Tres palabras.
Y sin embargo, simbolizan el hecho de que la cura no ha salido como todos esperábamos.
La cura se vuelve contra el cuerpo, lo destroza por dentro más de lo que ya estaba, hasta que se lo lleva. O hasta que el paciente hace acopio de sus fuerzas para vencerlo, caso poco probable.
Para nosotros, simboliza que ya no subiremos a Covadonga, ni andando, ni de rodillas, ni dos veces.
Ha ido todo tan deprisa que no se qué decir, así que optaré por quedarme callada y seguir esperando a que los que hoy, despues de dos días (y los que quedan), salgan del shock, recuperen la cordura y sigan viviendo.
Porque él, aunque fuera un niño, querría eso por encima de cualquier cosa.
jueves, 30 de junio de 2011
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1 comentarios:
Lamento la rapidez del desenlace. No imaginaba que la situación fuera tan desesperada e irreversible y que ya nada se pueda hacer.
Así es cómo lo describes, así de crudo, así de cierto. Pero...
... (para un padre) difícil es recuperar la cordura y aún más difícil continuar malviviendo.
El que cruza el puente hacia el más allá lo cruza involuntariamente para no volver jamás y lo que deseaba, lo que hubiera deseado, era vivir aunque fuera un poquito más.
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