Van pasando las paradas y la oscuridad va abrumandome poco a poco otra vez sin razón aparente.
Comienzo a preguntarme si esto me sirve de algo, el esforzarme por vivir, y simplemente no encuentro un motivo.
Odio cegarme de esta manera cuando hace apenas unas horas lo veía todo tan claro, tan vivo...
Al llegar a casa, sonrío, charlo con mi madre y al abrir la red la ponzoña se apodera de nuevo de mí, buscando algo que destrozar en su camino, porque no soporto ver a la gente feliz a mi alrededor cuando yo no soy capaz de ver.
Nadie con quien hablar. Nadie que quiera escucharme. Nadie dispuesto a ayudarme a salir antes de dormir.
Ganas de gritar, gritar y gritar hasta que exhausta me rinda ante mi propia debilidad y caiga en el subconsciente, para así no contaminar a nadie con este veneno que llevo dentro.
La hipocresía que encuentro al otro lado me hace enfurecerme aún más y por un momento deseo tener alguna sustancia que me evada de este absurdo planeta por un tiempo.
Deseo ser el aire, no tener forma, ni ser esclava de la gravedad... para olvidarme de todo, purificar esta sustancia nociva y volver siendo tan pura como soy cuando la luz me ciega...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario