Levanto la cabeza y la llanura se extiende hasta donde alcanza la vista, cubierta del manto verde que proporciona el suave césped.
Te encuentras tumbado a mi lado, plácidamente dormido, y quiero por un momento ser el aliento que sale de tus labios cada vez que respiras.
Sin embargo, sé que no puede ser, que tendré que reprimir ese impulso una vez más, así que me conformo con estar lo más cerca posible de tí mientras permito que mis mechones de pelo, afortunados, te hagan cosquillas en el cuello...
Y poco a poco me como por dentro...
miércoles, 23 de junio de 2010
lunes, 21 de junio de 2010
Corazones.
Hoy me ha dado por hablar de los corazones de la gente.
El corazón no es solamente ese órgano que bombea la sangre en todo el cuerpo, también, metafóricamente, es ese sitio donde se almacena lo que uno siente.
Hay corazones grandes, pequeños, valerosos, cobardes, tímidos, asustados, rotos, brillantes, rebosantes de vida, llorones, apáticos, egoístas, altruistas, pacíficos, violentos...
Pero no todos sabemos cómo son nuestros corazones. Puede ser que no lo sepamos porque tendemos a hacer más caso a nuestra cabeza, pero también puede ser que lo sepamos y nos de vergüenza tener un corazón así latiendo dentro de nosotros.
Ese, por ejemplo, es mi caso.
Hay quien dice que mi corazón es grande y piensa en los demás. No discuto que piense en los demás pero a la larga, acabo siempre haciéndo lo que siento. No puedo cerrar las alas a un corazón que tiene ganas de vivir, de enamorarse, de tener todas las experiencias posibles.
Cierto es que algunas veces, por llevar ese ritmo de vida, me lo han roto. Es lo que tiene entregar nuestro centro a la persona equivocada que acaba dejándolo caer. Pero siempre he tenido la fuerza necesaria para volver a levantarme.
Una vez me lo rompieron de tal manera que me perdí dentro de él. Sólo había oscuridad, vacío y ruina allá donde mirase. Me puse a recogerlo pieza a pieza y volví a montarlo y hacerlo funcionar. Por eso dicen que soy valiente.
Hay quien opina que tengo un corazón taaan grande que puede albergar a varias personas en él aunque estén apretadas. Por supuesto, creo que ésto es posible. Amar a dos personas no es algo raro, pero he sido objeto de risas, insultos y burlas por ello, pues está mal visto.
Y yo me pregunto ¿Qué hay de malo? Siempre que se tengan claros los términos de la relación que se lleve con esas personas no tiene porqué ser perjudicial para nadie.
Cierto es que cuando amas a una persona, la quieres sólo para tí. Pero yo no exijo eso, y pido que tampoco me lo exijan a mí. Pero la gente no entiende esto tan simple y por ello me critican.
No es malo amar y ser amado. Lo verdaderamente perjudicial es cortar las alas a un corazón que quiere volar, pues así jamás serás feliz.
Si tu corazón te pide algo, hazlo. Pero no confundas lo que te dice el corazón con lo que la cabeza disfraza.
El corazón no es solamente ese órgano que bombea la sangre en todo el cuerpo, también, metafóricamente, es ese sitio donde se almacena lo que uno siente.
Hay corazones grandes, pequeños, valerosos, cobardes, tímidos, asustados, rotos, brillantes, rebosantes de vida, llorones, apáticos, egoístas, altruistas, pacíficos, violentos...
Pero no todos sabemos cómo son nuestros corazones. Puede ser que no lo sepamos porque tendemos a hacer más caso a nuestra cabeza, pero también puede ser que lo sepamos y nos de vergüenza tener un corazón así latiendo dentro de nosotros.
Ese, por ejemplo, es mi caso.
Hay quien dice que mi corazón es grande y piensa en los demás. No discuto que piense en los demás pero a la larga, acabo siempre haciéndo lo que siento. No puedo cerrar las alas a un corazón que tiene ganas de vivir, de enamorarse, de tener todas las experiencias posibles.
