En la suave noche la princesa de cristal va cayendo poco a poco en el mundo de los sueños.
La seda la arropa, recorriendo su suave piel y trayendo a su mente los vivos recuerdos que esa noche están más cerca que nunca.
Soñará con la primera vez que pasearon juntos, entre tanta confusión, y que llevó una negativa extraña.
Evocará aquellas primeras tardes en las que la burbuja fué abriéndose, mostrándole todo un mundo por conocer, y agradecía no haber salido antes de su castillo.
Recordará los latidos del lobo, cambiantes, que la dieron paz.
Se estremecerá al vivir de nuevo la primera vez en que sus labios besaron su cuello.
Sus mejillas se colorearán cuando por su mente pase el primer amanecer que vieron juntos.
Sentirá cómo se detuvo el tiempo al escuchar las ocho letras de un te quiero...
Pero sobre todas las cosas, lo que ella más deseará esa noche, es que ese sueño tan real no tenga final.
Porque ahora él es como el agua que refresca los labios cuando el sol abrasador quema la piel.
Porque ésto no es una historia más, porque son cosas que nunca se borrarán.
Porque tenerle cerca es como flotar por el cielo.
Porque ocupa cada momento que existe en su mente.
Porque cuando están juntos siente que no importa lo demás.
Porque la hace libre.
Y porque sobre todo, la ha hecho revivir.
Gracias. Guardaré cada minuto en un sitio especial.
miércoles, 4 de agosto de 2010
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