Ese arco, mi arco, mi primer y único arco, el que me ha acompañado durante cuatro años de intenso aprendizaje del instrumento, ha soportado mis desafines y al que he tratado, según mi profesor, con demasiado cariño.
Ese arco que estaba empezando, por fin, a perder cerdas. Por fin tenía forma.
Y lo he perdido.
Me siento como si hubiera perdido un brazo.
Tengo especial cariño a ese arco, no sólo porque sea el primero,sino por los recuerdos que tengo con él.
Tantas y tantas cosas unidas a un simple trozo de madera y cerdas cubiertas de resina.
Mi primera canción, mi primer concierto, mi primer examen, mi primer solo extremadamente desastroso...
Demasiadas cosas.Todas inolvidables.
Y es que, por mucho que compre otro, nunca será igual.
Porque el primero,como en el amor, nunca se olvida.