Cierto es que algunas veces, por llevar ese ritmo de vida, me lo han roto. Es lo que tiene entregar nuestro centro a la persona equivocada que acaba dejándolo caer. Pero siempre he tenido la fuerza necesaria para volver a levantarme.
Una vez me lo rompieron de tal manera que me perdí dentro de él. Sólo había oscuridad, vacío y ruina allá donde mirase. Me puse a recogerlo pieza a pieza y volví a montarlo y hacerlo funcionar. Por eso dicen que soy valiente.
Hay quien opina que tengo un corazón taaan grande que puede albergar a varias personas en él aunque estén apretadas. Por supuesto, creo que ésto es posible. Amar a dos personas no es algo raro, pero he sido objeto de risas, insultos y burlas por ello, pues está mal visto.
Y yo me pregunto ¿Qué hay de malo? Siempre que se tengan claros los términos de la relación que se lleve con esas personas no tiene porqué ser perjudicial para nadie.
Cierto es que cuando amas a una persona, la quieres sólo para tí. Pero yo no exijo eso, y pido que tampoco me lo exijan a mí. Pero la gente no entiende esto tan simple y por ello me critican.
No es malo amar y ser amado. Lo verdaderamente perjudicial es cortar las alas a un corazón que quiere volar, pues así jamás serás feliz.
Si tu corazón te pide algo, hazlo. Pero no confundas lo que te dice el corazón con lo que la cabeza disfraza.
viernes, 18 de junio de 2010
Capítulo 12
Hace un momento, he terminado de ver una serie de anime que llevo viendo aproximadamente desde primeros de abril.
El día que me decidí a escribir en el buscador el título de esta estupenda serie y ver el primer capítulo, ni siquiera pensaba lo que iba a acabar significando para mí.
Durante aquellos 20 minutos que duró el capítulo 1 no pude parar de reirme y eso fué lo que me enganchó. Normalmente no me gusta el manga cómico, pero la idea de las peripecias de una chica de instituto con las hormonas revolucionadas me resultó interesante, ya que normalmente son los chicos los que las tienen más a flor de piel.
Semana tras semana esperaba impaciente la llegada de esos veinte minutos, como quien espera que la comida favorita se enfríe un poco antes de hincarle el diente. Han sido días de resistir las tentaciones de verlo en inglés o directamente en japonés con tal de no esperar dos días más a que alguien con buen corazón lo subtitulara en castellano.
Sin embargo, las ganas de verlo se han ido incrementando hacia los últimos capítulos. Sentía algo en mi interior siempre que veía un capítulo nuevo.
Llámame loca, estás en tu derecho, pero sentía que esa es nuestra historia.
Y lo sabes. Nos parecemos a ellos.
Yo siento los mismos nervios a flor de piel al intentar decir las cosas que se quedan atascadas en la garganta. La misma ilusión al quedar, la misma indecisión...
Confieso que he tenido impulsos de llegar antes de la hora, no tanto como un par de horas, pero al menos media sí, y, aunque no se me pusieron mujeres embarazadas de parto, niños llorando perdidos, ni señoras con dolores de cadera, el transporte público cumplió la misma labor de retrasarme. Y te imaginé pensando "Maldita Yamada, ¿Es que no quiere verme?".
Me pongo nerviosa cuando, aunque sea por casualidad, nos rozamos o me pasas por detrás para observar peces. No quiero admitir lo que siento, por mucho que mis amigas insistan en ello, y creo que te da la sensación de que sólo pienso en sexo, ya que siempre que hablamos acaba saliendo algo.
Siento que vuelvo a ser aquella chica inocente a la que nunca han besado, y sé, que si ese día llega, temblaré. Porque una parte de mi me insitirá que eche a correr y me meta en los baños femeninos más cercanos, y me costará no hacerlo. Porque en mi cabeza sólo sonará "Kosuda me ha besado" mientras un dios malévolo susurra cosas.
