Y mientras anochece dejo que mi cabeza vuele por el tiempo.
Poco a poco vuelvo a deleitarme con tu presencia.
Poco a poco el espacio va cambiándo y lo que era un salón va tornandose cocina.
El suave olor del chocolate, y tú alegrando el espacio, como un pajarito en el alféizar de una ventana.
Lentamente mi alrededor se transforma para dar paso a otra escena.
Todo queda fuera de esa habitación. Todo.
Expulsamos todo lo malo y se quedó allí, apartado, sin poder contaminarnos ni un minuto más.
Entonces, despacito, esa estancia se vuelve cielo.
Porque tienes la cualidad de hacer que me olvide de todo lo malo que llevo dentro.
Me encantaría poder parar el tiempo, para que la distancia no tuviera que separarnos, pero sé que si así fuera, nada tendría sentido...
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