Hoy me ha dado por hablar de los corazones de la gente.
El corazón no es solamente ese órgano que bombea la sangre en todo el cuerpo, también, metafóricamente, es ese sitio donde se almacena lo que uno siente.
Hay corazones grandes, pequeños, valerosos, cobardes, tímidos, asustados, rotos, brillantes, rebosantes de vida, llorones, apáticos, egoístas, altruistas, pacíficos, violentos...
Pero no todos sabemos cómo son nuestros corazones. Puede ser que no lo sepamos porque tendemos a hacer más caso a nuestra cabeza, pero también puede ser que lo sepamos y nos de vergüenza tener un corazón así latiendo dentro de nosotros.
Ese, por ejemplo, es mi caso.
Hay quien dice que mi corazón es grande y piensa en los demás. No discuto que piense en los demás pero a la larga, acabo siempre haciéndo lo que siento. No puedo cerrar las alas a un corazón que tiene ganas de vivir, de enamorarse, de tener todas las experiencias posibles.
Cierto es que algunas veces, por llevar ese ritmo de vida, me lo han roto. Es lo que tiene entregar nuestro centro a la persona equivocada que acaba dejándolo caer. Pero siempre he tenido la fuerza necesaria para volver a levantarme.
Una vez me lo rompieron de tal manera que me perdí dentro de él. Sólo había oscuridad, vacío y ruina allá donde mirase. Me puse a recogerlo pieza a pieza y volví a montarlo y hacerlo funcionar. Por eso dicen que soy valiente.
Hay quien opina que tengo un corazón taaan grande que puede albergar a varias personas en él aunque estén apretadas. Por supuesto, creo que ésto es posible. Amar a dos personas no es algo raro, pero he sido objeto de risas, insultos y burlas por ello, pues está mal visto.
Y yo me pregunto ¿Qué hay de malo? Siempre que se tengan claros los términos de la relación que se lleve con esas personas no tiene porqué ser perjudicial para nadie.
Cierto es que cuando amas a una persona, la quieres sólo para tí. Pero yo no exijo eso, y pido que tampoco me lo exijan a mí. Pero la gente no entiende esto tan simple y por ello me critican.
No es malo amar y ser amado. Lo verdaderamente perjudicial es cortar las alas a un corazón que quiere volar, pues así jamás serás feliz.
Si tu corazón te pide algo, hazlo. Pero no confundas lo que te dice el corazón con lo que la cabeza disfraza.
lunes, 21 de junio de 2010
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