Llámame loca por pensar todo ésto. A veces, sólo quiero despertar y descubrir que todo es un sueño, pero entonces me habría perdido demasiadas cosas buenas. Por eso temo que el despertador suene.
Todos tememos algo, pero vivir con miedo sólo nos imperdirá disfrutar de lo bueno que la vida puede ofrecernos.
De Yamada-chan para Kosuda-kun.
El día que me decidí a escribir en el buscador el título de esta estupenda serie y ver el primer capítulo, ni siquiera pensaba lo que iba a acabar significando para mí.
Durante aquellos 20 minutos que duró el capítulo 1 no pude parar de reirme y eso fué lo que me enganchó. Normalmente no me gusta el manga cómico, pero la idea de las peripecias de una chica de instituto con las hormonas revolucionadas me resultó interesante, ya que normalmente son los chicos los que las tienen más a flor de piel.
Semana tras semana esperaba impaciente la llegada de esos veinte minutos, como quien espera que la comida favorita se enfríe un poco antes de hincarle el diente. Han sido días de resistir las tentaciones de verlo en inglés o directamente en japonés con tal de no esperar dos días más a que alguien con buen corazón lo subtitulara en castellano.
Sin embargo, las ganas de verlo se han ido incrementando hacia los últimos capítulos. Sentía algo en mi interior siempre que veía un capítulo nuevo.
Llámame loca, estás en tu derecho, pero sentía que esa es nuestra historia.
Y lo sabes. Nos parecemos a ellos.
Yo siento los mismos nervios a flor de piel al intentar decir las cosas que se quedan atascadas en la garganta. La misma ilusión al quedar, la misma indecisión...
Confieso que he tenido impulsos de llegar antes de la hora, no tanto como un par de horas, pero al menos media sí, y, aunque no se me pusieron mujeres embarazadas de parto, niños llorando perdidos, ni señoras con dolores de cadera, el transporte público cumplió la misma labor de retrasarme. Y te imaginé pensando "Maldita Yamada, ¿Es que no quiere verme?".
Me pongo nerviosa cuando, aunque sea por casualidad, nos rozamos o me pasas por detrás para observar peces. No quiero admitir lo que siento, por mucho que mis amigas insistan en ello, y creo que te da la sensación de que sólo pienso en sexo, ya que siempre que hablamos acaba saliendo algo.
Siento que vuelvo a ser aquella chica inocente a la que nunca han besado, y sé, que si ese día llega, temblaré. Porque una parte de mi me insitirá que eche a correr y me meta en los baños femeninos más cercanos, y me costará no hacerlo. Porque en mi cabeza sólo sonará "Kosuda me ha besado" mientras un dios malévolo susurra cosas.
Llámame loca por pensar todo ésto. A veces, sólo quiero despertar y descubrir que todo es un sueño, pero entonces me habría perdido demasiadas cosas buenas. Por eso temo que el despertador suene.
Todos tememos algo, pero vivir con miedo sólo nos imperdirá disfrutar de lo bueno que la vida puede ofrecernos.
De Yamada-chan para Kosuda-kun.
domingo, 13 de junio de 2010
Impotencia.
Todas las historias tienen un final y no es feliz.
Quizá me equivoqué pensando que era posible un futuro junto a ti, y sé que ya no se puede cambiar nada.
No todo es tan bonito como te lo pintan, lamentablemente.
Lo siento, sé que no soy perfecta pero ojalá, porque así no haría lo que hago, no me comería a mí misma pensando en poder equivocarme. Ojalá pudiera decir que nunca jámás miraré hacia atrás si damos ese paso.
Miento al decir que soy otra, no es que mi corazón esté roto es que ya no es el mismo desde aquello. Él no me rompió, solo me cambió hasta el punto de no saber amar.
