Aquella llamada despertó tu nerviosismo.
Saber que iba a verle te sacó de quicio.
Y no poder comunicarte conmigo fué la gota que colmó el vaso.
Sin embargo, desde que el teléfono sonó, tenía clara cuál iba a ser mi respuesta.
No recuerdo aquella conversación, ninguna palabra concreta, pero sí recuerdo el nudo que se formó en mi estómago cuando él pidió otra oportunidad.
No quise hablar por teléfono de ello, de modo que nos vimos para solucionar todo de una vez por todas.
No... yo ya te dije lo que siento. Y ahora... tengo algo con él, de modo que no. Lo siento.
No dudé al decir no una vez más.
Aquella fué la primera vez que te demostré lo que siento, y para mí la más importante de todas.
Porque sólo hacía siete días que el lobo había mordido a la princesa, aún era todo tan fragil que podría desvanecerse como un sueño, pero ella quería arriesgarlo todo, aunque se extinguiera tan rápido que apenas se diera cuenta.
Y supe que había hecho lo correcto en el momento en que recibí tu mensaje.
Eres lo mejor que me ha pasado nunca, espero que no se te olvide.
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