Abrí los ojos esta mañana y en el sopor matutino que me envolvía sólo quise dar media vuelta y encontrarme con tu pecho desnudo, apoyarme en tu calidez y dejar que acariciaras mi pelo.
Dejar que mis manos se perdieran por tu cuerpo y que mis labios fueran a su encuentro.
Que tus manos se deslizaran por mi espalda y tu aliento despertara la piel de mi cuello.
Esta mañana sólo quise abrazarte y no soltarte, hacer arder hasta la última fibra de tu ser y parar el tiempo. Olvidar el paso de los minutos y el movimiento del sol por el cielo.
Esta mañana, eché de menos tu presencia en mi cama.
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