Quizá sea verdad, quizá el amor no exista y me pregunto porqué creí en él.
Tu decides si quieres olvidarme o vivir con eso, ya no sigo siendo aquella de la que te enamoraste aunque lo intento.
Pensé que tú podías ser mi vida y no quiero pensar que quizá me equivoqué como todos hemos hecho alguna vez. Pensé que sería bonito un futuro junto a tí.
Te veo y siento que mereces mucho más, y quizá sienta esto por nunca sabértelo dar.
Empezamos por perder la ilusión y luego la magia, ahora va la esperanza hasta que ya no queda nada, poco a poco se van soltando esos cables de razones por las cuales estaba junto a tí.
Odio todo esto porque se acaba y siento como la poca luz que queda se apaga.
Sé que ha sido mi culpa, dejé de poner de mi parte y me callé.
Estoy harta de pecar, de cometer errores.
Y lo peor de todo es que aún sueño con recuperarlo.
Impotencia.
Sabes que me arrepiento de esto, de no poder revivirlo mientras tú das tu vida por intentarlo.
Me odio y odio en lo que me he convertido.
Basada en una canción, prácticamente está copiada, lo siento, me sentía tan impotente que ni siquiera me salían las palabras de modo que tuve que copiarlas.
Quizá me equivoqué pensando que era posible un futuro junto a ti, y sé que ya no se puede cambiar nada.
No todo es tan bonito como te lo pintan, lamentablemente.
Lo siento, sé que no soy perfecta pero ojalá, porque así no haría lo que hago, no me comería a mí misma pensando en poder equivocarme. Ojalá pudiera decir que nunca jámás miraré hacia atrás si damos ese paso.
Miento al decir que soy otra, no es que mi corazón esté roto es que ya no es el mismo desde aquello. Él no me rompió, solo me cambió hasta el punto de no saber amar.
Quizá sea verdad, quizá el amor no exista y me pregunto porqué creí en él.
Tu decides si quieres olvidarme o vivir con eso, ya no sigo siendo aquella de la que te enamoraste aunque lo intento.
Pensé que tú podías ser mi vida y no quiero pensar que quizá me equivoqué como todos hemos hecho alguna vez. Pensé que sería bonito un futuro junto a tí.
Te veo y siento que mereces mucho más, y quizá sienta esto por nunca sabértelo dar.
Empezamos por perder la ilusión y luego la magia, ahora va la esperanza hasta que ya no queda nada, poco a poco se van soltando esos cables de razones por las cuales estaba junto a tí.
Odio todo esto porque se acaba y siento como la poca luz que queda se apaga.
Sé que ha sido mi culpa, dejé de poner de mi parte y me callé.
Estoy harta de pecar, de cometer errores.
Y lo peor de todo es que aún sueño con recuperarlo.
Impotencia.
Sabes que me arrepiento de esto, de no poder revivirlo mientras tú das tu vida por intentarlo.
Me odio y odio en lo que me he convertido.
Basada en una canción, prácticamente está copiada, lo siento, me sentía tan impotente que ni siquiera me salían las palabras de modo que tuve que copiarlas.
jueves, 10 de junio de 2010
Desconfianza.
Anoche me costó dormirme. Dos semanas pasando calor por el edredón y justo cuando lo quito refresca. Cosas de la vida, nunca sabes lo que va a pasar.
Hace un par de dias, unas personas con las que llevaba un tiempo sin hablar, hicieron acto de presencia acusándome de cosas que no he hecho, y por supuesto, al demostrar mi inocencia, que fue cosa fácil, volvieron con el rabo entre las piernas a pedir disculpas por desconfiar de mi.
Esto me hizo pensar en lo ruines que son algunas personas. Me pregunto qué es de sus vidas si a la mínima amenaza para su supuesta estabilidad ya acusan a gente que no tiene nada que ver con ellos.
La desconfianza es increíble.
Yo soy la primera que jamás confía en alguien a la primera de cambio, despues de algunos golpes aprendí a no abrirme del todo ante nadie. Sin embargo, tampoco tengo miedo a hacerlo. Simplemente voy con cautela.
Hay gente que al darle un golpe desconfían de esa persona por el resto de sus vidas, y creen que todo lo malo que les pase tiene que ver con esa persona del golpe inicial. Puedo comprender que estas personas que me acusaron desconfíen de mí, es, hasta cierto punto, normal.
Lo que no puedo concebir es que despues de un año sin mediar palabra me acusen. Como si no tuviera otra cosa en qué pensar mas que en destrozarles la vida.
No acostumbro a hacer eso. No soy un demonio encarnizado que destruye todo a su paso, les guste o no.
De hecho, hoy me desperté feliz a pesar del frío de la pasada noche y de que me costó coinciliar el sueño.
Feliz porque me encanta ver que poco a poco te vas abriendo conmigo. Vas quitando esa coraza. Te echaré de menos esta semana, aunque hablemos cada día.
Feliz, porque he visto que aunque llegó el verano, seguís ahi. Temía que no cogiérais el teléfono.
Feliz, sobre todo, porque gracias a que ellos me acusaron, he visto que esas heridas no volverán a abrirse facilmente. Porque hay mejores cosas de las que preocuparse.
Gracias a tod@s.
Hace un par de dias, unas personas con las que llevaba un tiempo sin hablar, hicieron acto de presencia acusándome de cosas que no he hecho, y por supuesto, al demostrar mi inocencia, que fue cosa fácil, volvieron con el rabo entre las piernas a pedir disculpas por desconfiar de mi.
Esto me hizo pensar en lo ruines que son algunas personas. Me pregunto qué es de sus vidas si a la mínima amenaza para su supuesta estabilidad ya acusan a gente que no tiene nada que ver con ellos.
La desconfianza es increíble.
Yo soy la primera que jamás confía en alguien a la primera de cambio, despues de algunos golpes aprendí a no abrirme del todo ante nadie. Sin embargo, tampoco tengo miedo a hacerlo. Simplemente voy con cautela.
Hay gente que al darle un golpe desconfían de esa persona por el resto de sus vidas, y creen que todo lo malo que les pase tiene que ver con esa persona del golpe inicial. Puedo comprender que estas personas que me acusaron desconfíen de mí, es, hasta cierto punto, normal.
Lo que no puedo concebir es que despues de un año sin mediar palabra me acusen. Como si no tuviera otra cosa en qué pensar mas que en destrozarles la vida.
No acostumbro a hacer eso. No soy un demonio encarnizado que destruye todo a su paso, les guste o no.
De hecho, hoy me desperté feliz a pesar del frío de la pasada noche y de que me costó coinciliar el sueño.
Feliz porque me encanta ver que poco a poco te vas abriendo conmigo. Vas quitando esa coraza. Te echaré de menos esta semana, aunque hablemos cada día.
Feliz, porque he visto que aunque llegó el verano, seguís ahi. Temía que no cogiérais el teléfono.
Feliz, sobre todo, porque gracias a que ellos me acusaron, he visto que esas heridas no volverán a abrirse facilmente. Porque hay mejores cosas de las que preocuparse.
Gracias a tod@s.
viernes, 4 de junio de 2010
La noche
Atardece y ella se encuentra en aquella habitación una vez más. La horrible mesa de madera la observa, esperando lo que va a suceder.
Algo dentro de ella lo sabe. Porque lo ha vivido otras veces.
Porque no es la primera vez que se encuentra alli.
Quiere correr aunque aún no encuentra la razón.
Corre. Corre. Corre.
No puede mover sus piernas.
Inmóvil, de repente atrapada allí.
Ya está acompañada. No hay escapatoria.
Comienzan entonces los gritos de medianoche ahogados en almohadas.
Comienza entonces la tortura. Una vez más ella se siente morir por dentro.
Desea que todo acabe, que se apague la luz, no salir de alli.
No hay esperanza para ella.
Abre los ojos y la luz de la luna la devuelve a la realidad. A la confortable cama. Al calor del hogar.
Pero el suave lecho está mojado de sus lágrimas y ella no puede parar de llorar...
Algo dentro de ella lo sabe. Porque lo ha vivido otras veces.
Porque no es la primera vez que se encuentra alli.
Quiere correr aunque aún no encuentra la razón.
Corre. Corre. Corre.
No puede mover sus piernas.
Inmóvil, de repente atrapada allí.
Ya está acompañada. No hay escapatoria.
Comienzan entonces los gritos de medianoche ahogados en almohadas.
Comienza entonces la tortura. Una vez más ella se siente morir por dentro.
Desea que todo acabe, que se apague la luz, no salir de alli.
No hay esperanza para ella.
Abre los ojos y la luz de la luna la devuelve a la realidad. A la confortable cama. Al calor del hogar.
Pero el suave lecho está mojado de sus lágrimas y ella no puede parar de llorar...
miércoles, 2 de junio de 2010
Luz.
Siempre he creído que todas las personas tienen una llama interna que les caracteriza y diferencia de los demás. Inconscientemente, nos acercamos a esas personas con las que más calor creemos compartir, aunque luego a veces resulte no ser así. Eso creía, hasta que apareciste.
No sabría describir qué pasó la primera vez que te vi, pero ya me fijé en ti. Hice caso omiso pues en ese momento tenía otras cosas en mente y por eso no me acerqué.
Pasaron los meses y una mañana, al verte entrar por aquella puerta, tu luz se marchitaba. Te empeñabas en ocultarlo y poner sonrisas, pero no servia de nada. Te apagabas lenta e inexorablemente.
Entonces ocurrió. Sentí la necesidad de hacer algo al respecto o te apagarías, y no podía permitir esa derrota.
Pero cometí un error sin darme cuenta. Me absorviste. Me cautivaste al acercarme y ahora no encuentro el camino para alejarme de esa llama que poco a poco vuelve a ser la que parecía ser en un principio.
Algo en mi cabeza me dice que me aleje, que será peor si no lo hago, y algo dentro de mí me impide hacerlo.
Si...pero no.
Hacía mucho tiempo que no sentía esta sensación de tener que hacer que alguien no se apague. Y nunca había sentido tal necesidad, tal obsesión con ello.
Y me odio por convertirme en esto.
Y sin embargo no hago nada por cambiarlo. No quiero cambiarlo...solo quiero poder darte lo que no me permites.
No sabría describir qué pasó la primera vez que te vi, pero ya me fijé en ti. Hice caso omiso pues en ese momento tenía otras cosas en mente y por eso no me acerqué.
Pasaron los meses y una mañana, al verte entrar por aquella puerta, tu luz se marchitaba. Te empeñabas en ocultarlo y poner sonrisas, pero no servia de nada. Te apagabas lenta e inexorablemente.
Entonces ocurrió. Sentí la necesidad de hacer algo al respecto o te apagarías, y no podía permitir esa derrota.
Pero cometí un error sin darme cuenta. Me absorviste. Me cautivaste al acercarme y ahora no encuentro el camino para alejarme de esa llama que poco a poco vuelve a ser la que parecía ser en un principio.
Algo en mi cabeza me dice que me aleje, que será peor si no lo hago, y algo dentro de mí me impide hacerlo.
Si...pero no.
Hacía mucho tiempo que no sentía esta sensación de tener que hacer que alguien no se apague. Y nunca había sentido tal necesidad, tal obsesión con ello.
Y me odio por convertirme en esto.
Y sin embargo no hago nada por cambiarlo. No quiero cambiarlo...solo quiero poder darte lo que no me permites.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)