Sentada en la penumbra de mi habitación, intentando aguantar el sofocante calor de julio escucho los gorriones cantar mientras mi mente poco a poco va dejando paso libre a todo pensamiento.
- Porque no eres capaz de vivir sin él, porque te tiene atada. Porque no te deja volar. Nunca serás capaz de vivir sola, porque él te ha hecho creer que así es.
Sin embargo he demostrado que no es así. Puedo hacer mi vida lejos de tu abrazo, aunque a veces el miedo se me consuma por dentro y tema cerrar los ojos por si el malvado nigromante vuelve.
No quiero más noches amargas. No más gritos ni sofocos.
No más tensión.
He arriesgado mucho más de lo que imaginas en esto, porque creo en ti, creo en lo que sientes, y que merece la pena apostar por ello.
¿Y aún te permites dudar?
Hace mucho tiempo que dejé tolerar que la duda se apoderara de mi, porque a la más mínima debilidad, él se aprovechará y volvera cada noche. No dejaré que eso suceda jamás.
Cooreré el riesgo de perder la cordura. Correré el riesgo de perder la cuerda que me hacía ser una persona normal.
Por ti.
Porque te quiero.
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