Hoy tuve que echar horas extra dando clases particulares porque mañana tienen examen.
Se me fue la tarde volando y por azares del destino le vi, ya que llegó a casa pronto. Intenté mantener una conversación con él sobre mi dia a dia pero, como siempre, me dio la sensación de que en ese acto comunicativo falla el receptor, por lo que la conversación poco a poco dejó de ser tal para ser monólogo.
Le conté que hoy he tenido clase de didáctica de la música.
Ni siquiera ha preguntado.
Ni se ha inmutado después del revuelo que formé cuando, gracias al cambio de programa estudiantil universitario eliminaron las especialidades y tuve que empezar a tragarme una carrera que no era exactamente lo que quería, y esperar otros dos años antes de tener al menos un par de horas semanales dedicadas a lo que realmente quiero.
Le ha entrado por un oido y salido por el otro.
Como todo.
Pero no me sorprende, a día de hoy, después de dos años, más de cinco insistiendo y el hecho de que mi hermano también estudió allí, ni siquiera sabe el nombre de mi universidad. No sabe cuánto me cuestan las cosas tan básicas como el abono mensual. No sabe mis aficciones, ni por qué dejé el violonchelo.
Ni la especialidad de bachiller que cursé.
Ni qué sufren mis ovarios.
Ni me llama cuando voy al médico.
Y ni le preguntes el nombre de una de mis amigas.
Y por supuesto, hoy, ahora mismo, cuando le he visto hace apenas tres horas, no le preguntes qué clase tuve hoy, por que no te lo dirá.
En fin...
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1 comentarios:
Porqué me sonarán tanto algunas de las cosas de esta entrada...
Yo siempre pienso que peor para él, algún día te necesitará y verá que tendrás la misma indiferencia porque si no cuidas lo que tienes lo pierdes.
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