Caminabas un metro por delante de mí, sin decir nada, sin mirarme siquiera.
Yo te seguía cual perrillo que ha sido castigado y no comprende porqué, sin atreverme a preguntar nada, intentando averiguar a dónde estabas llevándome.
Por un momento temí, viendo las señales que indican el camino, que me llevabas a mi bus.
Se me encogió el estómago.
Alcé la vista una vez más para clavarla en tu espalda. Sólo quería abrazarte y que sin ninguna razón me respondieras, me besaras y quitaras de mi cabeza el miedo irracional que poco a poco había empezado a brotar en mi interior.
Paso tras paso veía que eso no iba a pasar. Comencé a desesperarme e intenté buscar conversación aunque fuera absurda.
Tan sólo quería ver qué era lo que había hecho mal. Quería saber qué pensabas, porqué me sentía como si no fueras consciente de mi presencia y a dónde nos dirigíamos.
Tuve miedo, contigo delante. Mucho.
No me asustes así nunca más...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario