Sentada en la dura silla de madera inestable, frente a la pantalla del ordenador, busco la inspiración que mueva mis dedos haciéndo sonar suavemente las teclas.
La habitación está ligeramente desordenada, pero aún se puede ver el orden en el desorden.
La luz del sol cae sobre las sábanas blancas haciéndolas brillar más aún y haciendo de la cama un lugar apetecible en la tarde.
Mi afortunada gata dormita creyéndose dueña del lecho y al ver su felicidad siento envidia, así que desvío la mirada.
La brisa veraniega que entra por la ventana ligeramente abierta mueve mi melena y me estimula los sentidos con los olores que me alcanzan. El olor a cesped recién cortado llena mi nariz recordándome una vez más que la estación estival ya llega, y con ella el aniversario de nuestra despedida...
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