La llovizna golpea las ventanas del tren en el que me encuentro sin demasiado entusiasmo.
El tren comienza a andar, moviendo las gotitas en la dirección contraria a la que el tren avanza, todas al mismo ritmo se van siguiendo unas a otras.
Entonces mi vista se clava en una de ellas que permanece inmóvil ante el viento, y a la que ninguna de las otras gotas toca para llevársela con ella a donde sea que se dirigen.
La solitaria gota parece por un momento aguardar que alguien venga a buscarla, pero a los pocos metros su situación parece distinta.
Aparenta disfrutar de ir a contracorriente, de no seguir lo que el mundo manda y aguantar contra el viento y la marea lo que le es impuesto.
Por un momento, admiro a esa pequeña gotita y sonrio para mis adentros.
En un mundo donde la moda lo dicta todo, donde el tener más y más cosas es lo único que cuenta, donde todos parecen cortados por un mismo patrón y donde si te sales de la norma te temen, hay pocos que aún sepan apreciar las pequeñas cosas de la vida.
En este loco mundo eres raro si en lugar de salir a beber y fumar cada noche te dedicas a pasar la tarde con un buen libro al calor de un radiador. Eres raro si nunca has tenido una relación esporádica o tienes algún hobby que implique algo de cultura.
Admiro a la gente que tiene el valor de ser diferente y mostrarlo.
Les admiro, porque ellos saben disfrutar de la vida.
Espero que sigaís siendo como sois.
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