanos peligran de igual modo. Así que callada a su lado aguanta como cada día el chaparrón constante.
Durante la cena, el tío saca su vino, que siempre es mejor que el que hay en la casa, porque segun su criterio, es un gran catador, y el vino lo pone él de su casa,olvidándose por supuesto de cualquier educación al respecto cuando vas a una casa ajena.
Comienza a beber.
El cordero asado y otros manjares típicos que se encuentran todo el año mucho más baratos llenan la mesa.
Todos comemos mucho y conversaciones de temas vanales llenan el ambiente, procurando evitar algunos como política, fútbol o inmigración. Sin embargo, evitar temas controvertidos no evita que el tio, de nuevo como cada año, crea que sabe todo de todo y haya que darle la razón con el fin de hacerlo callar.
Por supuesto se critica la comida que tanto trabajo ha llevado a la anfitriona. Que, dicho sea de paso, siempre hace lo mismo porque si varía el menú lo más mínimo, las críticas son aún peores.
Y sigue bebiendo.
Para cuando llega el postre, el vino ya ha hecho suficiente efecto y hay que reirle las gracias sin gracia que haga si no quieres problemas.
Pero nunca termina la cena de nochebuena sin un buen café decorado...de un gran corrito de coñac.
Entonces todos siguen las gracias, porque a todos se les empieza a subir la tontería y el circo llega a su clímax en estos momentos que cada año se repiten.
Las risas hirientes, los comentarios absurdos y el burlarse de los fallos ajenos pasan entonces a ser tema de conversación.
Cuando por fin se van todos, entonces, sólo entonces, te das cuenta de que la nochebuena apesta, que todo se hace por cumplir y la hipocresía es reina por unas horas de todo lo que te rodea.
Feliz Navidad.
Otro año más la casa se llena con el olor a cordero asado tan típico y que comienzo a aborrecer de la misma manera que aborrezco el circo en que se convierte por una noche cada comensal.
La tranquilidad relativa que reina constantemente en la casa se ve de repente rota por el riudo del timbre que indica la llegada de algunos invitados.
Los primeros en llegar, como siempre, los tios.
El tio, cada año más gordo y cada año más ruidoso, acompañado de su fiel instrumento musical que consiste en una botella vacía de anís La Castellana y una cuchara, y cantando villancicos desafinados.
Dolor de cabeza asegurado para cualquiera que se encuentre alrededor.
La tía, como siempre riéndole las gracias pero sin ocurrírsele jamás la idea de quitarle la botella a pesar de que sus timpanos peligran de igual modo. Así que callada a su lado aguanta como cada día el chaparrón constante.
Durante la cena, el tío saca su vino, que siempre es mejor que el que hay en la casa, porque segun su criterio, es un gran catador, y el vino lo pone él de su casa,olvidándose por supuesto de cualquier educación al respecto cuando vas a una casa ajena.
Comienza a beber.
El cordero asado y otros manjares típicos que se encuentran todo el año mucho más baratos llenan la mesa.
Todos comemos mucho y conversaciones de temas vanales llenan el ambiente, procurando evitar algunos como política, fútbol o inmigración. Sin embargo, evitar temas controvertidos no evita que el tio, de nuevo como cada año, crea que sabe todo de todo y haya que darle la razón con el fin de hacerlo callar.
Por supuesto se critica la comida que tanto trabajo ha llevado a la anfitriona. Que, dicho sea de paso, siempre hace lo mismo porque si varía el menú lo más mínimo, las críticas son aún peores.
Y sigue bebiendo.
Para cuando llega el postre, el vino ya ha hecho suficiente efecto y hay que reirle las gracias sin gracia que haga si no quieres problemas.
Pero nunca termina la cena de nochebuena sin un buen café decorado...de un gran corrito de coñac.
Entonces todos siguen las gracias, porque a todos se les empieza a subir la tontería y el circo llega a su clímax en estos momentos que cada año se repiten.
Las risas hirientes, los comentarios absurdos y el burlarse de los fallos ajenos pasan entonces a ser tema de conversación.
Cuando por fin se van todos, entonces, sólo entonces, te das cuenta de que la nochebuena apesta, que todo se hace por cumplir y la hipocresía es reina por unas horas de todo lo que te rodea.
Feliz Navidad.
domingo, 19 de diciembre de 2010
Noche.
En la soledad de la parte alta del castillo comienza de pronto a brotar un rio que será bautizado con el nombre de Lujuria.
Subí para contemplar semejante acontecimiento y la visión me dejó anonadada.
El líquido manaba pesadamente de la unión de dos entes de terciopelo y al deslizarse los dotaba de movimientos imposibles.
No pude retirar la vista de aquella sensual imagen y mi mente comenzó entonces a volar.
Me encontré suspendida en el aire a varios metros de altura en un cielo nocturno y tenebroso que cegaba a la vez con la luz más blanca que pudieras imaginar.
El aire no se filtraba en mi interior y la sensación de asfixia sin embargo no me pareció horrible. El calor de tacto indescriptible sobrepasaba los límites de lo real y mientras duró el éxtasis me desprendí momentaneamente de toda cárcel llamada cuerpo.
Entonces descendí de nuevo a la consciencia entre jadeos disfrutando de aquella gloriosa sensación.
Levanté la vista cuando pude por fin enfocar y al clavarse nuestros ojos necesité con urgencia sentirme atrapada entre tus brazos y llenar mis pulmones con tu fragancia especiada.
Desperté con el paso de las horas entre el suave calor de tu cuerpo y la nube de plumas en la que mi cama se transforma cada vez que te adentras en ella.
Estudié cada uno de los movimientos que realizas cuando duermes, observé cada curva, cada pestaña, cada suave aliento que salía de tu interior, cada centímetro de tu perfección matutina mientras me debatí conmigo misma entre la necesidad de arrebatarte de los brazos de Morfeo o dejarte en ellos con la paz que reflejaba tu rostro.
Finalmente fuiste tú quien abandonó a Morfeo para venir a la consciencia conmigo en una jornada paradisíaca, y juntos pusimos la guinda a una noche espléndida.
Fue un fin de semana mágico. Como cada momento que paso contigo.
Subí para contemplar semejante acontecimiento y la visión me dejó anonadada.
El líquido manaba pesadamente de la unión de dos entes de terciopelo y al deslizarse los dotaba de movimientos imposibles.
No pude retirar la vista de aquella sensual imagen y mi mente comenzó entonces a volar.
Me encontré suspendida en el aire a varios metros de altura en un cielo nocturno y tenebroso que cegaba a la vez con la luz más blanca que pudieras imaginar.
El aire no se filtraba en mi interior y la sensación de asfixia sin embargo no me pareció horrible. El calor de tacto indescriptible sobrepasaba los límites de lo real y mientras duró el éxtasis me desprendí momentaneamente de toda cárcel llamada cuerpo.
Entonces descendí de nuevo a la consciencia entre jadeos disfrutando de aquella gloriosa sensación.
Levanté la vista cuando pude por fin enfocar y al clavarse nuestros ojos necesité con urgencia sentirme atrapada entre tus brazos y llenar mis pulmones con tu fragancia especiada.
Desperté con el paso de las horas entre el suave calor de tu cuerpo y la nube de plumas en la que mi cama se transforma cada vez que te adentras en ella.
Estudié cada uno de los movimientos que realizas cuando duermes, observé cada curva, cada pestaña, cada suave aliento que salía de tu interior, cada centímetro de tu perfección matutina mientras me debatí conmigo misma entre la necesidad de arrebatarte de los brazos de Morfeo o dejarte en ellos con la paz que reflejaba tu rostro.
Finalmente fuiste tú quien abandonó a Morfeo para venir a la consciencia conmigo en una jornada paradisíaca, y juntos pusimos la guinda a una noche espléndida.
Fue un fin de semana mágico. Como cada momento que paso contigo.
lunes, 13 de diciembre de 2010
Lunes
Otra mañana que tengo más sueño que frio a la que camino hacia la parada del autobús pienso en lo bien que estaba hace apenas un rato dentro de mi cama.
Sin embargo esta mañana encuentro la cama vacía de nuevo al despertar.
El asiento del bus está tan condenadamente frío que doy un salto al sentarme por el sobresalto que me causa.
Tengo que correr para coger el primer tren.
Un señor desvergonzado se me adelanta y roba el sitio habitual en que viajo, así que tengo que sentarme al otro lado de la puerta que separa dos de los vagones del tren.
Consecuencia directa de lo anterior es que cada vez que alguien abre esa puerta, el sonido que arma se me clavaba en los oidos por encima de la música tenue que pongo en mis cascos. Y además, una oleada de aire frío matinal me golpea, impidiéndome a toda costa el sueño.
Llego a la estación donde trasbordo.
El tren me deja demasiado alante así que me confundo de dirección y tengo que desandar lo andado cuando me doy cuenta.
Subo las escaleras donde nos encontramos cada mañana... y recuerdo entonces que hoy no vendrás.
Me monto cabizbaja en el tren que me lleva a mi destino por fin y mientras leo el periódico siento cómo mis párpados van pesando cual persianas del hierro más pesado que puedas imaginar. A duras penas consigo aguantar el viaje, pero finalmente no puedo soportar el peso y caen durante la primera clase de la mañana.
Horas más tarde hasta la música se pone en mi contra, haciéndome sentir cada vez peor según avanzaban los minutos.
Me dedico a pensar en uno de los fines de semana más cortos mientras deseo que este lunes acabe lo antes posible...
Asco de lunes....
Sin embargo esta mañana encuentro la cama vacía de nuevo al despertar.
El asiento del bus está tan condenadamente frío que doy un salto al sentarme por el sobresalto que me causa.
Tengo que correr para coger el primer tren.
Un señor desvergonzado se me adelanta y roba el sitio habitual en que viajo, así que tengo que sentarme al otro lado de la puerta que separa dos de los vagones del tren.
Consecuencia directa de lo anterior es que cada vez que alguien abre esa puerta, el sonido que arma se me clavaba en los oidos por encima de la música tenue que pongo en mis cascos. Y además, una oleada de aire frío matinal me golpea, impidiéndome a toda costa el sueño.
Llego a la estación donde trasbordo.
El tren me deja demasiado alante así que me confundo de dirección y tengo que desandar lo andado cuando me doy cuenta.
Subo las escaleras donde nos encontramos cada mañana... y recuerdo entonces que hoy no vendrás.
Me monto cabizbaja en el tren que me lleva a mi destino por fin y mientras leo el periódico siento cómo mis párpados van pesando cual persianas del hierro más pesado que puedas imaginar. A duras penas consigo aguantar el viaje, pero finalmente no puedo soportar el peso y caen durante la primera clase de la mañana.
Horas más tarde hasta la música se pone en mi contra, haciéndome sentir cada vez peor según avanzaban los minutos.
Me dedico a pensar en uno de los fines de semana más cortos mientras deseo que este lunes acabe lo antes posible...
Asco de lunes....
jueves, 9 de diciembre de 2010
9 de diciembre
Aquella tarde no pude quedarme a la clase de inglés.
Me había propuesto no ir yo a buscarte y esperar a que vinieras tú, ya que la decisión había sido tuya, pero cuando me senté en el pupitre...
No recuerdo cómo de repente estaba con el dedo pegado a tu timbre y haciéndolo sonar. Una sola vez, muy suave.
Quise dar media vuelta, e iba a hacerlo cuando la puerta se abrió y entré, por última vez, a aquella casa.
Los dieciseis escalones de bajada se me hicieron más largos que nunca y te mostraste sorprendido cuando abrí la puerta de tu habitación.
Salimos a dar un paseo con las cosas por arreglar pero sin atrevernos a empezar.
Era plenamente consciente de la enorme piedra que estaba por caer, tendida encima de mi cabeza con un frágil hilo de coser que se deshilachaba por momentos.
Cada paso que daba me acercaba más al final de nuestro camino. Sabía que ibas a dejar caer la losa sobre mí, e intentaba inútilmente esquivarla a pesar de que no tenía opción.
Escuché esas palabras, sentí cómo el huracán era desatado y el hilo se quebraba dejando caer todo el peso del mundo sobre mí.
Levanté la vista y la crucé con tus ojos azules con la esperanza vana de que aún quedara algo de luz en ellos que viniera a evitar mi rotura inminente.
No hubo esa suerte.
Te ví hablar pero no escuché qué decías. El sonido de derrumbe era tan fuerte que eclipsaba todo lo demás.
Entonces, todo fué gris...
Hoy es otra vez ese aniversario.
Hoy saco de mi pecho al corazón y observo con cautela los restos que quedan de esa cicatriz. Al rozarlos con los dedos, aún se estremece de miedo.
Pero sé que aquello pasó, que no volverá, que la cicatriz está curada y que la puerta está cerrada.
Y me alegro, porque ahora mi mundo es de miles de colores...
Me había propuesto no ir yo a buscarte y esperar a que vinieras tú, ya que la decisión había sido tuya, pero cuando me senté en el pupitre...
No recuerdo cómo de repente estaba con el dedo pegado a tu timbre y haciéndolo sonar. Una sola vez, muy suave.
Quise dar media vuelta, e iba a hacerlo cuando la puerta se abrió y entré, por última vez, a aquella casa.
Los dieciseis escalones de bajada se me hicieron más largos que nunca y te mostraste sorprendido cuando abrí la puerta de tu habitación.
Salimos a dar un paseo con las cosas por arreglar pero sin atrevernos a empezar.
Era plenamente consciente de la enorme piedra que estaba por caer, tendida encima de mi cabeza con un frágil hilo de coser que se deshilachaba por momentos.
Cada paso que daba me acercaba más al final de nuestro camino. Sabía que ibas a dejar caer la losa sobre mí, e intentaba inútilmente esquivarla a pesar de que no tenía opción.
Escuché esas palabras, sentí cómo el huracán era desatado y el hilo se quebraba dejando caer todo el peso del mundo sobre mí.
Levanté la vista y la crucé con tus ojos azules con la esperanza vana de que aún quedara algo de luz en ellos que viniera a evitar mi rotura inminente.
No hubo esa suerte.
Te ví hablar pero no escuché qué decías. El sonido de derrumbe era tan fuerte que eclipsaba todo lo demás.
Entonces, todo fué gris...
Hoy es otra vez ese aniversario.
Hoy saco de mi pecho al corazón y observo con cautela los restos que quedan de esa cicatriz. Al rozarlos con los dedos, aún se estremece de miedo.
Pero sé que aquello pasó, que no volverá, que la cicatriz está curada y que la puerta está cerrada.
Y me alegro, porque ahora mi mundo es de miles de colores...
miércoles, 8 de diciembre de 2010
E.
Sé que en algún momento leerás esto, porque sé que aunque no lo digas me visitas.
Sólo quiero hacerte saber que he decidido cortar todo contacto durante un tiempo indefinido, por varias razones.
La primera, porque no pienso permitir que seas causa de más noches como esta.
La segunda y no por ello menos importante, porque considero que la amistad que intento recuperar es imposible si sólo yo pongo de mi parte. La base es la confianza, y puesto que no la hay, mejor no malgastar fuerzas.
La tercera, está visto que no nos necesitamos. Estamos mejor haciendo cada uno nuestro camino. Tú tienes tu vida, y yo la mia. Y puesto que ésto es así, no pienso permitir que una palabra haga tambalearse el mundo entero.
Nada más que añadir.
Un cordial saludo. Rika-chan.
Sólo quiero hacerte saber que he decidido cortar todo contacto durante un tiempo indefinido, por varias razones.
La primera, porque no pienso permitir que seas causa de más noches como esta.
La segunda y no por ello menos importante, porque considero que la amistad que intento recuperar es imposible si sólo yo pongo de mi parte. La base es la confianza, y puesto que no la hay, mejor no malgastar fuerzas.
La tercera, está visto que no nos necesitamos. Estamos mejor haciendo cada uno nuestro camino. Tú tienes tu vida, y yo la mia. Y puesto que ésto es así, no pienso permitir que una palabra haga tambalearse el mundo entero.
Nada más que añadir.
Un cordial saludo. Rika-chan.
domingo, 5 de diciembre de 2010
¿Por qué te quiero?
Porque me das amor.
Porque me das besitos, me abrazas, me mimas...
Porque nada es complicado cuando te tengo cerca.
Porque contigo puedo superar cualquier cosa.
Porque desde que llegaste el gris no existe en la paleta de colores con que pinto mi mundo.
Porque me emociono cuando te veo llegar entre la multitud madrileña.
Porque a tu lado me siento invencible.
Porque haces que sólo sepa hablar con el corazón por delante.
Por tí movería el mundo, abriría los mares si me lo pidieras y te bajaría la Luna para perdernos eternamente en ella.
Me obsesiono con pintar sonrisas en tu cara y rescatarte de la espantosa nada cada vez que te encuentras triste.
Siento que sueño cuando me meces en tus brazos en esos momentos en los que sólo somos tú y yo...
¿Y aún pregúntas?...
Porque me das besitos, me abrazas, me mimas...
Porque nada es complicado cuando te tengo cerca.
Porque contigo puedo superar cualquier cosa.
Porque desde que llegaste el gris no existe en la paleta de colores con que pinto mi mundo.
Porque me emociono cuando te veo llegar entre la multitud madrileña.
Porque a tu lado me siento invencible.
Porque haces que sólo sepa hablar con el corazón por delante.
Por tí movería el mundo, abriría los mares si me lo pidieras y te bajaría la Luna para perdernos eternamente en ella.
Me obsesiono con pintar sonrisas en tu cara y rescatarte de la espantosa nada cada vez que te encuentras triste.
Siento que sueño cuando me meces en tus brazos en esos momentos en los que sólo somos tú y yo...
¿Y aún pregúntas?...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)