Aquel 2 de marzo, también fue viernes.
¿Cómo han cambiado las cosas, no?
Ahora, al menos, podemos ir hablando tranquilamente en el tren media hora cuando coincidimos.
Podemos mirarnos a la cara sin sentir nada más que, quizá, el cariño de aquella vieja amistad y sin recordar lo malo.
Al final, nuestra promesa, se cumple.
Aunque no me apetece salir a bailar.
viernes, 2 de marzo de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario