Tumbada en la cama, de repente me siento la mujer más afortunada del planeta.
Poco a poco esa estúpida sonrisa se va dibujando en mi rostro a pesar de que no hay nadie en la habitación a quien pueda sonreir, pero simplemente no puedo dejar de hacerlo.
Me siento flotar, como si el viento me llevase suavemente después de la tormenta hacia un lugar cálido siempre soñado. Siento que ya nada me sujeta a la cruda realidad y me sumerjo de lleno en ese mundo que se presenta ahora ante mí y del cual no veo los confines.
Quiero sentirme así cada día, amanecer con esta sensación en el cuerpo. Quiero luchar por esto, luchar mucho, y hacer que te sientas orgulloso.
Quiero sacar lo mejor de tí y ser capaz de darte todo lo bueno que yo tengo.
Quiero que estos sentimientos aniden en lo más profundo de mi ser, y que sean los mismos que anidaron en ti. Sentimientos nuevos para una nueva vida. Para una nueva ilusión.
Porque te quiero. Mucho más de lo que imaginas.
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