Un retraso y demasiada seriedad inicial propiciaron que me pusiera en lo peor: otra músico fustrada que acaba dando clases para niños, o como en este caso, clases para enseñar a dar clases a niños.
Sin embargo, poco a poco el hielo se fue rompiendo.
Después del primer sermón y según ella el más largo del curso, nos hizo levantar nuestros pesados traseros del asiento para ponernos a mover el esqueleto.
Tímidos al principio pero a rompiendo a carcajadas al final pasamos más de una hora disfrutando como solíamos hacer en el colegio.
Recordé entonces que hubo un tiempo en que yo disfrutaba así cada día. Sin prejuicios, sin presiones, sin vergüenza...
Recordé, con más claridad de la que esperaba, que efectivamente el niño que llevamos dentro nunca muere si no permitimos que sea así.
Y sobre todas las cosas, recordé por qué estoy donde estoy y qué quiero hacer con mi vida.
Quiero hacer sentir así a un montón de mocosos cada mañana cuando sus padres los dejen en el colegio. Quiero que rian a la vez que aprenden, que quieran volver a mi clase con una sonrisa... y que la que se lleven les dure días.
Quiero ser profe de música. Sin ninguna duda.
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1 comentarios:
Yo sólo tuve música en el instituto. Pero el profe era una caña. Ir a su clase era aprender corcheas, semicorcheas y compases mientras decía tonterías.
Tengo muy buenos recuerdos de ese profesor. Me acuerdo de una vez, que cuando nos empezó a dictar la teoría, empezó así: "El romanticismos y la música. Época blablabla" y el siguiente párrafo seguió así: "Como me gusta mi profesor de música, tan inteligente, atractivo e interesante". entonces, todos nos echabamos unas risas pero no lo copiamos, por supuesto. Él, muy serio, dijo "que si, que esto se copia". Otra tantda de risas, pero al final lo tuvimos uqe copiar. Fue divertido al estudiar y volver a sacar los apuntes y ver esos párrafos intercalados: "Qué bonito día hace hoy mientras mi profesor nos explica el romanticismo". Jeje. Creo que guardo mi libreta en alguna parte, además de en mis recuerdos.
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