Otra comida familiar, como cada año, por mi cumpleaños.
Los primeros en llegar, mis tios como siempre.
Me regalan alguna chorrada rural, en este caso una caja que no me termina de convencer pero sin embargo cumple su función al tener el tamaño perfecto para renovar un joyero que ya no pinta nada en mi habitación.
Después, mi primo y su mujer, esos a los que les tocó la lotería, llegan como siempre con las manos vacías y sin preguntar siquiera cuántos años me caen.
Y por último, mi hermano y su novia, realmente los únicos a los que esperaba con ilusión. Me tiran de las orejas pese a que mi cumpleaños no es hasta mañana y me dan un regalo que realmente se han preocupado en adquirir pensando en si en me va a gustar.
La comida transcurre con la normalidad de siempre.
El tío metiéndose con cada cosa que hace el novio de mi madre, y añadiendo un nuevo detalle... ahora también le pone verde a sus espaldas. Además, no contento con eso se dedica a predicar lo buen cazador que es y su hazaña para echar a un pobre gato hambriento de su jardín a escopetazos.
La tia pasando de todo, o riéndole las gracias, según el momento.
Los primos a lo suyo, mi hermano defiende al novio de mi madre... mientras éste saca de la lumbre unas alas de pollo convertidas en benzeno y que por supuesto mi tio no prueba. Más tarde, también se quemó la panceta, y la chistorra no corrió mejor suerte,lo que implicó que se quejara de que el cocinero no hace nada a derechas pero sin mover un dedo por echarle una mano.
Y llegó el postre, tarta de queso sin mermelada y brownie al benzeno de nuevo (sí,nos encanta el carbón) Le atribuyen tal "obra de arte" al pobre de mi hermano, y al enterarse de que no es obra suya se hace el silencio y me miran cual inútil.
Pero todos lo prueban, aunque sea un poco camuflado con helado después de cantarme un cumpleaños feliz sin velas que soplar y en el que el gracioso de mi tio me tira un envoltorio de café descafeinado para hacer la gracia de que sople, dándome en un ojo.
Desaparecen mi primo y su mujer de la mesa y entonces discuten sobre vinos, política y multas de tráfico, así que yo desaparezco en cuanto veo que nadie se da cuenta... y por supuesto no me dicen ni adiós al irse.
Qué bonitas son las reuniones familiares, ¿No?
domingo, 4 de marzo de 2012
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