Sentada en el sofá no puedo evitar levantarme a abrir la ventana de par en par en el momento en que escucho el primer trueno.
Apago la lámpara y entonces sólo la luz del monitor y la que entra por la ventana cuando cae un nuevo rayo me iluminan.
El olor a tierra mojada me embriaga y la suave brisa me hace desear salir al jardin a disfrutar de esta tormenta veraniega.
Pero no lo hago y dejo que sean mis pensamientos los que me transporten en la noche.
Porque así puedo tenerte conmigo en esta oscuridad marcada por haces de luz y grandes sonidos.
Haces de luz que te iluminan y sonidos que me silencian mientras nos fundimos en la penumbra y se entremezclan tu aroma y el del barro.
Llueve con más fuerza, la tormenta se aproxima a mi ventanal, el suelo retumba y nosotros con él, la lluvia entra pero no nos toca, respeta nuestro espacio y nos refresca...
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